Desprotegidos. Así es como se sienten los cientos de miles de pacientes que precisan de cannabinoides para mitigar el sufrimiento que les origina su patología, generalmente compleja, a menudo crónica y que, en estos días, no pueden acceder a sus dispensarios habituales.

Durante el estado de alarma, la restricción de movimiento y el cierre de negocios no esenciales, como supermercados o farmacias, nos obliga a confirmarnos en nuestros hogares. Nos quedamos en casa por el bien común, por solidaridad y prevención. Es lo que debemos hacer. Sin embargo, la premura con la que se han adoptado las medidas por parte del Gobierno, la falta de regulación y también, por qué no decirlo, la falta de sensibilidad de algunos clubes o asociaciones de fumadores para con sus clientes enfermos, ha provocado que se paralice todo un sector.

“Todos los pacientes que se abastecían de cannabis a través de los clubes no tienen ahora medicación. Hablamos de enfermos de cáncer, esclerosis múltiple, ELA; muchos pacientes que sufren dolor neuropático, migrañas, fibromialgia, endometriosis etc. Patologías que causan mucho dolor, que a veces ni los opiáceos pueden paliar y que necesitan cannabinoides para ello. Ahora mismo, nos encontramos con muchas llamadas de gente desesperada”, explica a ElPlural.com Carola Pérez, presidenta del Observatorio Español de Cannabis Medicinal.

El uso del cannabis terapéutico

En España, el uso de cannabis medicinal ha incrementado en los últimos años, especialmente para la atenuación de náuseas y vómitos, incremento del apetito, y el tratamiento de la espasticidad en enfermedades neurodegenerativas. En estos casos los pacientes cuentan con un certificado médico, que de poco sirve, la verdad. Actualmente existen cerca de 200.000 enfermos en el denominado ‘mercado no regulado’ que precisan de cannabioides para poder sobrellevar el día a día y que en estas circunstancias tan excepcionales se encuentran desabastecidos. Se trata de un limbo legal. Una situación que, sin embargo, no se produce en en otros países. “En Canadá, Israel, Alemania, Italia o Trinidad y Tobago por ejemplo, se ofrecen estos tratamientos en la farmacia. En España, como se ha retrasado tantísimo el debate, no avanzamos. En estos momentos, en Estados Unidos, se ha decretado que los dispensarios son de uso público y que no se van a cerrar. Mientras que en nuestro país, el paciente sufre una inseguridad jurídica increíble. Hay que tener en cuenta que usamos el cannabis cuando toda medicación ha fallado y por lo tanto nos arriesgamos jurídica y sanitariamente, porque también hay que tener en cuenta la falta de control de calidad en lo que se dispensa; no hay controles sanitarios”, señala Pérez.

De hecho, en nuestro país es la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, (AEMPS) la encargada de autorizar el cultivo de esta planta. Tan sólo son diez las empresas que tienen permiso para hacerlo, de momento. El resto de asociaciones y clubes -excepto los dispensarios terapéuticos- mantienen sus propios cultivos a las afueras de las ciudades y se exponen, por ende, a cuantiosas multas en cada traslado. Una situación que se ha agravado en estos días, como explica a este periódico Eduardo Martínez -nombre ficticio-, consumidor habitual y socio de uno de estos clubes madrileños:  “El problema es que las asociaciones están cerradas y tampoco hay menudeo en la calle y quien tiene lo vende a precio de oro”.

Mientras que la primera línea de venta y consumo está afectada por las medidas adoptadas tras el decreto del estado de alarma, la segunda, la de los distribuidores, también se ha visto fuertemente golpeada por las restricciones de movimiento. “Los clubes están dejando de facturar al día miles de euros”, asegura este socio , que también nos explica cómo algunos de los propietarios se ven obligados a abrir clandestinamente en algunas ciudades, al menos una hora al día, para poder sobrevivir.

Una realidad comparable a la que nos transmite  la presidenta del Observatorio: “Algunas asociaciones están haciendo servicio a domicilio pero imagínate el riesgo que ello conlleva. Es una irresponsabilidad dejar ahora mismo al paciente en esa situación y los clubes deberían tener algún tipo de permisividad para que estas personas atiendan sus necesidades”.

Mientras tanto, desde el punto de vista médico y científico o se sigue reclamando una regulación que nunca llega y que se pospone desde el año 2017, fecha en la que el Observatorio presentó ante el Congreso de los Diputados una iniciativa legislativa para la regulación del cultivo de la planta destinada a uso medicinal y terapéutico. Una propuesta que tumbaría a la actual, una normativa preconstitucional, la ley de 1967, firmada por el dictador Francisco Franco, pero que quedó suspendida en el limbo de la burocracia.

¿Se están vulnerando los derechos del paciente?

En esta situación excepcional, el propio Observatorio se plantea que “se está atentando contra los Derechos Humanos del Paciente ya que la carta de los Derechos Humanos del Paciente especifica que toda persona tiene derecho al mejor tratamiento posible. Si el mejor tratamiento para tí o para mí consiste en una mezcla de diferentes medicamentos y cannabinoides, ya está.(…) Únicamente, pedimos al Gobierno que no dejen a la gente sufrir más. Necesitamos una regulación porque hasta ahora, los clubes estaban haciendo una labor que no les corresponde, están pensados para uso recreacional o adulto”, solicita la presidenta del Observatorio.

Hay que recordar que el último barómetro realizado por el CIS revelaba que el 84 por ciento de la población española se muestra a favor de la regulación del mercado. Son muchas las patologías que se tratan a través de esta planta medicinal. La pregunta que surge en estos momentos es: ¿Es justa situación para los enfermos?.  Carola Pérez realiza la pregunta de otro modo: “Cómo le planteas a una madre que necesita cannabis para aliviar el dolor que padece su hija con esclerosis múltiple que no puede adquirirlo”.