El rey emérito, Juan Carlos I, recibió millones de euros en donaciones de Arabia Saudí desde el mismo comienzo de su reinado. Es la información que avanza en exclusiva El País este domingo: Jalen Bin Abdelaziz pagó 10 millones de dólares (unos 9 millones de euros al cambio en la actualidad) al ex monarca nada más comenzar su reinado, según fuentes cercanas a la administración de los bienes del emérito. Tanto este pago, como otros que vinieron después, se mantuvieron en secreto, ingresando el dinero en Suiza y otros paraísos fiscales y guardando completo silencio sobre el asunto.
En concreto, esta primera donación se ingresó en una cuenta de un banco suizo y fue la primera que la familia Al Saud, dinastía real saudí, hizo al emérito semanas después de su nombramiento como monarca el 22 de noviembre de 1975. "Fue un regalo de rey a rey, una donación nada más acceder a la corona. ‘¡Qué barbaridad, han sido muy generosos!’, me confesó entonces Don Juan Carlos. Sofía no tenía una dote relevante y el rey menos aún. Los saudíes querían reforzarlo para que pudiera disponer. El rey viajó personalmente a Riad con Manuel Prado (su asesor económico) para agradecerlo", expone uno de los testigos al citado medio. "Cuando Juan Carlos I y Sofía se casaron, recibieron algunos regalos muy valiosos, un collar espléndido y otras joyas, pero no podían venderlos", añade.
Este primer pago sirvió para comenzar una senda de cuantiosas donaciones. Por ejemplo, la Casa de Al Saud depositó en segunda instancia otros 36 millones de dólares (33 millones de euros) en las cuentas del monarca, que fueron recogidos por Alonso Manglano, entonces director del Cesid (organismo equivalente al actual CNI), en sus memorias, publicadas en 1989, 14 años más tarde. Presuntamente, este dinero llegó, según argumentó el propio Juan Carlos I a Manglano, para "financiar la Transición". Por otra parte, Juan Carlos también recibió de los saudíes un crédito de 50 millones de dólares, que invirtió y con el que pudo ganar, presuntamente, otros 18 millones de euros. Ninguno de estos ingresos fue declarado a Hacienda: siempre según el citado medio, "en aquellos años, el rey preguntaba a su círculo más íntimo si tenían cuentas fuera, en Suiza u otros lugares, para depositar ese dinero". 100 millones de euros entraron de parte del Ministerio de Finanzas de Arabia Saudí en 2008, sin que la Agencia Tributaria estuviera tampoco al corriente de ello.
Manuel Prado, (uno) de los administradores
El principal administrador en la sombra del patrimonio del rey Juan Carlos fue Manuel Prado, presidente de Iberia entre 1976 y 1978 y senador por designación real, pero no fue el único. Prado era de la máxima confianza del rey y ajeno a la familia real, pero el emérito necesitaba que alguien "ejerciera vigilancia sobre él para saber lo que hacía con su patrimonio", además de querer a "alguien más cercano" para esta ocupación. Es entonces cuando entró en escena Simeón de Sajonia-Coburgo-Ghota, Simeón II de Bulgaria.
"Manolo Prado era de confianza y llamaba patrón a Don Juan Carlos. Los ataques que iban contra el patrón los asumía él, era como un parapeto, pero ajeno a la familia. Pero el rey quería entonces a alguien más cercano", señalan las fuentes de El País. Por aquel entonces, Simeón II de Bulgaria era presidente de Thompson y viajaba habitualmente a Marruecos. Esta decisión no le sentó bien a Prado, que nunca dijo nada, pese a la molestia. "El rey no llevaba sus cuentas. Ordenaba y se desentendía. Era desordenado", recuerda otra persona cercana a la investigación.
Apenas existe rastro documental de esta etapa, más allá del trust The JRM2004, un fondo financiero de 15 millones de euros en Jersey que lleva unas iniciales. Estas responden a Joaquín Romero Maura, un banquero que trabajó en Londres con Prado que también fue profesor universitario y al que entregaron 15 millones de euros para ser ocultados. El gestor de este dinero, John Ruddy, argumentó que el objetivo del dinero era financiar a la Corona en un hipotético golpe de Estado, pero que debido a la estabilidad política española, ese objetivo se descartó y pasó a ser necesario ocultar esos fondos, porque si la opinión pública se enteraba de su existencia, "sería embarazoso".
¿Dónde está todo ese dinero?
El destino de la primera donación recibida por Juan Carlos I, los 10 millones de dólares que recibió del rey saudí, es un misterio. Tampoco se conoce dónde fueron a parar los 1,9 millones de dólares (unos 1,7 millones de euros) que recibió en 2010 como donación del rey de Bahréin y que fueron entregados en Ginebra a Arturo Fasana, el gestor de su cuenta suiza en la banca Maribaud, según avanzó también El País y acreditó el fiscal jefe del cantón de Ginebra, Yves Bertossa. Se ignora cuál fue el destino de los 36 millones apuntados por Alonso Manglano en sus memorias: solo está acreditado documentalmente el paradero de la fortuna que afloró durante la investigación del fiscal Yves Bertossa en Suiza y la de la Fiscalía del Tribunal Supremo en España. Ambas están archivadas. En cuanto a los quince millones de euros de Jersey, diez de ellos fueron a parar a una ONG británica por expreso deseo de su último beneficiario, Joaquín Romero Maura, fallecido en 2022.
De los 100 millones que entraron del Ministerio de Finanzas saudí en 2008, 65 de ellos siguen en poder de Corinna Larsen, expareja del rey emérito. Juan Carlos I se los donó "de forma irrevocable" en 2012, cuando el banco suizo Mirabaud & Cie le hizo eliminar su cuenta a nombre de la sociedad panameña Lucum. Cuando se produjo la ruptura, el ex monarca intentó, sin éxito, recuperar el dinero. Su rastro fue detectado por última vez en una cuenta de Larsen en Nassau, un paraíso fiscal de Bahamas. Al menos 39 millones salieron en dirección a varias cuentas de la amante del rey. Con el dinero, la alemana se hizo con una mansión de 6,7 millones de euros que puso a nombre de una fundación, cuyo beneficiario es su hijo Alexander, de 18 años.
Sin embargo, quedan aún cabos sin atar, como los cinco millones que recibió Larsen del Gobierno de Kuwait en una de sus cuentas del Mirabaud & Cie, que llegó semanas después de que el emérito visitara este país. Los tres millones que transfirió desde la cuenta suiza para comprar dos apartamentos en la estación de esquí de Villars fueron préstamos que ya están devueltos, según la alemana. Larsen también fue beneficiaria de un terreno en Marrakech valorado en casi dos millones, un regalo del rey de Marruecos.