La Gran Vía es unos de los grandes símbolos de la capital de España. Una gran arteria que toma su inicio en la calle de Alcalá y concluye en la Plaza de España. Pero para llegar a ser lo que actualmente es urbanísticamente tuvo que realizarse una de las grandes actuaciones que han marcado la fisonomía de Madrid.
 

Planteada su obra desde finales del XIX pero iniciada en 1910


Desde mediados del siglo XIX se planteaba esta intervención que inicialmente abordaba abrir de una avenida para enlazar la zona noroeste y el centro de la ciudad y, de esa forma, posibilitar el tránsito de la red de callejuelas existentes en centro histórico de Madrid. Tras distintos intentos fallidos se abordó con los objetivos de comunicar los barrios de Argüelles y Salamanca, descongestionar la Puerta del Sol y enlazar de manera más accesible las estaciones de Atocha y Príncipe Pío. El proyecto fue encargado en 1904 pero las obras no se pusieron en marcha de manera inmediata por la oposición de vecinos y comerciantes de la zona así como problemas de financiación debido a que fue necesario demoler 310 casas y enajenar 30 solares. Tan así fue que las tres primeras subastas de las obras (1905, 1906 y 1908) se quedaron desiertas y fue en 1909 cuando se le adjudicó a un banquero por 29 millones de pesetas y se firmó el contrato en febrero de 1910 siendo alcalde de Madrid, José Francos.

El 4 de abril de 1910 comienzan las obras de la Gran Vía de Madrid con el derribo simbólico por parte de Rey Alfonso XIII de las paredes de la “Casa del cura”, el primer edificio de los 300 que hubo que demoler para la nueva configuración urbanística.

Firma de la escritura de la Gran Vía de Madrid en febrero de 1910. De Francisco Goñi   (1910 02 24)

Inicialmente eran tres tramos


La Gran Vía, en sus orígenes, se hallaba distribuida en tres calles continuadas una tras otra la una a la otra. El espacio comprendido entre Alcalá y la red de San Luis recibió el nombre de Conde de Peñalver, en recuerdo del Nicolás de Peñalver y Zamora, Alcalde de Madrid en tres mandatos y regidor que firmó el contrato de obras de gran avenida.

Avenida del Conde Peñalver (2)

El segundo tramo se hallaba integrado entre la red de San Luis y Callao (conocido como “El bulevar” se dedicó al barcelonés Pi y Margall, en homenaje del pueblo de Madrid a quien fuera presidente de la Primera República Española.

Por último nos encontrábamos con un tercer espacio urbanístico que unía Callao y Plaza de España con continuidad con la calle Princesa. Este tramo fue denominado Eduardo Dato en recuerdo del político coruñés, varias veces ministro y presidente del Consejo de Ministros durante la Restauración, asesinado en 1921 mientras se dirigía en coche oficial a su domicilio.

Guerra Civil (1936-1939): Avenida de la URSS y de la CNT

 

Cuando en 1936 se inicia la contienda los dos primeros tramos se convierte en solo uno que recibió el nombre de Avenida de la CNT. Posteriormente, el 4 de junio de 1937, se le cambia de nombre y se le denominó Avenida de Rusia. El último tramo -Avenida de Eduardo Dato- mutó entre 1937 y 1939 al de Avenida de México”. Las simpatías por este país desde un sector del gobierno republicano se vieron plasmadas en un nuevo cambio de nombre antes de que concluyese la guerra pasando a ser la Avenida de la Unión Soviética”.


Esos fueron los nombres oficiales pero debido a los avatares de la guerra y a la imaginación del pueblo, la Gran Vía también fue conocida por sobrenombres populares como el de la “Avenida de los Obuses” o la del “Quince y Medio”, esta última por el calibre de los proyectiles con los que el ejército de los sublevados acosaba el edificio de la Telefónica, a la sazón observatorio militar de los republicanos.

Franco cambia de nuevo el nombre


Lógicamente, tras la victoria de los fascistas sublevados, se produce un nuevo cambio en el nomenclátor de las calles y la Gran Vía no se salvaría de ello usando el nombre de la actual Gran Vía como elemento de simbología política del régimen. Así fue como en abril de 1939, ya con todos los tramos en uno, la avenida se le rebautiza con el nombre de  “Avenida de José Antonio, en recuerdo del fundador de la Falange -y enemigo interno del dictador- José Antonio Primo de Rivera.

Pero como la tradición oral del pueblo siempre está por encima de las coyunturas políticas, durante la Dictadura franquista los madrileños continuaron llamando a su emblemática avenida como “Gran Vía”, es más, esa denominación fue extendiéndose incluso fuera de los límites capitalinos.


“Gran Vía” gracias a Tierno Galván y una zarzuela de Chueca


Tardó el cambio de nombre. Tuvo que llegar un “Viejo profesor”, ya en democracia, para adoptar el nombre que el pueblo había fijado. En 1981, con Enrique Tierno Galván como alcalde de la Villa, el rótulo de “Gran Vía” tapa la denominación franquista y la gran avenida internacional de Madrid sigue, hasta el momento, con la rotulación que el pueblo más quiere, Gran Vía. “El Broadway Madrileño”, como algunos llamaron al tramo que concentraba cines y musicales, continua casi 40 años después con la denominación que una zarzuela del compositor Federico Chueca realizó con ese nombre y ante la agitación que en la sociedad madrileña provocó el proyecto de su construcción. Maravillosa y alegre avenida, símbolo y emblema mundial de Madrid: “Gran Vía, nombre para amarte y respetarte hasta que la muerte nos separe”… o hasta que Vox en el Ayuntamiento de Madrid quiera.