Leo Bassi ha estado en la lista negra del grupo ultracatólico Hazte Oír, embrión cultural de Vox y al que el partido debe, en buena parte, su nacimiento. El payaso y actor ha sufrido todo tipo de hostigamiento, incluso amenazas de muerte tanto en nuestro país como en otros por emplear la sátira para condenar aquello con lo que no está de acuerdo.

Así lo relata en una amplia entrevista concedida a ElPlural.com en la que considera, entre otras cosas, que no ha recibido suficiente apoyo de la parte institucional de la cultura frente a algunos de los episodios que, inevitablemente, han marcado su trayectoria, capítulos que, dicho sea de paso, le han hecho más fuerte.

En la misma conversación, sin embargo, sí que ha querido reconocer al apoyo de compañeros del mundillo que tampoco callan ante la censura impuesta por el poder, como Willy Toledo; o de rostros de otros ámbitos como el periodístico, concretamente del fundador de ElPlural.com, Enric Sopena: “Los compañeros de la profesión que luchan siempre han estado a mi lado. Nos sentimos un gremio. También me ayudó mucho vuestro fundador, Enric Sopena, quien siempre me apoyó desde que le conocí”.

Entretanto, lamenta que “quizás” no obtuvo demasiado respaldo por parte de la “cultura institucional”. “Esta sí que podría haberme defendido más”, lamenta, a pesar de “entender” por qué no lo hizo. “Lo primero es que no soy español propiamente dicho. Realmente, no soy nada en particular”, emite con una sonrisa. Y prosigue: “Y lo segundo, es que no vengo del mundo intelectual, sino del circo. Mi padre no sabía leer, y yo estoy muy orgulloso de venir de la clase baja. La burguesía siempre me ha considerado un provocador, un payaso, pero con una connotación negativa”.

Risa contra la censura y la violencia

A sus 71 años, Bassi ha recorrido medio mundo, siempre con la risa por bandera frente a la violencia. “Un payaso no responde a la violencia con bombas, sino con chistes”, tiene claro. Así ha llegado, por ejemplo, a Israel o rincones de Latinoamérica. “Me han puesto una pistola en la cabeza por hacer un espectáculo y hacer reír a niños palestinos. En Brasil también me atacaron otra obra”, dice con solvencia.

Estos son solo algunos ejemplos que se suman a los acontecidos en España, donde la mencionada asociación ultraconservadora le tenía en el punto de mira, llamando con ello constantemente al boicot de sus actuaciones. La escalada de tensión llevó, nada menos, a que le pusieran una bomba a él y su público en el Teatro Alfil, allá por 2006; a que le quemaran sitios de trabajo, o a que le griten “una o dos veces al mes” a las puertas de su Paticano acusándole de “blasfemia”. “Lamenté la indiferencia, se llevaron a cabo investigaciones, pero han quedado en nada…”, recuerda.

Con todo, ve un punto positivo en lo relativo a la censura: “Creo que ayuda en ese sentido a los actores y directores. No me malinterpretes, evidentemente no es positivo que se censuran obras y no es agradable para quien lo sufre, pero en última instancia tiene que dotarnos de más fuerza (…) Porque su censura implica que estamos haciendo cosas buenas, que tocamos puntos que molestan. El arte tiene que estorbar, de lo contrario significa que estamos haciendo algo mal”.

Eso sí, haberle perdido el miedo al miedo no le hace ajeno a la repercusión sobre la cultura que provocan aquellos ayuntamientos en los que la extrema derecha forma parte del Gobierno. “Hemos vivido tiempos “relajados”, y ahora vuelve la censura”.

“Parece que es algo nuevo, pero no lo es. Hay gente envuelta en la bandera de España que me ha pegado dos hostias mientras andaba por la calle (…) Todo eso lo he vivido, pero hay que pasarlo para defender la libertad de expresión. Se vive muy bien pensando que somos todos súper demócratas, que se permite hacer cualquier obra de teatro, pero no. Todo es más complicado y salvaje. O te autocensuras, o haces teatro que moleste, y en el segundo caso te expones a que te pasen cosas como las que me han pasado a mí”, emite.

Con todo, deja claro que él no se va a autocensurar. “Si lo hubiera hecho no podría mirarme al espejo ni dormir por las noches. Siempre he intentado vivir acorde a mis ideales y ahora, a mis 71 años, soy feliz de haberlo hecho. Estoy orgulloso de seguir molestando y es lo que también intento enseñar con 70+”, apuntala haciendo alusión a la obra con la que actualmente está en gira y que se mueve en torno al edadismo.