En Navidad, el ambiente se impregna de luces, celebraciones y reencuentros. Pero para muchas familias, estas fechas transcurren en entornos muy distintos, entre paredes blancas, monitores y rutinas clínicas. Pasar las fiestas en un hospital es una realidad emocionalmente difícil, especialmente cuando se trata de niños con enfermedades crónicas o en tratamiento. Para ellos y sus familias, cualquier gesto que rompa la rutina hospitalaria puede suponer un bálsamo.
Cada vez más centros sanitarios en España están apostando por un modelo de atención que no solo se centre en el tratamiento clínico, sino también en el bienestar emocional del paciente. Esta filosofía, conocida como humanización hospitalaria, busca reducir el impacto psicológico del entorno clínico mediante estrategias que incluyen desde el rediseño de espacios hasta la incorporación de actividades lúdicas, zonas de descanso o medidas de conciliación familiar.
En este contexto, el Hospital Universitario Infanta Elena (HUIE), centro en Valdemoro integrado en el servicio público de salud de la Comunidad de Madrid (SERMAS), ha impulsado una serie de cambios en su Hospital de Día Pediátrico que lo han convertido en un referente en este ámbito. Su transformación no solo mejora la experiencia de los pequeños pacientes, sino que también refleja una tendencia más amplia: la de los hospitales que, incluso en Navidad, buscan parecerse menos a un hospital.
Una Navidad que también se celebra en los hospitales
En estas fechas, muchos centros sanitarios se llenan de decoración navideña, actividades organizadas por voluntarios y sorpresas para los pacientes más pequeños. Pero en algunos casos, la apuesta por cambiar la atmósfera hospitalaria va más allá de lo estético. En el HUIE, la humanización no se limita a lo simbólico, sino que forma parte de una estrategia estructural que se aplica durante todo el año y que cobra especial relevancia en diciembre.
“La humanización no es un proyecto; es una forma de trabajar que nos ha acompañado desde el origen, que se renueva con cada innovación y que nos obliga a mejorar cada día para atender a las personas con dignidad, empatía y rigor”, afirma María Rosa Vicente, responsable de Experiencia Paciente del centro.
Los esfuerzos no se centran únicamente en entretener a los niños durante las fiestas, sino en transformar el hospital en un entorno más amable, adaptado y respetuoso con sus emociones y necesidades. La decoración navideña, los talleres infantiles o las visitas sorpresa de personajes conocidos forman parte del programa, pero se integran dentro de una estrategia más amplia que tiene efectos medibles sobre el estado emocional de los niños.
Un hospital cada vez más cercanoque no quiere parecer un hospital
El proyecto de humanización del Hospital de Día Pediátrico del HUIE se ampliará a lo largo del primer semestre de 2026, al incluir el protocolo "ABCDEEF", un enfoque nacido en Estados Unidos que propone siete ejes para mejorar la experiencia hospitalaria: Atención, Bienestar, Comunicación, Dolor, Entorno, Emociones y Familia. Su aplicación busca que el entorno hospitalario no sea una fuente adicional de estrés, sino un espacio que acompañe, calme y empodere tanto al paciente como a su familia.
“La humanización forma parte del ADN del Infanta Elena”, explica Marta del Olmo, gerente territorial del hospital. “El hospital tomó desde el primer día la decisión estratégica de construir una cultura corporativa centrada en la dignidad, la autonomía y la experiencia de las personas”, señala la responsable del centro.
El rediseño del Hospital de Día incluye una zona de juegos para los más pequeños, un espacio wifi para que los niños puedan hacer sus tareas escolares y un área de trabajo habilitada para que los padres puedan teletrabajar mientras acompañan a sus hijos. La nueva ubicación del puesto de Enfermería también se ha pensado estratégicamente para facilitar un contacto más humano, accesible y cercano con los pacientes.
Escuchar para transformar: lo que piden los padres
Muchos de estos cambios nacen de un proceso de escucha activa. A través de encuestas realizadas a madres y padres, el hospital ha identificado las necesidades reales de las familias que pasan horas en sus instalaciones cada semana. Esta información ha sido clave para orientar las mejoras, que ahora incluyen medidas como el acceso gratuito a internet, el rediseño de zonas comunes y una mayor accesibilidad al personal sanitario.
Las iniciativas del Infanta Elena también buscan mejorar la comunicación entre profesionales y familias, el control del dolor y fomentar la empatía en cada interacción. Son detalles que, aunque parezcan pequeños, marcan una diferencia real en la experiencia hospitalaria.
Lo emocional también cura
La humanización no solo mejora la percepción de la atención, sino que tiene efectos clínicos demostrables. Diversos estudios avalan que un entorno más amable reduce los niveles de ansiedad y estrés, mejora la recuperación y fortalece el vínculo con el equipo sanitario. El caso del HUIE lo ilustra con claridad, sobre todo cuando se complementa con actividades que despiertan ilusión y emoción.
Una de ellas permitió que diez pacientes pediátricos del hospital vivieran una experiencia única: convertirse en copilotos por un día a bordo de vehículos de alta gama en un circuito profesional. Además de los paseos en coche, la jornada incluyó actividades lúdicas como karting, demostraciones con perros policía y juegos organizados.
Más allá de la adrenalina, estas vivencias tienen un impacto real en el estado anímico de los menores, que recuerdan la actividad con una sonrisa y menos miedo a su próxima visita al hospital.
La visión médica: cuidar también es acompañar
Desde el punto de vista clínico, los beneficios de la humanización son también evidentes. La reducción del estrés ayuda a mejorar la respuesta inmunológica, favorece la adherencia a los tratamientos y minimiza la necesidad de intervenciones invasivas. Cuidar también significa acompañar, entender el dolor más allá de lo físico y garantizar un entorno seguro, empático y cálido.
El protocolo ABCDEEF —que estructura la atención en torno a pilares como la comunicación efectiva, el bienestar emocional y la implicación de la familia— ha demostrado su eficacia en múltiples estudios internacionales. En el HUIE, su aplicación se adapta a la realidad de cada niño y a las características de cada tratamiento, buscando siempre que el entorno no sume angustia a la enfermedad.
Los pediatras y profesionales de enfermería del centro participan activamente en esta filosofía, reorganizando circuitos, priorizando la escucha activa y estableciendo relaciones de confianza con los pacientes más jóvenes. La figura del personal sanitario no se limita al tratamiento médico, sino que se convierte en un referente de seguridad y afecto para muchos niños.
Un modelo que se quiere exportar
El ejemplo del HUIE demuestra que la humanización hospitalaria no es solo una opción estética o una moda pasajera. Es un modelo asistencial con efectos medibles que mejora tanto la salud física como el bienestar emocional del paciente. Navidad es solo una excusa más para visibilizar esta transformación, pero el objetivo es que se mantenga todo el año.
La experiencia de este hospital ha sido compartida en jornadas profesionales, congresos y encuentros académicos, y ha despertado el interés de otros centros que buscan replicar sus buenas prácticas. De hecho, durante la última Jornada de Humanización celebrada en el HUIE, se presentaron ocho proyectos innovadores desarrollados por los equipos del propio hospital, todos con un enfoque centrado en la persona.
En un tiempo en el que el sistema sanitario afronta desafíos complejos —desde la sobrecarga asistencial hasta el envejecimiento poblacional—, la humanización ofrece una vía para reconstruir el vínculo entre pacientes, familias y profesionales. En Navidad, ese vínculo cobra un significado especial. Y quizá por eso, cuando un niño hospitalizado sonríe entre luces, juguetes y afecto, uno entiende que el mejor regalo posible no viene envuelto en papel, sino en humanidad.