Llama la atención la doble vara de medir de la derecha: tilda de héroes a los jueces cuyas decisiones coinciden con sus deseos e intentan aplastar a los que consideran “enemigos”. Los de la formación de Pablo Casado tienen mucho miedo a que magistrados rectos juzguen la montaña de porquería que han levantado, de la que solo vemos la cima y cuyas dimensiones se anuncian descomunales.

José Ricardo de Prada, jurista de prestigio internacional y uno de los tres miembros del tribunal de la Audiencia Nacional que firmaron la sentencia del caso Gürtel, es uno de los principales jueces objeto de las iras del PP desde el día en que este magistrado, y sus colegas de la Sección II, Julio de Diego y Ángel Hurtado pronunciaron el fallo.

En éste se dictaminaba que el PP se había lucrado irregularmente de la trama y se daba veracidad a la existencia de una Caja B, extremos ambos que ahora ha ratificado por completo y sin matización alguna la Sala II de lo Penal del Tribunal Supremo.

Antes de esa sentencia de la Audiencia Nacional, a José Ricardo de Prada le hicieron la vida imposible para .descalificarle e intentar que se apartara del juicio, en directo y con la ayuda de la tropa mediática afín. Tras la sentencia primera, también atacaron al magistrado Julio de Diego para deteriorar su credibilidad y la decisión que habían tomado colegiadamente.

Nadie, nadie, intentó defenestrar al juez Ángel Hurtado, quien expresó un voto particular opinando en contra de incluir al PP en ese contubernio delictivo, y su disconformidad sobre la referencia a la Caja B que gestionaba el extesorero Luis Bárcenas. En consecuencia, y no por casualidad Hurtado acaba de ser ascendido por el Consejo General del Poder Judicial a juez del Tribunal Supremo.

Las cosas han llegado a tal punto que José Ricardo de Prada, profesional prudente y callado, se ha visto obligado a pedir amparo al Consejo General del Poder Judicial. Resalta en su escrito la actuación de determinados medios de prensa “contra mi persona, afectando a mi indemnidad profesional e inquietando y perturbando gravemente mi independencia judicial…”, que dice percibir como una presión y represalia por su actuación jurisdiccional en el caso Gürtel.

Considera que ha sido elegido como “juez-chivo expiatorio”, sobre el que elaborar “un relato interesado con el que socavar el sentido, credibilidad y validez de una resolución judicial que consideran desfavorable a los intereses que representan, con manifiesto desprecio de la verdad, y abuso del derecho de información y libertad de expresión”. Todo ello, explica “repercute negativamente en mi sosiego profesional y libertad de criterio y actuación como juez…”  El magistrado cita a El Mundo, La Razón y ABC como vehículos principales de esa propagación salvaje de difamación y falsedades, y pide al CGPJ que intervenga para que cesen en tal campaña y rectifiquen las mentiras.

Veremos.