“Culto de los fetiches”, “veneración excesiva de algo” y “desviación sexual que consiste en fijar alguna parte del cuerpo humano o alguna prenda relacionada con él como objeto de la excitación y el deseo”. Estas son los tres significados que la Real Academia Española (RAE) atribuye a fetichismo.

De todos, el más apropiado es, seguramente, el segundo por varias razones, pero las más reseñables son que esta práctica no está únicamente relacionada con el sexo -aunque el pensamiento de que es así está muy generalizado- y que no se puede calificar como “desviación”, sino que habitualmente se trata de algo de lo más normal, aunque no por ello es incierto que hay fetiches más llamativos que otros.

“El fetichismo es la creencia de que determinados objetos o materiales poseen poderes sobrenaturales. Sin embargo, si queremos entender el fetichismo desde el punto de vista sexual, hay que saber que esta devoción recae sobre partes del cuerpo (no genitales), prendas u objetos de aspecto singular que nos provocan una gran excitación sexual.  El fetichista se pone a mil con tan solo imaginarse determinadas escenas”, explica la socióloga y portavoz de JOYclub, Cecilia Bizzotto, a ElPlural.com.

Esperanza Gil, responsable de la tienda erótica Amantis en Russafa (Valencia), psicóloga y sexóloga, asegura que “todos somos fetichistas en mayor o menor grado” porque “todos sentimos una preferencia especial hacia ciertos objetos, prácticas sexuales o la estimulación de unas partes del cuerpo más que otras”. Ambas expertas explican a este medio como motivo del día de San Valentín un poco más sobre un asunto que, pese a estar muy presente en el día a día -más de lo que mucha gente pueda imaginar- sigue escondiendo cierto tabú.

Fetichistas “desde que el mundo es mundo”

El fetichismo no es lo mismo que las tradiciones sexuales que existen en algunas partes del mundo, pero se pueden apreciar ciertas similitudes en algunas de ellas. Por ejemplo, en la Austria rural las mujeres jóvenes realizan un baile tradicional con rodajas de manzana en la axila y después de bailar van hacia el hombre que es de su interés y les ofrece una manzana impregnada de su olor.

A esta escena pueden sumarse otras como la que realizan algunas tribus nepalíes en el Himalaya, donde es común que los hermanos compartan esposa; o que las mujeres se travistieran en la Antigua Esparta para aumentar el placer de los guerreros. Las imágenes expuestas pueden sonar alocadas, pero no hay que pasar por alto algunos gustos o fantasías sexuales que se dan en nuestra sociedad todavía en la actualidad: tríos, intercambios, uso de determinados objetos o ver a la pareja vestida de una forma concreto o haciendo algo puntual, incluso fuera del sexo.

Así las cosas, hay quienes aumentan el placer cuando ven a la otra parte conducir, se pone determinada ropa o disfraces o le tocan los pies o las manos. Incluso el mero hecho de sentir placer al tener un plato de comida delante es fetichismo, tal y como nos explican. “Me temo que somos fetichistas desde que el mundo es mundo. Las manos, los dedos de los pies, los hombros o las orejas forman parte del vocabulario diario de determinados fetichistas que se excitan mucho con solo imaginarlos o teniéndolos delante”, asegura Bizzotto. “El fetichismo ha sido y será siempre bastante habitual, porque, aunque no a todos nos gustan las mismas cosas, siempre hay algo que nos excita más allá que el propio acto sexual”, añade.

Fetiches más llamativos

“No tienen por qué ser raros. Hay quien se excita mucho viendo a su pareja conducir por la manera en la que mueve las manos o coge la palanca de cambios. A cada persona le pone a cien una cosa diferente y no por eso tiene por qué ser raro, sino menos convencional que lo que les gusta a otras personas”. Esto es algo que las dos profesionales quieren dejar claro, aunque las declaraciones corresponden a Bizzoto, quien enumera algunos de los fetiches que más pueden llamar la atención.

Las medias, los tacones, o los antifaces son algunos de ellos. “Pero del mismo modo, también hay quien se excita extremadamente cuando espía a otra persona cuando esta se masturba o tiene relaciones sexuales con una o varias personas. Mientras tanto, hay otros a los que jugar a ser vistos y sentir que son pillados, les hace correr la adrenalina a mil por hora”, con una media risa. Asimismo, tilda también de “bastante feticheable” jugar a los roles (detectives, médicos, bomberos…): “Puede ponerte muy caliente ver a tu pareja cómo se transforma en algo que nada tiene que ver con ella, ver cómo se desenvuelve en su rol y cómo respondes a sus peticiones o sugerencias. Tener sexo con tu pareja o con un desconocido totalmente caracterizado de algún personaje en particular gusta mucho a quien busca la excitación plena de esta manera”.

En este sentido, Gil reconoce haber visto prácticamente de todo: “Una vez nos llamaron por teléfono para preguntarnos por la posibilidad de comprar muñecos hinchables con forma de oveja. No se trataba de una broma, sino de una petición seria de un cliente al que le atraía la idea de practicar la zoofilia sin tener que lastimar a un animal”.

Empujados por un movimiento cada vez más normalizado, desde Amantis reconocen que están orientando más una parte de su trabajo a satisfacer ciertos deseos sexuales. Así las cosas, explican a ElPlural.com que están ofreciendo “talleres con profesionales” o accesorios de su nueva marca dirigidos a la dominación o BDSM, -como mordazas, fustas, máscaras, palas, ataduras, lencería de piel ecológica y un largo etcétera- así como otros más “divertidos”.

“Nos estamos animando a crear juguetes súper random y fantasiosos que expresan nuestro sentido del humor Amantis: penes de Ewok, geles vibragel que provocan la salivación masiva, pechos con boca, vibradores con forma de calamar y muchas otras novedades que, por el momento, no podemos desvelar”, apunta con un ápice de secretismo.

Rompiendo el tabú

Ambas expertas dejan claro que, siempre con respeto hacia uno mismo y la otra persona, no hay nada “raro” ni “prohibido”. “No hay preguntas tontas en Amantis, todas son importantes”, declara la sexóloga que ha hablado para estas líneas”. “Además, solo con poner un pie en nuestra tienda te darás cuenta de la variedad sexual que existe”, apostilla. Por su parte, su homóloga socióloga es consciente de que hace décadas el término se atribuía a un “trastorno” pero que, con el tiempo, se ha entendido que “todos llevamos un fetichista dentro”.

“¿A quién no le gusta fantasear o imaginar dándolo todo en ambientes poco convencionales? ¿O utilizando objetos poco habituales? ¿No pasamos horas mirando páginas de juguetes sexuales con los que mejorar el sexo con nosotros de manera individual o con quien nos apetezca en cada momento? ¿O acaso ttiene un problema la persona que se pone muy feliz cuando come un determinado plato de comida? ¿Cómo va a tener un problema quien obtenga una dosis extra de placer por medio de cualquier práctica sexual llevada a cabo con el debido respeto?”, pregunta. “El fetichista tiene deseos que van más allá del sexo tradicional, no es más que eso, algo que está en nuestro día a día y en nuestra vida”.

Rihanna, Lady Gaga, Robert Pattinson… los famosos también son fetichistas

El fetichismo, por lo tanto, es algo totalmente extendido y que todo el mundo, quien más y quien menos, practica. Hasta ciertas personas famosas han explicado en algún momento su lado más íntimo y se han reconocido fetichistas: cantantes, actores… a todo el mundo le excita sobremanera algo.

Ya Madonna puso sobre la mesa uno de los fetiches más relacionados en la actualidad con el término: los pies. La cantante aparece chupando esta parte del cuerpo a Naomi Campbell en la contraportada de su álbum Erótica. También el artista Marilyn Manson es fetichista de los pies; o Quentin Tarantino, quien lo demuestra en Pulp Fiction.

En la misma línea, es sabido que una de las debilidades de Scarlet Johansson es practicar sexo en el coche, mientras que a Rihanna le encantan los azotes en las manos o Lady Gaga obsequia con sus pestañas a quien tiene relaciones con ella. En esta dirección, Beyoncé, por ejemplo, se asume fetichista del arte, por lo que le encantaría mantener sexo en el Louvre, y a Robert Pattinson (Crepúsculo o Harry Potter y el cáliz de fuego) le atrae el olor corporal de las mujeres.

“Me encanta cualquiera de estos fetiches”, se sincera la portavoz de JOYclub sobre algo tan normal que son varias las celebrities que, evidencia la psicóloga, sexóloga y encargada de Amantis a orillas del Turia, han acudido a la tienda. “Aunque algunas prefieren comprar online para no ser vistos por otras personas, muchos otros prefieren visitar nuestras tiendas y preguntar con total confianza a nuestro equipo”, concluye orgullosa.