Mucha gente cazurra se empeña en defender sus ideas basándose en que eso es así desde hace siglos, como si la historia legitimase algo más que la antigüedad.  Al mismo tiempo ignoran que las ideologías opuestas también tienen su historia y son muchas veces más prácticas y coherentes en los tiempos que vivimos.

Por este motivo dedicamos hoy estas líneas a las mujeres rebeldes, para que con sus propios argumentos esas mentes cerriles entiendan que, las mujeres que luchan son parte de nuestra historia y por tanto parte de lo que somos.

En todas las capas de la sociedad ha habido mujeres invencibles, jóvenes y ancianas, que reclamaron para sí lo que en derecho era suyo, dejando huella en la literatura misma de nuestro país. Un gran sabio en mujeres, como fue Lope de Vega, les dio voz en su obra cumbre “Fuenteovejuna” poniendo en labios de la joven labradora Laurencia una arenga que ha pasado a la historia. En esos versos  la joven: recrimina, amenaza e incluso insulta a los hombres que no se unen a su lucha contra el comendador.

“¿Para qué os ceñís estoques? 
¡Vive Dios, que he de trazar 
que solas mujeres cobren 
la honra de estos tiranos, 
la sangre de estos traidores, 
y que os han de tirar piedras, 
hilanderas, maricones, 
amujerados, cobardes, 
y que mañana os adornen 
nuestras tocas y basquiñas, 
solimanes y colores!”

La actriz Nuria Torray representando magistralmente a Laurencia en Fuenteovejuna

Cervantes que fue enemigo de Lope coincidió sin embargo en la lucha a favor de la mujer y en “El juez de los divorcios” o en el propio “Quijote” se hace apología de la mujer libre incluso a aquellas como la pastora Marcela que está harta de la insistencia de los hombres que dicen morir por ella.

Pero no solo mujeres del pueblo llano lucharon por su libertad, en el clero también hubo señoras de armas tomar. Y la principal de ellas fue santa y doctora de la iglesia, hablamos Teresa de Cepeda y Ahumada, santa Teresa de Ávila. La cual  combatió infatigablemente contra la injusticia que sufrieron sobretodo las niñas de su tiempo. El caso de Teresa de Laíz es el más evidente pues al haber nacido niña y en el seno de una familia hidalga venida a menos, fue abandonada en la calle nada más nacer. Finalmente santa Teresa se ocupó de ella y de otras tantas chicas en igual situación. Así lo denunció en  su libro de las Fundaciones donde dejó nota de todas estas injusticias.

Fray Luis de León, represaliado de la Inquisición censuró de los libros de Santa Teresa la defensa feminista, afortunadamente conservamos el texto original gracias a otra mujer, la hermana del rey Felipe II.

En otra de sus obras cumbres Camino de la Perfección aclaró que en ciertas mujeres había más fe que en muchos hombres: “Encontraréis en ellas más fe que en los hombres,  pues estaba allí vuestra sacratísima madre” (refiriéndose al momento del Calvario en el que los hombres habían huido y salvo San Juan, siendo Cristo acompañado solo de mujeres).

Y por supuesto denunció la falta completa de libertad de expresión de la mujer “no osemos decir algunas verdades que lloramos en secreto.”

Y de religión pasamos a la política cuando en el siglo XVII gobernaba a sus anchas el Conde Duque de Olivares. Un déspota al que se le atribuye recriminar a la reina Isabel de Borbón su intromisión en las tareas del gobierno diciéndole que al igual que la gente del clero solo se podía dedicar a rezar, la única misión de las mujeres era parir.

Al Conde Duque de Olivares no le parecía bien que Isabel de Borbón, hija y esposa de reyes diese su opinión sobre las tareas de gobierno.

El torpe de Olivares se ganó con ello el odio de las mujeres más poderosas del reino como la duquesa de Mantua o la nodriza doña Ana de Guevara las cuales se convirtieron a la postre en el verdadero grupo político que derrocó al Conde Duque. Un político altivo que debió recordar sus palabras el día que murió su única hija de sobreparto. Una muerte que se podría haber evitado si no hubiese insistido su padre en casarla siendo a penas una adolescente.

Podríamos seguir con numerosos ejemplos que llenarían y llenan páginas de libros geniales como los recientemente escritos por dos grandes escritoras como son Silvia Casasola y Mar Rey Bueno. Los recomiendo por su calidad pero sobretodo porque solo habría algo peor que no valorar a las mujeres heroicas e nuestro pasado, no valorar a las mujeres heroicas del presente.