Un juzgado de Valencia ha condenado a 16 meses de cárcel por dos delitos continuados de maltrato animal al dueño de dos perritas, Nala y Esparta, a las que tenía en unas condiciones tan lamentables que una de ellas, Nala, a la que tenía en el balcón con correa, un bozal y un collar de descargas eléctricas, se lanzó por el citado balcón, situado en un tercer piso, tratando de escapar de la situación en la que su dueño la tenía sometida. Aunque la historia es de terror absoluto, hay que decir que ambas perras se encuentran actualmente a salvo, ya que Nala estaba atada y se quedó colgando del balcón hasta que un policía local la salvó. eso sí, dejó toda la pared de la finca con los restos de sangre de sus patas tratando de subir al balcón. La condena, que ha sido por acuerdo de conformidad, se ha podido lograr gracias a que la asociación de Abogados Valencianos en Defensa Animal (Avada).

Según la sentencia emitida por el Juzgado de Lo Penal Número 1 de Gandia, a la que ha tenido acceso ElPlural.com, el ahora condenado tenía las dos perras en su domicilio "en condiciones insalubres, rodeados de heces y excrementos y sin proporcionarles el alimento, agua y la atención veterinaria pertinentes". “En concreto, el acusado tenía a la perra Nala atada en el balcón de su vivienda (en un tercer piso) con collar, bozal y un aparato antiladrido (con descargas), condiciones éstas -a juicio del juez- insuficientes para garantizar la integridad física del can, que provocaron que la perra se descolgara del balcón y quedara suspendida por el cuello, hasta que finalmente fue rescatada por un agente de la Policía Local de Bellreguard”, gracias también a la colaboración de varios vecinos que fueron testigos de la dantesca situación en la que se quedó la perra mientras trataba de escapar de la casa de los horrores en la vivía.

Por su parte, el maltratador ahora condenado, era dueño de otra perrita llamada Esparta, a la que “tenía en un baño de la vivienda en idéntica situación insalubre, a la cual en alguna ocasión golpeó con algún objeto en su lomo y colocaba durante largo tiempo bozales muy apretados y sin salir al exterior”. De hecho, y pese a lo dantesco de las imágenes de Nala colgada de un balcón, que este periódico ha decidido no publicar, Esparta tenía muchas más lesiones por maltrato animal, y su tratamiento veterinario costó casi seis veces más que el de Nala.

Consecuencias

Consecuencia de tales hechos la perra “Nala sufrió lesiones tanto físicas como psíquicas consistentes en marcha ambulatoria, estado mental alerta, condición corporal 1/5, con extrema delgadez un 20% por debajo del peso ideal, caquexia, deshidratación moderada, membranas mucosas congestivas y secas, tiempo de relleno capilar 2 segundos, dientes de color plateado, ganglios linfáticos submandibulares y popliteos aumentados, pabellones auriculares con secreción negruzca, lesiones en las cuatro extremidades en región digital con dolor a la palpación, inflamación de las almohadilla plantares, evidente desnutrición y deshidratación, que requirieron de tratamiento analgésico, limpieza y desinfección de las heridas de las 4 extremidades y de ambos oídos”.

Por su parte, y según la sentencia, la otra perra, Esparta, “sufrió lesiones tanto físicas como psíquicas consistentes en marcha ambulatoria, estado mental alerta, condición corporal 1/5, con extrema delgadez un 20% por debajo del peso ideal, caquexia, deshidratación moderada, membranas mucosas congestivas y secas, tiempo de relleno capilar 2 segundos, ganglios linfáticos submandibulares y popliteos aumentados, pabellones auriculares con secreción negruzca, lesiones eritematosas y alopécicas con inflamación de región nasal, periocular y oral, lesiones alopecicas con inflamación en la zona del lomo, lesiones costrosas y ulcerativas en las 4 extremidades con sobrecrecimiento, deformidad de la placa de las uñas con dolor anormal, evidente deshidratación y deshidratación, que requirieron limpieza y desinfección de las heridas y de ambos oídos”.

Una vez decomisados ambas perras, fueron depositadas en la Protectora de animales de Oliva, y posteriormente en el caso de Nala entregada a su anterior propietaria, quien pese a reclamar la indemnización civil que en derecho corresponda, “pero no ha acreditado gasto alguno derivado el cuidado o recuperación de la perra”. Ya que los gastos iniciales de estancia y veterinarios ocasionados por Nala y por Esparta se hizo cargo la asociación para el Benestar Animal de Bellreguard, los cuales ascienden en el caso de Nala a 90 euros y en el caso de Esparta a 570 euros, que son reclamados por dicha asociación.