En el imaginario colectivo, el tabaco sigue siendo el principal villano cuando se habla de enfermedades respiratorias. Y con razón: es la causa más frecuente del cáncer de pulmón y de la EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica). Sin embargo, cada vez más estudios y especialistas advierten que hay otros factores, menos conocidos pero igual de dañinos, que están comprometiendo la salud pulmonar de millones de personas.

Desde la inhalación de humo de leña o carbón en entornos rurales hasta la exposición al gas radón en viviendas mal ventiladas, pasando por la polución urbana o ciertos entornos laborales, los pulmones están constantemente expuestos a agresiones invisibles. Lo preocupante es que muchas de estas amenazas afectan también a personas no fumadoras, lo que complica su detección y prevención.

Este reportaje profundiza en estos factores de riesgo, con la ayuda de expertos que explican cómo afectan a nuestra salud respiratoria, qué avances médicos existen en diagnóstico y tratamiento, y qué medidas pueden adoptarse a nivel individual y social.

Contaminación, humo y radón: enemigos cotidianos de la salud pulmonar

"Se estima que un 30% de los casos de EPOC ocurren en personas no fumadoras, principalmente por exposición a contaminantes. La contaminación del aire y la exposición a polvos y humos provocan inflamación crónica y pérdida progresiva de función pulmonar", explica la Dra. Carolina Gotera, especialista del Servicio de Neumología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. También destaca el papel del humo de biomasa —habitual en cocinas domésticas rurales o en países en desarrollo— como fuente relevante de toxicidad pulmonar.

El gas radón, un gas radiactivo natural presente en el subsuelo, puede acumularse en viviendas sin una ventilación adecuada y constituye otro factor de riesgo reconocido para el cáncer de pulmón, sobre todo cuando se combina con el tabaco. Su presencia es silenciosa e invisible, lo que dificulta su detección si no se realizan mediciones específicas en los domicilios.

En este sentido, la contaminación atmosférica urbana también ha demostrado tener un impacto negativo sobre la salud pulmonar, con estudios que vinculan la exposición prolongada a partículas finas (PM2.5) con el aumento de enfermedades respiratorias crónicas y eventos agudos como exacerbaciones de EPOC o episodios asmáticos.

Cuando el daño no viene del tabaco: el caso de los no fumadores

"Aunque el tabaco es el principal factor de riesgo, existen otros conocidos: la exposición al gas radón, la inhalación de sustancias tóxicas (asbesto, sílice, metales pesados), el humo de biomasa, especialmente en entornos rurales o industriales y los antecedentes familiares", reitera la especialista.

Esto ha provocado que la comunidad médica preste más atención a los casos de EPOC y cáncer de pulmón en personas que jamás han fumado. Para estos pacientes, el diagnóstico suele llegar más tarde, ya que los síntomas respiratorios se atribuyen a otras causas o pasan desapercibidos. La tos crónica, la disnea o el cansancio injustificado pueden confundirse con cuadros virales o con el simple paso del tiempo.

A esto se suma la falta de información sobre los riesgos ambientales y laborales que muchas personas enfrentan sin saberlo. Oficios como la minería, la construcción o la manipulación de ciertos materiales industriales siguen generando exposiciones a agentes tóxicos que se acumulan en el tiempo.

El cribado precoz, clave para ganar tiempo al cáncer de pulmón

"El cribado con TAC de tórax de baja dosis de radiación en población de alto riesgo (fumadores o exfumadores mayores de 50 y con carga tabáquica significativa mayor a 20 paquetes-año) ha demostrado que reduce la mortalidad por cáncer de pulmón en un 20-30%", subraya la Dra. Carolina Gotera.

Este tipo de diagnóstico precoz ya se aplica en centros como el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz con programas como DEPRECAP, que incorporan también a pacientes con EPOC. El beneficio del cribado va más allá de la detección temprana: permite también intervenir sobre el tabaquismo y vigilar de cerca a personas con antecedentes laborales o ambientales relevantes.

A nivel nacional, el Proyecto Cassandra, liderado por la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), está ampliando esta estrategia para conocer su impacto poblacional. La detección precoz no solo permite actuar a tiempo, sino también optimizar recursos sanitarios y reducir el coste emocional y económico de los tratamientos en estadios avanzados.

Prevención: lo que sí puedes hacer por tus pulmones

"Tener hábitos de vida saludable como mantener una actividad física diaria, evitar la exposición al humo, contaminantes u otros tóxicos inhalados (...) son medidas eficaces para proteger la salud respiratoria", recomienda la Dra. Gotera.

La prevención activa pasa por cambiar algunos hábitos cotidianos y adoptar estrategias que reduzcan la exposición a agentes tóxicos. En casa, es clave ventilar bien los espacios, evitar el uso de braseros, estufas de carbón o cocinas sin extracción adecuada. También se recomienda realizar mediciones de radón en viviendas situadas en zonas de riesgo geológico.

En el entorno laboral, el uso de mascarillas FFP2, sistemas de ventilación y protocolos de seguridad en exposiciones a polvo y productos químicos son fundamentales. A nivel poblacional, las políticas de aire limpio, el control de emisiones industriales y la promoción de zonas verdes tienen un impacto directo en la salud respiratoria colectiva.

Un futuro más limpio para respirar mejor

En el horizonte se vislumbran avances prometedores: terapias biológicas para la EPOC, medicina personalizada contra el cáncer de pulmón y estrategias más ambiciosas de salud pública. "Los tratamientos en el cáncer de pulmón han avanzado radicalmente en la última década: terapias dirigidas, inmunoterapia y tratamientos combinados (...) se deciden individualmente dependiendo del tipo de cáncer, extensión al diagnóstico y comorbilidades (EPOC, patología cardíaca, edad entre otros), destaca la especialista del Servicio de Neumología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz".

"El tratamiento con terapias dirigidas bloquea alteraciones genéticas, mientras que la inmunoterapia estimula al sistema inmunitario propio para atacar las células tumorales. Todo ello se enmarca en un manejo multidisciplinar", incide la Dra. Carolina Gotera.

A pesar de estos avances, los especialistas insisten en la necesidad de actuar desde la prevención y la educación sanitaria. Concienciar sobre estos enemigos invisibles y actuar a tiempo es clave para prevenir enfermedades respiratorias graves y mejorar la calidad de vida de las generaciones futuras.