Hay infinidad de estudios sobre el consumo de pornografía en el mundo y España, pero sin duda uno de los elementos más importantes que se desprende de cualquiera es que los jóvenes cada vez acceden antes al cine para adultos, a sabiendas de que está a un solo click y se ofrece de manera totalmente gratuita en la mayor parte de los casos. El nuestro no es el territorio que más pornografía consume del mundo, aunque sí uno de los que más arriba se sitúa. 

Con todo, la problemática sigue residiendo en los jóvenes, como muestra un análisis reciente de Baleares, según el cual 7 de cada 10 recurren a páginas porno de manera habitual y un 8% de ellos termina por sufrir adicción.

Otros datos reveladores de este documento es que el 90% de los jóvenes consume este tipo de contenidos, mientras que 3 de cada 10 reconocen acceder a través de la web todos los días. Asimismo, la pornografía que ven los adolescentes se caracteriza por ser cada vez más violenta, de manera que 3 de 4 dicen buscar contenidos en los que la mujer es denigrada o humillada. 

El 30% de hombres violaría si no tuviera consecuencias, según un estudio de 2016

La trata de personas, los abusos y violencias, es un tema que preocupa a todos de forma unilateral. Además, habida cuenta los innumerables abusos que sufren las mujeres solo por el hecho de ser mujeres a lo largo de su vida, podemos imaginar que en el nombre del porno y durante sus producciones estos abusos se puedan multiplicar. Tanto más cuanto más se haga al margen de la legalidad, en la sombra, sin protección ni amparo", emplaza la artista erótica y portavoz de Amantis Sandra Torralba (consulte aquí su trabajo completo) quien, no obstante, defiende que el porno a golpe de click que muestra esa cruda ficción-realidad no es el único que existe y que hay posibilidad de hacer otros tipos de contenidos

Lo mismo que Cecilia Bizzotto, socióloga y portavoz de JOYclub España , que califica asimismo de "preocupante" y de "suma importancia" el hecho de que "los hombres se sientan excitados y se autocomplazcan al ver vídeos en los que se muestra a mujeres llorando, gritando desesperadamente, luchando por liberarse, sufriendo o en estado de shock mientras son víctimas de violación". 

"La capacidad de encontrar excitante este tipo de escenas es un paso crucial en el proceso que les permite luego ejercerla. La pornografía construye un deseo sexual masculino que no solo no rechaza la violencia contra las mujeres, sino que incluso la encuentra estimulante, convirtiéndola en algo compatible con obtener placer", lamenta mientras accede a un estudio del profesor Massil Benbouriche, quien concluyó que el 30% de los hombres violarían si esto no tuviera consecuencias. Quizás esto haya cambiado ahora, pero no deja de ser un dato llamativo, por definirlo de un modo sutil.

"A esto se añade que el 85% de los abusos sexuales infantiles los realizan los familiares. ¿Es esto culpa del porno? No en exclusiva, pero el consumo masivo y generalizado está ayudando a construir una idea concreta del deseo que se suma a la falta de educación sexual, al patriarcado sistémico y a normalización de la violencia de género", sentencia Benbouriche.

Los adolescentes (y no tan adolescentes) repiten en la vida real lo que ven en la pantalla

Hace unas semanas, el actor de cine para adultos Nacho Vidal confesaba en una entrevista con Jordi Évole que había tomado conciencia a la hora de grabar determinadas escenas después de que algunos adolescentes dijeran que hacían a sus novias cosas que él grababa con actrices, muchas veces sin preguntar o aunque éstas se mostrasen incómodas por momentos. Por otro lado, está la otra parte, la de la pareja que no dice que no por pudor o por miedo al rechazo. En resumidas cuentas, para satisfacer única y exclusivamente el deseo sexual de la otra persona. 

El principal problema o, al menos, uno de los que se hace hincapié en estas líneas es, precisamente, el que tiene que ver en el consumo a edades tempranas. A las cifras ya mencionadas puede añadirse las que recogen las actas del XIX Congreso de Investigación Educativa que ha facilitado a este medio Bizzoto. Éste refleja cómo el 60% de los adolescentes encuestados empezaron a ver porno antes de los 16 años y que cerca del 40% lo considera una fuente de educación sexual, mientras que para el 30% es la única. 

Sobre ello exponen sus estudios también las dos expertas, a sabiendas de necesidades que pasan porque la casa y los espacios educativos sean lugares donde poder hablar con total libertad sobre sexo, de poner el foco en ese consumo prematuro, de diferenciar ficción de realidad y, evidentemente, de dejar claro que no hay práctica sexual negativa siempre y cuando sea consensuada. Para ello, y con la realidad de que erradicar la industria es poco menos que una utopía, creen que, en la utilidad de la misma desde un punto de vista transformador, en el que la pornografía no se centre en el placer solo masculino y en un sistema patriarcal. ¿Es esto posible?

Cambiar de postura al porno

Después de una mesa redonda con varias actrices y personas del mundo consideran que sí y hablan de un porno "ético" que "defienda los derechos y la dignidad de todas las personas involucradas". No son ajenas a la realidad que viene ejemplificada en casos como el de Pornhub, uno de los canales pioneros en la industria y que recientemente tuvo que eliminar diez millones de vídeos al tratarse de escenas que "se viralizan sin restricciones de ningún tipo, cada vez más radicalizado y que educa en que la violencia y la agresividad son sinónimo de placer".

"La industria está cambiando en dos direcciones: por un lado, hay directoras e intérpretes que han querido apropiarse de ella para ofrecer un contenido que no sólo esté hecho por y para hombres, respetando además unas condiciones laborales dignas. Por otro lado, internet se llenan cada día más de contenido sin revisar al cual acceden las infancias desde los 8 años y al que llegamos todas sin ningún tipo de educación sexual que nos permita diferenciar el porno de la realidad", expone Torralba. 

La también fotógrafa erótica entiende que haya quien tenga una visión del porno como "institución patriarcal" y de "negocio que no puede por definición ni ser bueno ni ético ni feminista", pero cuenta: "A mi modo de entender, lo realmente machista son las personas que lo generan o consumen, y no es distinto en eso de cualquier otro sector: la historia es machista porque se ha redactado ignorando y silenciando las aportaciones de las mujeres, no porque nunca hiciéramos nada de interés. Los titulares, la publicidad, las convenciones sociales son machistas porque las escribe una sociedad machista. El porno a manos de personas feministas no es machista".

Las dos subrayan en que lo primero es "garantizar la legalidad, los derechos y necesidades de los trabajadores, así como el esfuerzo de celebrar la diversidad, la equidad y la autocrítica". Torralba acentúa de este modo que "el porno nunca ha sido un producto homogéneo" y que "aunque es cierto que hay una amplia tendencia a representar modelos sexuales llenos de violencia y agresión, centrados en el placer masculino y la exigencia de prácticas extremadamente demandantes que proporcionan una visión distorsionada y tóxica del sexo también se llevan décadas luchando por transformar y mejorar la industria, sus contenidos y representaciones". 

"La educación sexual es más necesaria que las matemáticas"

Desde un punto de vista más sociológico, Bizzotto respalda a su compañera en que el porno "es una realidad" a su juicio "infinitamente más compleja de prohibir debido a la infinitud del universo virtual". Por ello, ve fundamental -ambas lo hacen- el acceso a una educación sexual desde el placer mutuo.  

"Es necesaria -y quizá más que las matemáticas o la lengua- una asignatura que nos enseñe a vincularnos, a auto conocer nuestros cuerpos, a respetar otras identidades y orientaciones, a ser críticas con lo que vemos en Internet. Si la gente supiera lo que hay detrás de la industria del porno mainstream o de cómo construyen tu identidad sexual todas esas escenas de agresividad y violencia injustificadas… seguiría consumiendo porno, pero quizá otro porno", defiende mientras apunta que este otro tipo "es normalmente de pago". 

En esta senda, señalan, se está trabajando y ponen ejemplos muy concretos como el de la guionista Paulita Pappel, quien tiene un curso gratuito que se llama How to watch porn (Cómo ver porno), que presenta en 8 lecciones temas relacionados con el consumo de pornografía, proporcionando información y ejercicios prácticos para desarrollar una relación personal más sana, consciente e intencional; o el proyecto de Erika Lust, The Porn Conversation, un proyecto sin fines de lucro que ofrece herramientas gratuitas y de fácil acceso para que las familias y los educadores hablen con los jóvenes sobre el sexo, comenzando con el tema de la alfabetización pornográfica. 

Especialista en redes sociales, Bizzotto se refiere de la misma manera a la divulgación de contendido pedagógico, algo a lo que ella se dedica en redes sociales y que se antoja "enormemente complicado": "Paralelamente al desconocimiento o indiferencia familiar las que podrían ser una fuente de contenido gratuito y accesible para las adolescencias, las redes sociales, están completamente capadas por lo que es muy difícil divulgar contenido pedagógico sobre erotismo. La censura es cada día más fuerte; vivimos en un mundo terriblemente hipócrita, donde los que prohíben que hables de sexo de un modo educativo son seguramente los mismos que no dejan de masturbarse mirando vete tú a saber qué porno", lamenta.

Categorías más vistas 

Dentro de la pornografía hay secciones de dominación (BDSM), hardcore y escenas muy alejadas de la realidad que diversos estudios vinculan con el comportamiento en las relaciones afectivas y el comportamiento a la hora de ejercer relaciones sexuales. Tanto es así que se han relacionado casos de abusos sexuales con el porno. De hecho, la palabra "violación" fue la más buscada, según un análisis que extrajo en 2017 conclusiones de diversas páginas pornográficas. 

Partiendo de nuevo de algo demostrado, es igualmente importante destacar que cualquier manera de tener relaciones, siempre que sea consentida, es válida. "El problema es cómo hemos aprendido que producir dolor físico, específicamente a mujeres, es siempre excitante y no requiere de ningún permiso. Prácticas que vemos en el porno constantemente son los azotes en la cara, escupir o terminar en cualquier parte del cuerpo sin avisar (...) Tirar del pelo, hacer que la chica llore o vomite... No es que estén mal hacer esto en la vida real, sino dar por hecho que todo el mundo quiere y que quiere siempre, porque además no se muestra el momento previo a la escena, cuando se produce un consenso", explica la sexóloga. 

Las categorías más vistas son Hentai, Japonés, MILF y entre mujeres, según otros barómetros que reflejan también tendencias interesantes como que la categoría reality había crecido +169% encontrándose dentro de su top 20 o el aumento del consumo pornográfico entre mujeres un 36%. Esto último, en cierto modo da pie también a que éstas se "eduquen" a la inversa con la pornografía. ¿Es todo esto moldeable? Y, sobre todo, ¿es posible que lo sea? ¿No hay ninguna opción que pase por la abolición? Nosotros dejamos las preguntas para que el lector responda.