6 de febrero de 2016. Miguel Ángel García de la Herrán, 19 años. Un joven malagueño se convertía en el ganador del Premio Revelación de la 30ª edición de los Premios Goya gracias a un papel que nunca estuvo en sus planes. Sin ni siquiera imaginar lo que ocurriría después, Daniel Guzmán ejercía de ojeador en las calles de Madrid para su película 'A cambio de nada' cuando se cruzaba con Miguel Herrán.  Así iniciaba el malagueño su carrera en el mundo de la interpretación. Tras el largometraje de Guzmán vendrían otros exitosos proyectos como las ficciones 'La casa de papel' o 'Élite', o la película '1898, Los últimos de Filipinas' y la recién estrenada 'Valle de Sombras'. 

PREGUNTA (P): ¡Hola, Miguel! Muchísimas gracias por recibirnos. Aunque me gustaría hacer un recorrido por tu trayectoria, vamos a empezar por el estreno de tu último proyecto, 'Valle de Sombras'. ¿Qué ha sido lo más complicado de este proyecto?

RESPUESTA (R): Lo más complicado ha sido salir de un proyecto como 'Los Farad', tan rápido, e irme a la India. Llegar agotado a mi casa con ganas de parar, de pararlo todo y descansar una temporada y de repente que se reactive todo con una llamada. 'Venga, Miguel, la película del Himalaya, que al final se hace'. Venga va en un mes, maletas, a estudiar, etc. Me hubiera gustado tener un poquito más de tiempo entre proyecto y proyecto para descansar, para mí eso fue una pereza brutal, pero, a día de hoy, me alegro porque ya me lo he quitado de encima. 

(P): ¿Pero llegaste a plantearte decir 'no' al proyecto?

(R): Sí me lo planteé. De hecho, no dije que no porque considero a Salva muy amigo mío, pero yo realmente estaba en un punto en el que no quería hacer nada. 

(P): Centrándonos en tu personaje, Quique es un joven que debe recorrer un camino muy complicado, en el que experimenta muchas emociones. Como Miguel, ¿qué has aprendido de Quique?

(R): Paciencia, mucha. En muchos aspectos he vivido cosas muy parecidas a las que ha vivido mi personaje, sin que muera nadie, claro. Pero he vivido cosas muy parecidas. O sea, yo me he visto en la India con problemas muy gordos que solventar aquí en Madrid y teniendo que irnos de allí y llamar a la Embajada, y aún así no poder ni salir, ni con helicópteros del Ejército ni nada. Entonces te das cuenta de que lo mismo que vive el personaje lo estaba viviendo yo, o sea, es una realidad y ahí aprendes a tener paciencia porque no te queda otra. Ahí aprendes la máxima budista, que es el 'no está bajo mi control, no puedo hacer nada para solucionarlo'. Tengo este tiempo de espera hasta que consiga llegar a España y poder empezar a solucionar las cosas. Y hasta entonces me jodo'. Puedo estar este tiempo jodido y amargado o puedo estar pensando en otra cosa y centrándome en mi trabajo, porque total, por muy jodido que esté no voy a conseguir nada. Y eso sí que lo aprendí.

(P): A la hora de rodar os desplazasteis hasta El Himalaya. ¿Cómo fue el rodaje? ¿Fueron condiciones muy complicadas?

(R): Fue duro, la cosa más dura a nivel de rodaje que yo he hecho en mi vida. Las condiciones son extremas todo el rato, por todos lados. Físicamente no me costó nada. No sé si es por eso, pero estoy acostumbrado al deporte. Entreno todos los días una media de tres horas, estoy acostumbrado a hacer rutas en bicicleta, estoy acostumbrado a hacer rutas de moto de kilómetros y kilómetros que son agotadoras y esto era como un paseo por la nieve. Es verdad que esa altitud, pero ya está. No es nada: ¡Guau, Dios mío! ¡No puedo respirar! ¡Me voy a morir!' Yo eso no lo viví. Sí que es cierto que había gente del equipo que sí, pero no parecían muy deportistas.

(P): Retrocediendo un poco en el tiempo, arrancaste en la interpretación en 'A cambio de nada', de Daniel Guzmán y fue casi una decisión del azar. ¿Te habías planteado dedicarte a la interpretación en algún momento? 

(R): Jamás me lo había planteado, además yo era nefasto. En las típicas actuaciones del colegio que se hacen por Navidad y demás, cuando repartían los personajes yo siempre me quedaba callado hasta el final. Entonces ya repartían 'árbol uno', 'piedra tres', 'rana', etc. He sido árbol tres, piedra cuatro, he sido tractor amarillo, he sido rana. Yo era todo lo que no me tuviera que mover y por supuesto abrir la boca y aprenderme un texto jamás. Estudiar de manera altruista, no me jodas. Nunca me lo había planteado, no me gustaba nada.

(P): Casualmente a raíz de este proyecto ganaste tu primer Goya. ¿Qué queda de ese Miguel ocho años después?

(R): Pues algo de locura, con el tema de las motos y todo eso, pero por el resto nada. He hecho un trabajo sobre mí mismo en estos años, espectacular. O sea, no tengo nada que ver con la persona que hizo 'A cambio de nada', nada que ver.

(P): ¿Dirías que también has tenido que aprender a base de palos? Tenías tan solo 19 años y de repente te viste sumido en un mundo como la industria del cine.

(R): A palos aprendí en 'A cambio de nada' porque ahí la cagaba muchísimo todo el rato, pero con tonterías. A mí me maquillaban y yo, de repente, recién maquillado, me tiraba a la piscina con el vestuario. Claro, mi vestuario era un bañador y Dani (Guzmán) decía: '¿Pero este es gilipollas o qué coño le pasa? Venga a sacarle y volver a procesarlo'. Y yo era como: 'Pero qué pasa, si estoy en bañador' '¡El rácord, el rácord, gilipollas!' 'Hostias, qué es el rácord'. Claro, este tipo de cosas. En 'La casa de papel' también me pasaba, veía las estatuas, me ponía a jugar con ellas y pum, les rompía una mano.

Pero luego sí que me preocupé mucho por estudiar. Según terminé 'A cambio de nada', lo primero que hice fue apuntarme a un curso de verano, luego sacarme la ESO, que no la tenía, luego me apunté a la carrera de teatro y cuando la terminé me apunté a la carrera de cine. Yo me he formado mucho. Tenía muy claro que, una vez aprobado esto, sí que me quería dedicar a ello y sabía que si iba a querer tener una carrera que perdurara, me tendría que preparar.

(P): A lo largo de tu carrera has interpretado varios personajes que han tenido que sobrevivir de una manera u otra. ¿Dirías que has pasado por algún momento de supervivencia dentro de tu trayectoria en la industria? Algún momento en el que te plantearas si realmente querías seguir ahí. 

(R): Sí, con Salvador Calvo en 'Los últimos de Filipinas'. El primer día que rodé con él llegué a la habitación llorando, llamé a mi representante y le dije: 'Yo lo siento, pero si esto es el cine, yo no me quiero dedicar a esto'. He tenido muchos momentos de querer dejar esta profesión, pero porque es muy difícil cuando eres tan joven y tienes tanta ilusión y amas tanto una profesión, entender que no es todo tan idílico como tú te piensas. O sea que esto al final pertenece a una industria que es un negocio y aquí, por encima de todo lo que se mueve son números. Y da igual que venga un compañero mío a decirte que aquí lo importante es transmitir un mensaje. Esto es un negocio y tienes que entenderlo así. En el momento en el que lo entiendes así dejas de vivir frustrado.

(P): De todos los proyectos que has realizado en estos años, ¿cuál es tu favorito?

(R): 'A cambio de nada' Para mí es incomparable esa película. Me ha dado todo lo que soy hoy en día, incluso a nivel personal. O sea, esa película que me cambió la vida total y absolutamente.

(P): Últimamente vemos que muchos actores están dando el salto a la televisión en talents o realities. ¿Tú te verías en algún formato de televisión? 

(R): No, pero por una cosa en concreto. Yo no me sé interpretar a mí mismo. De hecho, si hablas conmigo te vas a dar cuenta de que soy una persona muy seria, muy agria en ciertos puntos, muy tranquilo. Esto no vende. ¿Sabes lo que te digo? Yo llego a un programa y qué. Yo soy una persona súper pragmática y súper lógica, eso no vende. Yo nunca no sería capaz de hacer un personaje de Miguel Herrán en público. Yo interpreto a gusto porque estoy interpretando otras personas y otras personalidades, pero yo en mí mismo no me encuentro cómodo. O sea, me encuentro cómodo haciendo una entrevista contigo, pero porque estoy hablando de mí. Pero ya si es un programa que tengo que tener como una energía, un Arturo Valls, etc. Yo eso lo admiro porque no me veo capaz de hacerlo.

(P): Entrando en el terreno un poco más personal, hace unas semanas comentabas que, en un viaje que realizaste a Ámsterdam, unas chicas te pararon y te dijeron: 'No esperábamos que fueras tan bajito'. Qué opinas de los que aseguran que aguantar este tipo de comentarios es 'el precio de la fama'. 

(R): A mí no me afecta porque he aprendido a relativizar. Es verdad que me toca las pelotas en el momento porque nadie ha pedido tu opinión, nadie te ha preguntado nada. ¿Tú quién eres realmente para juzgar un físico? Yo a estas chicas se lo dije: 'Oye, pues mira, a mí no me ha sentado mal porque tengo mucha seguridad construida sobre mí mismo, pero que sepas que es un comentario bastante despectivo y que no es agradable de escuchar'. 'Ya, bueno, pero es que tú tienes que entender que para nosotras es chocante, porque yo me imaginaba que tú eras muy alto'. Y le dije: 'Hombre, me lo estás volviendo a decir cuando ya te he dicho que no es agradable de escuchar, pero bueno vale, fenomenal'.

Me lo volvieron a repetir y entonces le dije: 'Vale, mira, te voy a poner un ejemplo práctico para que tú lo entiendas. Tú imagínate que yo ahora te cojo y te digo que yo no me esperaba que una fan mía estuviera tan gorda' y se queda callada y tiesa y le digo: '¿Cómo te sienta? Como el culo, ¿verdad? Porque yo no soy quien para juzgarte, ni soy quien para decirte lo que opino'. A mí me parece fenomenal que tú opines que soy más bajito de lo que te esperabas, lo que no me parece bien es que te acerques a mí con todo el descaro del mundo a decírmelo a la cara. Porque si yo le dijera a todo el mundo lo que pienso a la cara, a mí me hinchaban a hostias el 80% de las personas con las que me cruzaba. 

(P): ¿Te ha pasado esto mismo con tu trabajo?

(R):  Aquí el más malo soy yo. O sea, yo soy el primero que habla mal de sus trabajos, soy el primero. Lo que pasa que en una entrevista no lo puedo hacer, pero yo hablo muy mal de mis trabajos. Son muy pocos los que digo que me gustan. Soy muy crítico, muchísmo. Además, creo que me lo merezco porque soy muy crítico en general, o sea, critico mucho a mis compañeros, critico mucho los proyectos que veo, los critico todo y a mí también, por supuesto. Y además soy un crítico bastante duro, y conmigo también, con el que más. Es como: 'Buff, qué mal lo hecho. Qué mierda eso, ahí se nota el vestuario, ahí se nota no sé qué'.

(P): Continuando con las etiquetas, ¿te han intentado infravalorar tachándote de 'chico guapo'?

(R):  Muchas veces y me han intentado infravalorar mucho. He escuchado entrevistas de compañeros: 'Bueno, yo es que estoy donde estoy porque he sido una hormiguita y poquito a poco he ido haciendo proyectos hasta que me han dado algún papel un poco más protagónico y he llegado hasta donde estoy. No he tenido ese golpe de suerte que tienen algunos, que caen en algún proyecto como 'La casa de papel' o 'Élite' y de repente ya están ahí. 

Yo estoy donde estoy porque me lo he currado. Tengo dos carreras, seis años de estudios a mis espaldas, he hecho un montón de trabajos y he llegado hasta donde estoy hoy. He notado de algunos compañeros que hay cierta cosa como de: 'Qué cabrón este, curra lo que curra porque ha caído en el proyecto que ha caído. Y joder, si hubiera estado yo ahí también estaría de puta madre'. Bueno, tengo muchos compañeros de 'La casa de papel' que a día de hoy no curran tanto, así que creo que tampoco es determinante. Tengo muchos compañeros de 'Élite' que a día de hoy tampoco curran tanto.