Las Brigadas Internacionales fueron unidades militares compuestas por voluntarios extranjeros de más de cincuenta países que participaron en la Guerra civil española entre 1936-1939 junto al Ejército Republicano, enfrentándose al bando sublevado al lado del gobierno de la Segunda República. La mayor parte de sus miembros no eran soldados, sino trabajadores de partidos de izquierda o veteranos de la Primera Guerra Mundial. Si la existencia de este ejército solidario internacional es muy conocida, sin embargo es casi ignota la participación de voluntarios de Suecia en estas Brigadas Internacionales. Pero la realidad es que fueron más de 550 los brigadistas de este país escandinavo que acudieron a respaldar la causa de la II República combatiendo al fascismo en España. Aproximadamente un tercio de los internacionalistas suecos no volvieron y regaron con su sangre los campos de las principales batallas de la contienda española. Dejaron su vida por sus convicciones democráticas y solidarias como está grabado y esculpido en la inscripción de un monumento conmemorativo en Estocolmo: “Lo dieron todo en las batallas y en los frentes de Madrid, Jarama, Guadalajara, Brunete, Teruel, Aragón y el Ebro”.

'La Mano', una escultura de cuatro metros

Se trata de “La Mano”, una escultura de granito de cuatro metros de altura ubicada en una de las 14 islas que integran la capital sueca, Södermalm. Entre los propios suecos no se ha traducido al idioma lengua germánico nórdico y se la conoce con su nombre en castellano “La Mano”.

La iniciativa de su construcción partió de la Asociación de los Voluntarios Suecos de España en 1977, recién llegada la democracia a nuestro país. Su objetivo era claro; rendir homenaje a los brigadistas suecos que dieron su vida en la Guerra Civil española.

Cada 1º de Mayo se realiza un acto junto al monumento para recordar a los brigadistas suecos muertos en la Guerra Civil español. Esta tradición se remonta al año 1978 por iniciativa de la Asociación de los Voluntarios Suecos de España pero al desaparecer esta en 1.994, fueron los poderosas centrales sindicales suecas por medio de la Confederación de Sindicatos Suecos quienes tomaron el relevo para continuar homenajeando a los brigadistas. A los trabajadores de los sindicatos se les une en la conmemoración frente a “La Mano”, militantes del Partido Socialdemócrata y de la Asociación de Amigos de los Voluntarios suecos de España, nacida en el año 2002.

“Caminante: detente, recuérdales con orgullo”

En la parte inferior del monumento este texto recuerda a los brigadistas suecos:
“De los 500 suecos que en los años 1936-38 lucharon por la democracia en España, un tercio murió. Lo dieron todo en las batallas y en los frentes de Madrid, Jarama, Guadalajara, Brunete, Teruel o el Ebro. Caminante: detente, recuérdales con orgullo.”

La mano de Estocolmo  rinde homenaje a los 550 suecos que lucharon contra Franco

De amenazados con prisión a ser recibidos como héroes

Se da la circunstancia de que Suecia, imparcial desde el fin de las guerras napoleónicas, no se vio envuelta en conflictos bélicos derivado de esa tradicional “neutralidad” y, en este caso, como integrante del Pacto de No intervención, prohibió a sus ciudadanos la participación en la guerra civil española. Incluso el incumplimiento de esta norma gubernamental estuvo penado con seis meses de cárcel. Este acuerdo fue firmado por 27 países en Londres para evitar que el conflicto adquiriera una grave dimensión continental. La integración de Suecia provocó una enorme indignación entre los sectores de izquierda incrédulos de que su gobierno dejara abandonada a una democracia europea. Eso obligó a que los 550 brigadistas de este país que rodea al mar Báltico tuvieran que ir a España de manera clandestina, una cifra importante si se tiene en cuenta que en esas fechas Suecia tenía una población de 6,2 millones de habitantes y no los 10,5 millones de la actualidad.

A pesar de ello, cuando a finales de 1938 regresaron al país, los brigadistas gozaron de un enorme apoyo popular y el gobierno abolió la ley. No obstante, cuando los voluntarios volvieron a Suecia desde España a principios de diciembre de 1938, fueron recibidos como héroes en los puertos de Malmö y de Estocolmo por más de 10. 000 personas.

El dirigente socialdemócrata y posterior alcalde de Estocolmo de 1940 a 1950, Zeth Höglund les dedicó estas palabras: “Han honrado el nombre de Suecia, han honrado a la clase trabajadora y a la democracia. Y por esta hazaña, nosotros les hemos amenazado con pena de prisión mediante una ley que nos fue impuesta por la política de no intervención”.

Dinero recaudado para el PSOE y el PCE, recién legalizados

La Asociación de los Voluntarios Suecos de España propuso al Ayuntamiento de la capital escandinava la colocación de esta escultura en una calle de la isla de Södermalm, zona obrera en aquel tiempo y actualmente barrio afamado, comercial y turístico. Se logró tras realizar una colecta aunque por iniciativa del Partido Socialdemócrata, acabó sufragando los gastos el Ayuntamiento de Estocolmo. Se decidió que las casi 170.000 coronas recaudado fuese enviado para ayudar al PSOE y al Partido Comunista de España que entonces comenzaban su actividad como formaciones recién legalizadas y necesitadas de recursos económicos para su funcionamiento. El monumento se inauguró el 11 de junio de 1977 casi coincidiendo con las primeras elecciones generales libres en España tras la dictadura franquista que se celebraron el 15 de junio del mismo año.

Actualmente no quedan testigos vivos de ese acto generoso de entrega a la causa democrática de España y de lucha por las libertades: el último brigadista sueco falleció a finales de 2009.

Suecia pedirá el ingreso en la OTAN en junio, en Madrid

Hoy, cuando tanto el pueblo sueco como su Gobierno rompen su histórica tradición de país con status de neutralidad, cuando ve amenazado su territorio por las demenciales aspiraciones expansionistas de un nuevo Hitler moscovita, cuando se prepara para solicitar a finales de junio en la cumbre de la OTAN en Madrid su incorporación de facto a la Alianza Atlántica, bien vale recordar que en 1936 un puñado de suecos idealistas, internacionalistas y utópicos, lucharon en las tierras de España, a 3.200 kilómetros de Estocolmo, por los mismos valores de libertad y democracia que hoy defienden. Entonces fueron amenazados con ir a prisión, hoy, en cambio, son saludados y respaldados por una alianza militar de 30 países occidentales. La historia se repite 85 años después pero dándole la razón a los brigadistas suecos y en un viaje inverso, esta vez de Suecia Madrid donde Occidente le tenderá la mano. “La Mano” que te dice al pasar por el barrio de Södermalm: “Caminante, párate, recuérdalos con orgullo”.

La neutralidad ambigüa

Una neutralidad, la del país vikingo, contradictoria porque durante la Segunda Guerra Mundial Suecia permitió que la Wehrmacht nazi utilizara sus ferrocarriles para transportar armas pesadas desde Noruega a Finlandia. Así mismo a los soldados alemanes que viajaban con licencia entre Noruega y Alemania se les dejó pasar por Suecia y el mineral de hierro se vendió a Alemania durante la conflagración. Pero también colaboró con los aliados compartiendo inteligencia militar, ayudando a entrenar a soldados refugiados de Dinamarca y Noruega, para ser utilizados en la liberación de sus países de origen y permitió a los aliados utilizar bases aéreas suecas entre 1944 y 1945. Cuando los alemanes comenzaron su campaña de persecución contra los judíos de Noruega en 1942de, el gobierno sueco aceptó 900 refugiados judíos, un poco más de la mitad de la población judía de Noruega. En 1943, Suecia recibió a casi todos los 8.000 judíos de Dinamarca junto con 9.000 cristianos daneses que buscaban refugio de las condiciones de guerra.