Pese al revés judicial que recibieron el pasado mes de septiembre, Juan Cuatrecasas tiene claro que rendirse no es una opción. El padre de la víctima del conocido como caso Gaztelueta reivindica la entrada del exprofesor de Religión que abusó de su hijo en prisión. “Un pederasta condenado no puede estar en la calle”, explica el también diputado socialista a ElPlural.com. Y así lo dictaminó en un primer momento la Audiencia Provincial de Vizcaya cuando condenó al acusado a once años de cárcel por abusar sexualmente de un menor. 

Sin embargo, el caso dio un giro de 180 grados tras el recurso de casación que presentó la defensa del acusado al Tribunal Supremo. El alto tribunal rebajó la condena a dos años al considerar que los episodios más graves que narró la víctima años más tarde no pueden ser “totalmente probados”. Un jarrón de agua fría para la familia de la víctima puesto que el condenado podría librarse de pisar la cárcel. 

Por ello, este pasado lunes la abogada de la familia ha solicitado a la Audiencia de Vizcaya la entrada formalmente en prisión del condenado. “La gravedad de los hechos expuestos no queda atenuada por la pena impuesta de dos años, ya que constituyen una grave violación de los derechos del niño a la protección y a los cuidados necesarios para su bienestar, tal como establecen la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niños de 1989 y la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea” expone la letrada en el escrito. 

La defensa, por su parte, alega que el condenado cumple los requisitos para evitar la cárcel. Estos, tal y como se recogen en el código penal, son que la pena no sea superior a dos años, que el condenado no tenga antecedentes y que haya mostrado su arrepentimiento. No obstante, Cuatrecasas recuerda que desde la primera sentencia el exprofesor ha reiterado constantemente su inocencia y no solo eso, sino que se ha burlado de su hijo al trasladar que lo perdona por haberle denunciado. “Es evidente que el tercer supuesto no lo cumple. Cuando un pederasta se atreve a decir que perdona a su víctima está claramente incitando a un delito del odio. Parece que no le basta con robar la infancia y la adolescencia a mi hijo y destrozarnos la vida a toda la familia”, critica Cuatrecasas. 

Cambio de residencia por amenazas 

El también presidente de la asociación de la 'Infancia Robada' recuerda que tuvieron que cambiar su residencia por todas las presiones y amenazas que han recibido desde que empezó este proceso. “Yo personalmente sufrí tres amenazas a pie de calle. Hice dos denuncias y se han quedado en el olvido”, lamenta. Y añade que como el Opus Dei, la congregación religiosa a la que pertenece el colegio Gaztelueta, no tiene un registro oficial de miembros, es complicado poder señalar a personas concretas ante este tipo de acciones. “Es una de las pocas organizaciones que tiene el lujo de tener miembros anónimos, algo que choca con un estado de derecho”, sostiene. 

Sobre la posibilidad que más víctimas de este caso salgan a la luz Cuatrecasas no cree que pueda suponer un cambio tajante para que el condenado entre en prisión. “Creo que es más que suficiente que una víctima haya dado ya el paso a denunciar. Tiene suficiente valor. Que hubiese más víctimas no quita que mi hijo haya sufrido abusos sexuales. Es muy triste que a las personas que denuncien se les consideren héroes”, indica. 

Pese a ello, está convencido de que la proliferación de casos de pederastia es “una ola que no va a parar”. Él mismo lo ve día a día desde la asociación que preside puesto que es raro el día en que no reciben una llamada. “Venimos recibiendo llamadas de personas todos los meses de personas que en el pasado fueron víctimas en la infancia. Y del ámbito religioso hemos recibido recientemente tres casos de un pasado no muy lejano”, apunta.