¿Cuántas apps se han creado desde que WhatsApp echó a andar? Y de ellas, ¿cuáles siguen ‘vivas’? La respuesta la conoce casi todo el mundo porque hacer frente a una herramienta con más de 1.100 millones de usuarios es una tarea más que complicada.

Salvando las distancias –no entramos a evaluar la calidad, seguridad, etc, de cada una- solamente Snapchat entre el público joven, Telegram e Instagram (también de Facebook) son las que más sombra han conseguido hacer a la conocida WhatsApp, tal vez porque sus responsables están inmersos en la tarea de monetizarla.

Ahora, ha aparecido otra que sí está haciendo ‘pupa’ a la aplicación del teléfono verde. Se trata de Sarahah.

¿Qué es Sarahah?

En primer lugar hay que decir que surgió a mediados del año 2016 en Arabia Saudí, de la mano del programador Zain Alabdin Tawfiq. A primera vista, esta red social no se diferencia demasiado del resto.

La principal novedad es que su leitmotiv es el anonimato del que gozan quienes se deciden a publicar en esta plataforma de mensajería instantánea. Esta circunstancia le ha hecho crecer a un ritmo más que sobresaliente en países como EEUU donde sólo a principios del pasado verano logró casi cuatro millones de descargas (está disponible para Android e iOS) compite en popularidad con la todopoderosa WhatsApp, no en vano, ahora mismo cuenta con 240 millones de cuentas registradas.

De la “honestidad” a la...

Sarahah significa “honestidad” y “franqueza”. Y este era el gran objetivo que su creador se marcó a la hora de idearla. La app propone al usuario construir su perfil en el que cualquiera puede dejar un mensaje, siempre anónimo. Nunca hay posibilidad de comentarlo, es decir, de establecer un hilo de conversación.

En concreto, el propósito de Sarahah es, tal y como señala la página principal de la aplicación, “mejorar” la “amistad descubriendo sus fortalezas”, si se habla de amigos; o “mejorar sus áreas de fuerza”, en el caso de su uso entre compañeros de trabajo. Para ello, nada mejor que sean otros quienes recalquen esas virtudes a través de mensajes positivos.

...amenaza, el insulto, el acoso...

Sin embargo, el elemento innovador de la app, su anonimato, se ha vuelto en contra y el éxito de la plataforma se debe, casi al 100%, al uso que en particular los jóvenes hacen de ella para insultar, acosar e, incluso, amenazar a otras personas.

A pesar de esto -hace solo unos días en un artículo The Times se advertía del peligro de utilizar la aplicación contra el acoso- no parece que vaya a dejar de funcionar, tal y como lo indican algunas sinergias establecidas con otras herramientas para jóvenes, como Snapchat. En julio pasado, su creador, con el fin de tratar de poner freno a estos comportamientos que desvirtúan su origen por parte de los adolescentes, anunció la adopción de medidas para que evitarlo.

Sin duda, Tawfiq se fio del ser humano, y lo debió hacer sin darse una vuelta por redes sociales como Twitter, donde en ocasiones algunos tuiteros, amparados por un anonimato mal entendido, han aprovechado (y todavía lo hacen) para insultar, menospreciar o acosar a otros usuarios.

Desconocemos las ‘medidas’ a adoptar porque la app sigue operativa, con la misma dinámica que le han dado sus usuarios y cosechando la consideración, por parte de algunos medios, de ser una de las aplicaciones de este año que está a punto de concluir.