Para algunos, un provocador. Para otros, un valiente. Leo Bassi (Nueva York, 1952) hereda la tradición del circo de su padre, quien trabajó, entre otros, con Groucho Marx y Louis Armstrong. Pero su faceta de payaso y actor escapa al aspecto meramente teatral, y es que no entiende el arte si ésta no molesta al poder.

Precisamente esa crítica social -siempre con un toque de sátira- le ha llevado a estar en el punto de mira de la asociación ultracatólica que participó del nacimiento de Vox, Hazte Oír. Los radicales le han puesto bombas, le han quemado lugares de trabajo y le han hostigado día sí y día también. Pese a todo, él lo tiene claro: no va a callar.

Nunca se ha autocensurado, y no tiene reparos a la hora de condenar las prohibiciones que imponen la derecha y la ultraderecha, allá donde gobiernan: “Creo que este tipo de cosas, en cierto modo, ayuda a los actores y directores (…) Evidentemente, no es positivo, ni agradable, pero tiene que dotarnos de más fuerza, porque significa que estamos haciendo las cosas bien”.

Bassi se encuentra actualmente de gira con 70+, un canto a la rebelión de los mayores contra el paso del tiempo, y con Mussolini, sobre el auge de la extrema derecha. Asimismo, su Paticano, un Vaticano de patos de goma, se encuentra en las guías extranjeras como uno de los sitios a los que acercarse si estás de visita en Madrid. “Creo que Hazte Oír me inspiró en la idea, porque un payaso no responde a la violencia con bombas, sino con chistes, y los patos de goma fue la manera divertida de enfrentarme a todo esto. De alguna manera representan las cosas sencillas (…) La gente se siente pato de goma frente a la sociedad capitalista (risas). El mensaje detrás de la idea es ese: que somos pequeños, que no tenemos trascendencia ni poder, pero nos alegramos de ser así”.

Y, además, es un gran conocedor de la historia de Israel y Palestina: “Me han puesto una pistola en la cabeza por hacer reír a niños palestinos (…)  Conocí hace muchos años al primer ministro israelí, Ariel Sharón. Me dijo que él vivía en un mundo bíblico y que era capaz de matar a su madre si Dios se lo pedía”.

Entrevista completa a Leo Bassi

PREGUNTA (P): ¿70+ es una oda contra el paso del tiempo, el edadismo y los tópicos de la edad? ¿Un canto con el estribillo muy claro: la edad se lleva por dentro?

RESPUESTA (R): Tenía mucho miedo a llegar a esta edad, y me sorprendió darme cuenta de que está siendo uno de los mejores momentos de mi vida, o el mejor, y es lo que quiero compartir con el público, porque es algo que hace 20 o 30 años no me podía imaginar, lo veía como algo horrible por lo que tenemos que pasar todos.

P: Recientemente se cancelaba una obra porque sus actores salían en ropa interior. No sé si cuando se publique esta conversación habrá más ejemplos, pero son muchos los que se pueden enumerar en aquellos lugares en los que la ultraderecha tiene poder. Pocas personas como tú para hablar de esa guerra sucia a todos los niveles, incluso sufriste amenazas de muerte.

R: He tenido una bomba en mi camerino, el 1 de marzo de 2006 en el Teatro Alfil, y en 2016 nos quemaron el Paticano; tiraron un cóctel molotov dentro. Lamenté la indiferencia, se llevaron a cabo investigaciones, pero han quedado en nada… Lo de la derecha es instintivo y la izquierda se ha hecho demasiado cerebral. Para mí, la censura me da más deseo para seguir con una obra. Hemos vivido tiempos “relajados”, sin esta censura, y ahora vuelve.

Pero creo que ayuda en ese sentido a los actores y directores. No me malinterpretes, evidentemente no es positivo que se censuran obras y no es agradable para quien lo sufre, pero en última instancia tiene que dotarnos de más fuerza (…) Porque su censura implica que estamos haciendo cosas buenas, que tocamos puntos que molestan. El arte tiene que estorbar, de lo contrario significa que estamos haciendo algo mal. No tengo miedo de la censura.

No tengo miedo

P: ¿De qué manera te repercutieron, también personalmente, aquellos episodios? No solo por ti, sino por tu familia y amigos. Tú mismo reconociste tener miedo al principio, como es lógico, por otra parte.

R: Sí… pero tengo la piel muy, muy dura. A mí me han puesto una pistola en la cabeza por hacer un espectáculo y hacer reír a niños palestinos. En Brasil también me atacaron otra obra, los episodios que he relatado en España… No tengo miedo. Son instintos violentos; y que atemorizan, claro, pero es el precio que hay que pagar para hacer arte de verdad. La gente con la que comparto cosas somos muy parecidos y no nos asusta nada de esto, al contrario, nos dan más ganas para seguir y hacer ciertas cosas.

Desde hace once años, una o dos veces al mes hay gente que se pone a las puertas del Paticano a gritarme y a decirme que blasfemo… y no he cerrado el local.

También quiero dejar claro que no tengo subvenciones, que sobrevivo con el dinero que la gente me da. Me he librado de la dependencia del dinero del Estado, también para no ser censurado. Hago las cosas porque quiero y dependiendo únicamente del público.

P: Fuiste uno de los primeros que apareció en la lista negra de Hazte Oír, embrión cultural de Vox…

R: Eso es. He sido continuamente reprimido por Hazte Oír durante años. Ponían en sus páginas mi gira y pedían a la gente que me boicotearan. Conozco a toda esta gente, de hecho, escribí un libro (La Revelación) sobre el grupo, apoyado en Estados Unidos (EEUU).

Parece que es algo nuevo, pero no lo es. Hay gente envuelta en la bandera de España que me ha pegado dos hostias mientras andaba por la calle (…) Todo eso lo he vivido, pero hay que pasarlo para defender la libertad de expresión. Se vive muy bien pensando que somos todos súper demócratas, que se permite hacer cualquier obra de teatro, pero no. Todo es más complicado y salvaje. O te autocensuras, o haces teatro que moleste, y en el segundo caso te expones a que te pasen cosas como las que me han pasado a mí.

También te digo, ahora soy más feliz que nunca, porque me han demostrado, y me he demostrado, que era yo y no ellos, quien tenía razón.

Se vive muy bien pensando que todos somos súper demócratas, pero es más complicado y salvaje

P: ¿Te has autocensurado?

R: No. Me han pegado, me han quemado sitios… pero no. Si lo hubiera hecho no podría mirarme al espejo ni dormir por las noches. Siempre he intentado vivir acorde a mis ideales y ahora, a mis 71 años, soy feliz de haberlo hecho. Estoy orgulloso de seguir molestando y es lo que también intento enseñar con 70+.

Tampoco he recibido subvenciones de nadie, como decía, por lo que no he actuado por miedo a que me las quiten (…) Y pago más impuestos que muchos de los que llevan la pulserita de España.

Pago más impuestos que muchos de los que llevan la pulserita de España.

P: También tienes en gira Mussolini. La clave, entonces, para frenar a la extrema derecha, está en no callar.

R: Así es.

P: ¿Consideras que recibiste (o recibes) poco apoyo por parte de los compañeros de la cultura?

R: Quizás la cultura institucional sí podría haberme defendido más, pero entiendo por qué no lo ha hecho. Lo primero es que no soy español propiamente dicho. Realmente, no soy nada en particular.

Y lo segundo, es que no vengo del mundo intelectual, sino del circo. Mi padre no sabía leer, y yo estoy muy orgulloso de venir de la clase baja. La burguesía siempre me ha considerado un provocador, un payaso, pero con una connotación negativa.

Sin embargo, los compañeros de la profesión que luchan (Willy Toledo, por poner un ejemplo), siempre han estado a mi lado. Nos sentimos un gremio. También me ayudó mucho vuestro fundador, Enric Sopena, quien siempre me apoyó desde que le conocí.

En definitiva, la parte intelectual más burguesa, por así decirlo, no me ha entendido tanto, lo cual tampoco quiero criticar… Me quedo con las personas que sí lo han hecho, que son las que he valorado.

La cultura institucional podría haberme defendido más

P: También estás muy concienciado con lo que sucede en Oriente Medio. Al margen de todo, la tensión en la zona (que ha aumentado desde octubre), ¿obedece a una cuestión de fanatismo religioso, de hipocresía, de poder, de inacción…? ¿Una mezcla de todo? Decías en una entrevista que el mundo está gobernado por imbéciles, pero es cierto que éstos, al final, son capaces de mover a las masas y generar verdadero dolor.

R: Bueno… es un problema históricamente profundo, con raíces religiosas... Mucha gente de la cultura se ha postulado del lado palestino porque se siente laica y no entiende que alguien pueda matar por un dios. Aunque, al margen, cualquier persona capaz de reflexionar se da cuenta de que no tiene sentido.

Hay algo más profundo que el orgullo o el egoísmo: el fanatismo religioso. Lo que sucede a orillas de la Franja es una venganza bíblica. Quiero decir, no sé si alguien mata a 25.000 personas y a 8.000 niños solo por orgullo … Luego también entra en juego Estados Unidos (EEUU). Joe Biden apoya todo esto porque los mismos protestantes se vieron como un pueblo erigido por Dios y luchando contra los “salvajes”… Es una raíz histórica que se puede aplicar, incluso, por ejemplo, al capitalismo. Sea como fuere, nos estamos despertando en 2024 con un mundo del siglo XV.

Yo he estado muchas veces en Israel y Palestina, y conocí hace muchos años al primer ministro israelí, Ariel Sharón. Me dijo que él vivía en un mundo bíblico y que era capaz de matar a su madre si Dios se lo pedía… Para que te hagas una idea.

P: Por terminar la entrevista de una manera más simpática, me gustaría remacharla haciendo alusión a las misas patónicas, de las que ya hemos hablado. ¿Cómo surge esta idea y qué sensaciones se lleva la gente que va? Muchísima joven porque, además, se anuncia un montón en redes sociales… Que valga la respuesta también como reclamo para un buen plan en este nuevo año.

R: Es un proyecto del que también estoy muy orgulloso porque, a pesar de que solo caben 30 o 40 personas, la iglesia siempre está llena. Hacemos cuatro o cinco misas todos los domingos y se forman unas colas tremendas.

Volviendo a lo de antes, creo que Hazte Oír me ha inspirado, porque un payaso no responde a la violencia con bombas, sino con chistes, y los patos de goma fue la manera divertida de enfrentarme a todo esto. De alguna manera representan las cosas sencillas (…) La gente se siente pato de goma frente a la sociedad capitalista (risas). El mensaje detrás de la idea es ese: que somos pequeños, que no tenemos trascendencia ni poder, pero nos alegramos de ser así.

Como bien dices, el público suele ser menor de 25 años; el de las redes sociales. Y en cuanto a los eventos, hemos hecho cientos de bodas, bautizos y hasta cinco funerales. Nos han traído cenizas del difunto, que quería ser despedido con chistes.

Nos han incluido en guías fuera de España entre las diez cosas que hacer si vienes a Madrid, además de visitar los museos, la Moncloa… En fin, estoy muy orgulloso.