Se acabaron las vacaciones, los Maxibones y las tardes de playa con bocata de Nocilla. Ha llegado la vuelta al cole, un fenómeno del que ni siquiera las princesas escapan. Que se lo digan a Leonor, la Princesa de Asturias y heredera al trono del Reino de España, que vuelve este 11 de septiembre a su colegio, donde destaca la fijación de la Reina Letizia por los alimentos que ingiere y donde la seguridad y el protocolo son máximos.

Leonor y su hermana vuelven este 11 de septiembre al Colegio Santa María de los Rosales, el mismo al que acudió Felipe VI, cuando se prevé que sus padres vuelvan a acompañarlas hasta la puerta. A diferencia de otros herederos, como los de Dinamarca, Suecia y Holanda, la princesa y la infanta no van a un colegio público, sino a uno privado laico que ofrece formación religiosa católica y que cuesta 7.000 euros al año.

Atrás quedan los tiempos en que Leonor se mostraba ingenua y pensaba que todos sus compañeros de clase compartían con ella su status social y se mostraba extrañada porque no tuvieran escoltas siguiendo sus pasos. En concreto, seguridad femenina que, sin embargo, no cruzan el umbral de la clase, según cuenta Paloma Barrientos en el portal Vanitatis, donde relatan anécdotas de su vida escolar.

Precaución con la comida

Uno de los datos más curiosos es el de la precaución que mantiene la Reina Letizia con todos los alimentos de Leonor. Un ejemplo tuvo lugar en una de esas fiestas de cumpleaños que los padres suelen utilizar para dejar a sus hijos sin vigilancia. Pero Letizia no se relaja y suele quedarse a vigilar lo que come la heredera. En una de esas ocasiones, la princesa se llenó la boca de chucherías, que escondió en los carrillos como los hámsters. Algo que la Reina no vio gracias a un padre que se interpuso entre ella y Leonor.

En la época en que Felipe VI acudía al colegio, la Reina Sofía nunca se inmiscuyó en la labor del comedor ni en los menús. Algo que sí hizo en principio Letizia, hasta que la directora Pura Sotillos, tutora del actual monarca y ya fallecida, frenó sus intenciones y le aconsejó que no se metiera en la cocina. Pero cuando Sotillos se jubiló, los cuatro menús del colegio sí variaron y desparecieron los fritos, las grasas y los dulces.

Otro momento curioso tuvo lugar cuando Letizia preguntó a unas alumnas más mayores si ellas tomaban pan de espelta. Las chicas respondieron: "Tomamos pan de barra, no de esa marca".

“Lo que pasa en casa se queda en casa”

Poco a poco, Leonor ha perdido espontaneidad gracias a la rectitud aprendida de su madre. Como cuando la regañó delante de otros niños por hablar de la vajilla que la Familia Real usa en Zarzuela. “Lo que pasa en casa se queda en casa” es el mantra que tanto Leonor como Sofía han tenido que aprender.

Para evitar las filtraciones externas, a Zarzuela solo acudían, como mucho, un par de amigas a las que también se aleccionó con la prohibición de hacer comentarios más allá de su familia. Poco a poco, también acudió algún niño a jugar, pero una vez se coló un niño paparazzi.

Fruto de estas preocupaciones, uno de los momentos más controvertidos fue la prohibición a los padres de otros niños de algo tan típico como grabar las funciones del colegio en las que participase Leonor. Muchos padres se quejaron, pero ahora ya se han acostumbrado a que un profesional las grabe y les pase después una copia editada donde no aparezca la heredera.

La precaución llega hasta tal punto que cada familia tiene solo dos puestos para asistir a la función. Y sólo pueden ceder la silla a un familiar directo si antes han avisado con tiempo suficiente para hacer las pertinentes comprobaciones de seguridad. Algo que también molestó al resto de padres, pero que han acabado aceptando.