Uno de los violadores de La Manada de Pamplona, José Ángel Prenda, ha enviado una carta de perdón a su víctima. En la misiva, El Prenda reconoce la agresión sexual y pide perdón. Pero además de eso, solicita que la carta conste en su expediente de ejecutorias. ¿Por qué? Pues para que, cuando tenga acceso a los permisos, el fiscal informe a favor, y el juez de Vigilancia Penitenciaria otorgue la salida. Pero la realidad es que, por mucha carta que envíe, no significa que exista ningún beneficio.

Fuentes de el Ministerio Fiscal aseguran a ElPlural.com que antes de hacer el informe, el fiscal “siempre escucha a la víctima”, por lo que, aunque haya una carta de perdón, el informe puede ser perfectamente negativo. Al final, la libertad de El Prenda estará en manos del juez de Vigilancia.

La carta

En su carta, adelantada por Telecinco, José Ángel Prenda dice que por “medio del presente escrito quiero manifestar a título personal (…) mi total arrepentimiento por el delito por el cual cumplo esta condena y mi solicitud personal de perdón a la víctima por los daños causados, los cuales lamento profundamente, y así mismo a sus familiares directos”.

En su misiva, que ha escrito a mano, también añade que “este perdón sea comunicado y transmitido a la víctima y a sus familiares a través de los medios de que dispone la Administración de Justicia para ello”, y apostilla que, “por favor, conste en mi ejecutoria y expediente penitenciario esta solicitud por escrito y se me dé copia de la misma”. Al final, el violador apostilla que “trabajará incansablemente por reparar este daño”.

Es llamativo el arrepentimiento de El Prenda, quien llegó a enviar otra carta en la que afirmaba que “son cinco familias destrozadas por una mentira que estoy seguro que en su día diría (la víctima) para salir del paso. Espero que acabe con todo esto diciendo la verdad”.

La pregunta que surge ahora es si el arrepentimiento es espontáneo o, por el contrario, simplemente lo hace porque está condenado a 16 años por una de las violaciones más brutales de la última década y tiene pánico a que no se le concedan los permisos cuando avance en el grado penitenciario. Otro aspecto llamativo es que ha pedido perdón por la violación de Pamplona, pero no por los abusos a una joven en Pozoblanco, por los que fue condenado a otra pena de cuatro años y medio de cárcel.