En apenas una semana, España se ha visto asolada por una ola de calor atroz, pero también de incendios. Todo ha coincidido en el tiempo. Un mar de llamas que ha devorado – según cifras estimadas – unas 25.000 hectáreas en todo el territorio nacional. De hecho, no son sólo los peores datos de este ejercicio 2025, sino que también se cuelan en los primeros puestos de la serie histórica. La concatenación de incendios, que aún mantienen varios focos activos diseminados por toda la Península, ha forzado a las autoridades competentes a activar el Plan Estatal General de Emergencias para coordinar tanto la actuación como el despliegue de operativos principales en las zonas donde las llamas han causado estragos (Tarifa, Zamora, Ourense, León, Cáceres y Tres Cantos). De hecho, además de todo el territorio consumido, el fuego también se ha cobrado la vida de dos personas. La última, un joven voluntario que contribuía a las tareas de extinción en tierras leonesas este mismo martes; horas después de que se confirmara el fallecimiento de un hombre que el lunes ingresó en el hospital tras abrasarse el 98% de su cuerpo en Tres Cantos.

El país atraviesa una de las semanas más negras en la lucha contra el fuego. La oleada de incendios forestales que recorre el país no solo ha obligado a evacuar a más de 5.000 personas y ha dejado un saldo de heridos - algunos de ellos graves -, sino que ha puesto de manifiesto que la temporada estival ha entrado en una nueva era marcada por mega incendios de comportamiento extremo. La magnitud del desastre se extiende desde Galicia hasta Andalucía, pasando por Castilla y León, Madrid y Extremadura, en un escenario que está exigiendo el máximo a los equipos de extinción y que ha obligado a reorganizar recursos para atender varios focos de gran intensidad al mismo tiempo.

Según algunas voces expertas, la situación no es fruto de la casualidad. O de la mala fortuna. De hecho, los datos del Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS) arrojan que el número de fuegos activos durante esta última semana supone un 80% más que la media registrada en los últimos 20 años para las mismas fechas. Las cifras de la superficie calcinada son aun más escabrosas, pues se sitúa en un 106% por encima de lo habitual. En total, en todo 2025, han ardido un total de 60.000 hectáreas, de las cuáles más de un tercio han sido pasto de las llamas en los últimos días. La preocupación no se orienta tan sólo a la extensión y expansión de las mismas, sino también la velocidad a la que avanzan o los cambios de dirección que se antojan imprevisibles a ojos de los expertos. Y es que, en algunos casos, han alcanzado intensidades que extralimitan la capacidad técnica de los medios de extinción.

Un cóctel perfecto para la tragedia

Las advertencias de investigadores o bomberos veteranos se dirigen a la confección de un patrón que ya se ha identificado: incendios de quinta y sexta generación, que beben de las condiciones meteorológicas más extremas – ola de calor sobre el país -, la gran acumulación de combustible vegetal o fenómenos atmosféricos como vientos racheados o tormentas secas. El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha admitido que las condiciones “han sido realmente difíciles desde un punto de vista climatológico”. En este sentido, advierte de que, pese a que este miércoles podrían dar un leve respiro, el influjo de las temperaturas extremas podría mantener el nivel de emergencia hasta bien entrada la próxima semana.

Y es que han convergido todas las condiciones para que los incendios adquieran proporciones descontroladas. Una primavera inusualmente lluviosa dejó bosques y campos rebosantes de vegetación. Tras un verano con dos olas de calor que ha dejado el mercurio al límite de los 45 grados en algunas zonas, la vegetación se ha secado. Al igual que el suelo, convirtiéndolos en un auténtico polvorín. A este cóctel se le suma un ingrediente tan inflamable como el viento, con rachas que avivan las llamas hasta hacer imprevisible su rango de acción, y tormentas secas que descargan rayos sin precipitaciones. “Todo ello ha creado una especie de cóctel molotov”, explica la científica del CSIC, Cristina Santín, en declaraciones a Europa Press.

Emergencia en Ourense: fuego y heridos graves

Uno de los frentes más críticos se encuentra en Ourense, donde las llamas rodean la ciudad y han dejado cuatro bomberos heridos, dos de ellos con pronóstico grave. El fuego, que ya ha arrasado 4.500 hectáreas, obligó a interrumpir el AVE entre Madrid y Galicia. Las primeras hipótesis apuntan a las chispas de un tren como posible causa. La orografía montañosa impide el acceso de medios terrestres a buena parte del perímetro, por lo que las operaciones dependen en gran medida de hidroaviones y helicópteros.

Castilla y León: tragedia en Las Médulas y amenaza en la Sierra de la Culebra

La comunidad afronta diez grandes incendios, con un balance desolador: cerca de 3.500 hectáreas calcinadas, una docena de heridos y el hallazgo del cuerpo sin vida de un voluntario que participaba en las labores de extinción. El foco más peligroso, en Puercas (Zamora), avanza hacia la Sierra de la Culebra, un paraje que en 2022 sufrió el peor incendio de España en décadas, con más de 60.000 hectáreas arrasadas. En Molzuelas de la Carballeda, las llamas han saltado a la provincia de León, mientras que en Las Médulas, Patrimonio de la Humanidad, el fuego ha destruido 1.500 hectáreas, dejando un paisaje irreconocible.

Madrid y Extremadura: viento, tensión y múltiples focos

En Tres Cantos (Madrid), el fuego ha calcinado 2.000 hectáreas y aunque ya está perimetrado, el viento sigue siendo un riesgo. En Extremadura, once incendios permanecían activos anoche, incluido el que arde en la frontera entre Toledo y Cáceres. Las autoridades manejan la hipótesis de causas naturales en algunos casos, pero las investigaciones continúan abiertas.

Andalucía: la sombra de la intencionalidad

En Tarifa, un incendio declarado el lunes obligó a desalojar a 900 personas en Atlanterra y Los Alemanes. El consejero de la Presidencia andaluz, Antonio Sanz, no duda en calificarlo de “intencionado” y de “intento de causar una catástrofe”. El fuego está estabilizado y los vecinos han podido regresar, pero la indignación crece. A 25 kilómetros, en Caños de Meca, un hombre hospitalizado con quemaduras en las manos es investigado como presunto autor de otro incendio.

Detenciones y responsabilidades

En medio del caos, la Guardia Civil ha detenido a dos personas por su presunta implicación en incendios recientes: un bombero, acusado de provocar un fuego en Ávila que calcinó más de 2.000 hectáreas, y una mujer de Muxía (A Coruña), investigada por haber originado cinco fuegos en la localidad.

Lo que deja esta semana de llamas no es solo una serie de cifras negras, sino un aviso claro: el cambio climático y la falta de medidas preventivas adecuadas están creando veranos cada vez más peligrosos. Los incendios que antes eran excepcionales se han convertido en una amenaza recurrente, y su magnitud obliga a repensar con urgencia la estrategia de prevención y respuesta.

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