En el campo de Katsikas ha empezado el frío. Y la lluvia. En las últimas semanas, el campo se ha visto inundado provocando que las tiendas de campaña, en las que las familias habitan, en pocos minutos estuvieran encharcadas. Sólo las piedras sirven de aislamiento con la tierra. Cada vez que esto ocurre, voluntarios y refugiados salen con piquetas, cubos y palas y se ponen a trabajar en el mismo instante que empiezan los torrenciales, intentando que el agua y el viento no destrocen las viviendas de tela.

 

Las condiciones de vida en este campamento de refugiados de Katsikas se vuelven aún más duras con condiciones meteorológicas adversas. (Fotos: www.facebook.com/KatsikasLive)

Fruto de esta situación, hace unos días, los líderes del campo se reunieron con ACNUR para solicitar el traslado del campo, que al parecer había sido prometido por la organización internacional hace meses. Los refugiados sólo piden poder vivir con un suelo y un techo, reclaman una vivienda digna para los próximos meses.

La ausencia de respuesta por parte de ACNUR ha llevado a los refugiados a abandonar el campamento.

El encuentro no fue fructífero, y no parece que desde ACNUR vayan a poder, de momento, modificar las condiciones de vida de los refugiados.

Como señal de protesta, estos organizaron una marcha hace un par de días. Han salido del campo, han caminado hacia el pueblo y se han instalado en un parque. De momento, no se mueven. Sus pancartas son simples: WE ARE HUMANS.

Una buena parte de los refugiados de Katsikas son niños.