En los casos de corrupción hay dos máximas que se cumplen siempre. La primera es ‘echar la culpa al muerto’ si alguien ha fallecido. Esa no falla nunca. La segunda es echar el estiércol lo más lejos posible, aunque sea señalando al de al lado. En el caso mascarillas, teniendo en cuenta que no ha muerto nadie, se ha cumplido la segunda máxima del manual del corrupto: culpar al de enfrente. Así, los dos empresarios imputados Luis Medina y Alberto Luceño se han echado la culpa mutuamente de ser los ideólogos del negocio.

El primero que prestó declaración en la Fiscalía Anticorrupción fue Medina. Preguntado por el fiscal por quién de los dos fue el que tuvo la idea, Medina afirma: “La persona que tiene contacto con el proveedor en China, que es Alberto Luceño, al cual yo conozco de operaciones de comercio internacional, alguna vez habíamos hablado de hacer alguna (operación) aunque nunca hemos hecho ninguna. Él me comenta que tiene acceso directo a fábricas en China de material médico y me pide que si sé aquí en España de algún cliente o de algún comprador. Es eso, es él el que me llama y me dice “Luis ¿puedes buscar aquí en España? Y yo en el momento que encuentres algo ya me encargo yo de negociarlo, y ya te llamo yo con los resultados”.

Tan solo 24 horas más tarde, Alberto Luceño, el otro comisionista imputado en la operación mascarillas junto a Medina, asegura que la idea de hacer de intermediarios con el Ayuntamiento de Madrid para comprar el material sanitario ha sido del hijo del duque de Feria y Naty Abascal.

Luceño dice que la idea surge de Medina. Así, le explica al fiscal que surge “a través de un contacto que es Luis Medina, yo como tengo experiencia en el mercado chino porque he trabajado allí muchos años, pues tenía conocimiento de fábricas de todo tipo. Sobre todo, textil y demás. Entonces se pone en contacto conmigo Luis Medina y me dice: “oye, ¿tú puedes suministrar a España?” Y yo le digo que sí. Me llama a los dos días Elena Collado y a partir de ahí empezamos a ver cómo se puede suministrar”.

Ante la respuesta de Luceño, el fiscal Anticorrupción le dice que Medina había declarado lo contrario. Que el hijo del duque de Feria le había dicho que había sido él quien le había llamado. Ante esta afirmación, Luceño niega la mayor: “No, no es así. Es verdad que yo con Luis trabajaba en algunas operaciones con el tema de la pandemia. Exactamente no es así. Él tiene muchos contactos, porque yo los contactos no tenía ninguno en España, yo los tengo más a nivel internacional. Y él dijo “estuve hablando con la Comunidad de Madrid, puedo hablar con tal y con tal, qué te parece”. Pues hombre, si tienes el contacto, fenomenal”.

Comisiones y familia

Otra de las cosas que quedan aclaradas en la declaración es quién fue en realidad la persona relacionada con el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, que puso en contacto a Luis Medina con la responsable de la compra del material sanitario, Elena Collado. No fue un primo, según Medina fue Carlos, hermano del alcalde. De hecho, menciona hasta en dos ocasiones la palabra “hermano”. Y, según su declaración, no le dio un correo electrónico oficial como sostienen desde el Consistorio, sino el teléfono de Collado.

Sobre las comisiones millonarias, un 60% del total del contrato, Medina asegura que nunca tuvo relación con la empresa de Malasia Leno. “No sé el precio. Me tengo que fiar de él. Quedamos que se dividía en tercios: un tercio para él, uno para mí y un tercio para Leno (empresa)”. Según su versión, fue Luceño la persona que decidió cuánto dinero le correspondía, y nunca le dijo que él se había quedado con cinco de los seis millones de dólares que se cobraron en comisiones.

El ‘mal rollo’ entre ambos se hace patente cuando Luis Medina afirma: “He intentado hablar con él este año y nunca me ha cogido el teléfono, y ya me puedo imaginar por dónde van los tiros”.

Las versiones dadas ambos son diferentes y evidencian la ruptura en la línea de defensa que cada uno está utilizando. Eso sí, ha quedado claro, incluso cristalino, que ambos se culpan mutuamente de ser los ideólogos de la operación mascarillas. Un primer lanzamiento de estiércol al contrario que, si se sigue la estela de otros casos de corrupción, no será, ni mucho menos, el último.