Se recuerdan derbys que fueron partidazos de Luis Aragonés, Kiko, Futre, el gol de Schuster de falta en aquella final olvidada contra el Madrid, el Niño e incluso Hasselbaink. 

También los que pintamos canas, recordamos aquellos duelos contra el Barça en los años noventa. Valía de todo, incluso, de vez en cuando, jugaban a fútbol.

Estoy convencido de que se lo han pasado muy bien los seguidores del Atleti, pero no han hecho nada para tener un recuerdo eterno y este miércoles tienen la oportunidad.

Hay muchos seguidores del Madrid que han vivido muchas noches maravillosas de las que contarán y ya cuentan a sus más cercanos.

Por otra parte, mi buen amigo Curro, cuando negocia con su señora esposa y gana, va al Calderón a animar a su Atleti, desde hace demasiados años y qué bonito sería que, dentro de mil años, cuando esté con sus nietos, les pueda explicar la noche más épica de todas.

Aquella noche que bailaron al Madrid. La noche que les metieron cinco y se clasificaron para otra final de la Champions.

Le contará a sus nietos que Torres metió dos pepinazos, que Griezmann jugó como nunca y consiguió, sin saberlo, el Balón de Oro, que a Godín le hicieron una estatua y que Ronaldo lloró porque no metió ni una.

Explicará con detalle, a toda su familia, cada Navidad, como fue el partido y obligará,

como de costumbre, volver a ver el partido vestidos con la zamarra rojiblanca.

"Ese fue el último derby en el Calderón, el que por fin, nos creímos que podíamos ganarlo todo, y ganamos".

Mañana podría ser el día de los milagros, mañana podría ser uno de esos días, en los que el Atleti cambie su historia.

O también podría ser, que el Madrid, si juega como jugó el último derby, diera otra paliza descomunal al Atleti y se las viera en la final con la Juve en Cardiff.