Este martes, 24 horas después de la declaración de la periodista Maribel Vilaplana, y de que Carlos Mazón Mazón anunciara su dimisión como presidente de la Generalitat, la magistrada instructora del caso de la DANA ha seguido con la toma de declaraciones, como lleva haciendo desde hace casi un año.

Hoy ha sido el turno del bombero que ordenó la retirada del barranco del Poyo de las unidades de bomberos enviadas para medir el caudal con el que bajaba. Sinceramente, lectores, si hay algo que ha evidenciado esta declaración, es que aquel fatídico 29 de octubre de 2024, Emergencias de la Generalitat era más parecido al bar de Moe de Los Simpson que al lugar donde se debía coordinar la emergencia. 

El bombero ha contado que envió a medir en Riba Roja, y que el caudal había descendido a la una de la tarde, y que como a esa hora ya había rescates “a vida o muerte” dejó de medir los barrancos y envió a los bomberos a rescatar personas, que es su trabajo. Pero el problema es que a Emergencias solo le comunicó a través de la radio que se marchaban lo que, visto lo visto, implicó dejar sin medir el barranco del Poyo durante el resto de la jornada. 

De su declaración, también se desprende que no es cierto que no se hablara del Poyo, puesto que la orden era medir el caudal del Poyo no solo arriba, sino en Picanya y Paiporta, el municipio que terminó siendo la zona 0 de la zona 0, pues por el barranco, para que se hagan una idea, llegó a bajar el caudal medio del Nilo, cuatro veces el caudal medio del Ebro.

Nadie vovió a preguntar por los barrancos

También ha explicado que nadie les volvió a preguntar por la situación de los barrancos. Increíble, sí, pero también cierto. Así, lo que ha quedado evidenciado es que no había nadie al frente de la emergencia. Una emergencia, la DANA, que finalmente acabó con la vida de 229 personas, y con miles más afectadas, en el peor desastre natural que ha vivido la Comunitat Valenciana en su historia.

Pero si ha habido algo fuerte ha sido el hecho de que ha explicado que “nadie de emergencias les dijo que volvieran”. De verdad que llevo varias horas preguntándome ¿pero quién narices hizo bien aquel día su trabajo? Piénsenlo bien, desde Utiel hacia bajo, hacia L’Horta, la situación se iba complicando por minutos con un tsunami de agua y lodo que lo iba arrasando con todo a su paso.

Tenían la información de las miles de llamadas desesperadas de los valencianos al 112, las mediaciones de la Confederación Hidrográfica del Júcar que entreban cada poco por correo y que estaban en el sistema, y las predicciones de la Aemet. Lo tenían todo pero, o no lo vieron o, peor, lo ignoraron

En Emergencias primero, y en el Cecopi a partir de las cinco de la tarde, iban como pollo sin cabeza. Es indecente e inmoral que le seguridad de los valencianos estuviera en manos de semejantes inútiles. El resultado de aquella nefasta gestión es de sobra conocida. Por eso, desde este pequeño espacio, quiero romper una lanza a favor de la jueza y de las acusaciones peersonadas en este caso, pues gracias a todos ellos estamos sabiendo, aunque sea lentamente, qué sucedió aquel 29 de octubre de 2024.