Hay una Iglesia que está lejos de áticos de lujo de 500 metros cuadrados. Hay una Iglesia que está lejos de llevar a dictadores bajo palio. Hay una Iglesia que está lejos de mirarse el ombligo. Hay una Iglesia que no mira por encima del hombro. Es la Iglesia que está más cerca de la gente necesitada. Es la Iglesia que sí cree en lo que predica. Es la Iglesia que considera que el Sermón de la montaña no es solo un texto bonito para leer desde el púlpito. Es la Iglesia que practica la coherencia: “Tuve hambre, y me distéis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí”.

Es la Iglesia que representa el padre Ángel que, además, actúa con responsabilidad. Por eso, a la magnífica labor habitual de Mensajeros de la Paz, se suma la sensatez ante circunstancias excepcionales. Así es que ha decidido dar a los sintecho comida para toda la semana. Se trata de un menú completo y preparado. Se evita así la concentración de gente en los comedores. Además, al tener que ir un solo día, se minimizan riesgos. Eso no es todo. La ONG ha cedido uno de sus centros de mayores para aligerar a los hospitales. Concretamente, el que se encuentra en Pantoja (Toledo). En total, son 200 plazas.

La crisis del coronavirus sacará lo mejor y lo peor de nosotros. Ya lo está haciendo. En el caso de lo mejor, por supuesto, está el padre Ángel y sus Mensajeros de la Paz. No hay sorpresa. Tampoco hay sorpresas en el otro sector. La ruindad, el aprovechamiento político de una tragedia y la insolidaridad se profundizan.

Más triste aún será ver a los que creíamos solidarios actuar presos del egoísmo. Ante situaciones límite se comprueba la verdadera valía de la gente. No solo eso, se pone también en valor el trabajo de muchísimos que son postergados en favor de la eficiencia y la competitividad. Hoy, algunos se dan cuenta de lo que vale un enfermero, un cajero de supermercado o el conductor de un camión.

La fundación del padre Ángel es más visible que nunca, pero su trabajo silencioso hace años funciona. Nació centrada en crear hogares para niños y jóvenes sin familia, para que no cayeran en la marginación. Desde hace cinco años gestiona la iglesia de San Antón, abierta las 24 horas para acoger a los sintecho y ofrecerles alojamiento, asistencia sanitaria, social, jurídica o nutricional.

San Antón se ha cerrado al público para evitar contagios y uno de los que suelen dormir en la Parroquia fue multado por estar en la calle. Finalmente, se rectificó. El Gobierno ha puesto al Ejército al servicio de las personas sin hogar y el Ayuntamiento ha habilitado un hotel para acogerlas. En las crisis, nadie está exento de cometer errores, lo importante es enmendarlos. Y esa rectificación solo puede llegar si se coordinan unos con otros. De eso se trata. De una Iglesia con los pies en la tierra y de unas instituciones al servicio de la gente que dialoguen con quienes están a pie de calle.

Esperemos que cuando esta crisis acabe –porque se acabará-, la memoria no sea corta y se siga poniendo en valor a trabajadores normalmente subestimados y a personas como el padre Ángel, que son un ejemplo y que hacen que la sociedad sea más justa.

Enric Sopena es Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com