La agencia S&P cumplía su amenaza el viernes y además de retirar la triple A (la máxima calificación de solvencia) a Francia, reducía dos escalones a España (la bajó de notable alto AA- a notable a secas A). El comunicado de los calificadores decía que habían tenido en cuenta el esfuerzo hecho por España y sus últimas reformas, pero amenazaba con volver a castigar la deuda española si la reforma laboral no es lo suficientemente contundente. El decreto-ley de reformas y la subida de impuestos de Rajoy no ha parecido impresionar a los analistas de Standard & Poor’s.

Criterios de S&P
Los criterios que utilizan estas agencias de calificación para poner una nota a la deuda de cada país son uno de los secretos mejor guardados, casi como el de la fórmula de la Coca Cola, pero un directivo de S&P dio pistas hace unos meses. Dijo que ellos tienen en cuenta cosas tan dispares como la eficiencia de las instituciones y los riesgos políticos del país; la capacidad de crecer con el modelo económico que tiene cada uno; si pueden hacer frente realmente a la refinanciación de la deuda y a no aumentarla, así como el ánimo de los inversores extranjeros y la posición del país para invertir fuera.

La herencia es positiva
Nada de esto ha cambiado básicamente en los últimos meses, ni con cambio de Gobierno ni si él. Además, el argumento de que el problema es la herencia del pasado se contradice con las estadísticas. Cuando el Gobierno de Rodríguez Zapatero asumió el poder en 2004, después del “milagro económico de Aznar” y de que España pudiera emitir deuda al mismo precio que Alemania (con prima de riesgo cero, como le gusta recordar a Cristóbal Montoro), el tipo medio al que España pagaba su deuda pública era del 4,82%. Mariano Rajoy heredaba en diciembre último una deuda que le cuesta a los españoles bastante menos: ahora se paga al 4,04% de media y la cifra bajará algo más cuando se tenga en cuenta la última subasta de bonos.

Trazo grueso
Cristóbal Montoro, lejos de las estadísticas, ha aprovechado la convención celebrada por el PP en Málaga para volver a decir, con los datos en contra, que la rebaja de la calificación de S&P a España “viene de atrás” y es “de trazo grueso”. Pero la verdad es que el trazo del ministro de Hacienda tampoco es muy fino cuando no recuerda cómo ha caído el tipo medio del coste de la deuda pública española. Mariano Rajoy ha añadido que su Gobierno “sabe perfectamente lo que tiene que hacer” y mientras tanto el ministro de Economía sigue ausente.

Silencio de De Guindos
Luis de Guindos conoce los números igual que Cristóbal Montoro y de momento guarda silencio. Seguramente, según señalan a El Plural fuentes financieras, porque en las próximas semanas le va a tocar salir al extranjero a explicar a los analistas, a los bancos y a las propias agencias de calificación lo que está haciendo España y el trabajo que lleva hecho. A pesar del calor que quiera ponerle su compañero de Hacienda en los mítines andaluces, el ministro de Economía del Reino de España no puede salir al exterior a decir que sus antecesores han arruinado la economía y no han hecho nada, porque eso es contraproducente.

Merkel tiene la palabra
Desde el punto de vista de las agencias de calificación, los próximos pasos de Francia y Alemania van a ser decisivos. Frente a la creciente agresividad de S&P, la más moderada pero también aguerrida actitud de Moody’s y la mayor prudencia de Fitch, habrá que ver la reacción más formal del Gobierno de Nicolás Sarkozy y el apoyo (o no) que le presta la canciller alemana, Angela Merkel. Una vez más, todos los europeos siguen pendientes de Berlín.