''Tuve miedo a perder el trabajo'', dice Vanessa, una joven de Castellón que trabaja de administrativa en el sector cerámico. Al inicio del confinamiento su empresa le ofreció la posibilidad de teletrabajar para evitar entrar en ERTE o perder días de vacaciones, y aceptó. Sin embargo, solo estuvo trabajando desde casa un mes.

Junto a otra compañera, volvió a la oficina por voluntad propia. ''Las últimas dos semanas me empecé a sentir insegura y con miedo a perder el trabajo'', asegura, por lo que quiso volver a la oficina. ''Sentía que no podía dedicarme al 100% desde casa. No se rinde igual'', afirma.

Y es que, más de un año después del confinamiento, el teletrabajo se ha reducido a la mitad. Los ocupados que trabajan desde sus casas representan ahora mismo un 17,2%, lejos del 30,1% de hace un año. Según el estudio de CCOO 'Condiciones de trabajo y salud tras un año de pandemia', este descenso se debe a que la mayoría de puestos de trabajo en España no son compatibles con el teletrabajo.

Que el sitio donde duermo sea también mi sitio de trabajo me descoloca y me desmotiva

Vanessa asegura que desde casa no se tienen los mismos medios para trabajar. ''Había archivos físicos que seguían en la oficina, por ejemplo. Además, algún día que quedaba algo por terminar dedicaba mi tiempo libre a hacerlo''. Pero la de Vanessa no es la única opinión negativa sobre el teletrabajo.

''Después de estar sola en casa tantas horas al día, cada vez se me hace más difícil'', dice Emma E., creadora de contenido y Community Manager. Ella trabaja en casa desde que decretaron el primer estado de alarma en marzo de 2020, por eso asegura que necesita volver a la oficina. ''Una parte muy importante es socializar, ver un ambiente de trabajo e intercambiar ideas. Verme siempre en casa y que el sitio donde duermo sea también mi sitio de trabajo me descoloca y me desmotiva'', afirma. 

Según el informe de CCOO, el 60,6% de los trabajadores cree estar en riesgo de sufrir algún problema de salud mental, una cifra cinco puntos superior a la de 2020 y el doble de la de hace cinco años.  

En ese sentido, Emma asegura que esta situación le ha afectado también a nivel físico. ''A mí me duele el cuello, me duele la espalda, noto más cargados los hombros... mi escritorio y mi silla no están hechos para trabajar tantas horas. Además, uso un portátil. Es diferente'', afirma. 

Según un estudio de Top Doctors, tras el cambio de hábitos por el Covid, el 63% padece dolor de espalda y el 60% tiene problemas de visión. Por otra parte, una investigación del Colegio General de Psicología de España afirma que 1 de cada 4 personas tiene síntomas de depresión, mientras la primera encuesta sobre la salud mental publicada por el CIS concluye que el 41,9% tiene problemas para dormir.

Teletrabajar, también es positivo

Sin embargo, no todo es negativo. Hay quienes ven trabajar desde casa como una oportunidad. Carlos P., administrativo del sector de la banca, lleva teletrabajando desde la cuarentena y asegura que es positivo. ''Vivo lejos y al tardar una hora en ir al trabajo pierdo mucho tiempo en el transporte. Gano tiempo al día y tranquilidad de estar en casa'', dice. 

A nivel laboral, considera que no le ha afectado trabajar desde su propia casa e incluso el volumen de tareas sigue siendo el mismo. No obstante, Carlos sí destaca un inconveniente: la soledad. ''Estás todo el día encerrado en casa y no te relacionas'', asegura. Por eso, optaría por una modalidad de teletrabajo parcial que le permita ir a la oficina algunos días de la semana para ''socializar con los compañeros''. 

Otro de los puntos a favor que destacan quienes teletrabajan es la flexibilidad. Pepa, periodista y responsable de comunicación de una empresa, asegura que esta modalidad le permite compatibilizar varios trabajos, algo que no podría hacer de otra manera. ''En una ciudad como Madrid, los desplazamientos pueden llevarte horas… Es como si me teletransportara y pudiera estar en distintos sitios prácticamente al mismo tiempo. No perder dos o tres horas para mí es un lujo'', afirma. 

Hay gente que no sabe respetar el tiempo de descanso

Este, el de no invertir horas en el transporte, es uno de los beneficios de llevar la oficina a casa. También la comodidad, la tranquilidad o la conciliación. ''Puedo atender necesidades urgentes [...], paso más tiempo con mis hijos y mi mascota [...], trabajo en pijama, no pierdes tiempo en las máquinas del café... Rindes al máximo en el tiempo de trabajo'', asegura Pepa. 

Sin embargo, incluso quienes prefieren teletrabajar también ven algunos inconvenientes. Pepa pone el foco en la cultura del 'presentismo'. ''Algunos jefes están instalados en la creencia de que estar en casa y trabajar, no cuadran. Empiezan a mandarte trabajo, trabajo y trabajo… una sobrecarga que me genera mucha tensión'', asegura, y añade otro punto clave, la desconexión.

''Hay gente que no sabe respetar el tiempo de descanso, y te envía emails a todas horas, y Whatsapps, y planificaciones irracionales que si no pones límites te llevarían a estar trabajando para ellos todo el día, los siete días de la semana'', concluye. 

Los gastos y la regulación

En lo que sí están todo de acuerdo, tanto los que prefieren seguir teletrabajando como los que apuestan por volver a la oficina, es en la necesidad de que hubiera habido una regulación desde el inicio del confinamiento. 

''Tendría que haber habido una regulación antes, pero en este país el teletrabajo no estaba en la mente de nadie y nos pilló el toro'', afirma Carlos. Algo que también secunda Pepa, quien achaca este hecho a la falta de tradición de trabajar desde casa. ''Hasta el inicio de la pandemia, el teletrabajo en nuestro país era algo anecdótico, casi pintoresco. Es más una cuestión de falta de cultura empresarial moderna y flexible, que económica o laboral'', afirma.

No me han pagado absolutamente nada

En este aspecto, también todos los entrevistados aseguran que un punto clave son los gastos que ahora ellos tienen que afrontar. Algo que ninguna de sus empresas subsana. ''No me han pagado los gastos, he cobrado lo mismo que desde la oficina'', dice Vanessa. Emma, incluso, asegura que ella tiene que trabajar con su ordenador personal. ''Los gastos de luz y calefacción, aire acondicionado... ni los cafés que me tomo para estar espabilada. No me han pagado absolutamente nada'', asegura con algo de humor. 

Pepa, además, señala que, cuando planteó la compensación de los gastos en una de las empresas en las que trabaja, esta le invitó a trabajar desde la oficina, ''aun cuando eso suponía romper el acuerdo'', dice. Algo parecido le sucede a Carlos: ''Nos dijeron que estaban viendo cómo iban a pagar los gastos pero de momento no sabemos nada, no dicen nada''.