Vox ha asegurado que no asistirá a la manifestación del 8 de marzo. La lucha contra la que ellos llaman "ideología de género" es uno de los pilares fundamentales de Vox. Mientras exigen la abolición de la Ley contra la Violencia de Género y de la discriminación positiva, el partido ultraderechista de Santiago Abascal se afana en defender que “es el único que respeta a la mujer porque no la colectiviza”.

Sin embargo, sus proclamas desprenden un aire demasiado conocido por quienes se vieron obligadas a pasar por la Sección Femenina, el organismo que tenía la Falange para “encuadrar en ella a todas las mujeres que voluntariamente quieran ser falangistas”, según promulgaba la entidad, pero a donde tenían que acudir, obligatoriamente, todas aquellas jóvenes que quisieran realizar cualquier tipo de trámite como sacar el carnet de conducir o aspirar a un trabajo en un organismo oficial.

La entidad contaba con formidables pisos donde se instruía a las mujeres para ser buenas madres, esposas y amas de casa.

Pilar Primo de Rivera, hermana de José Antonio Primo de Rivera, fue la fundadora y dirigente de la Sección Femenina.  Defendía entonces, como ahora podrían hacerlo muchas de las simpatizantes de Vox, que las mujeres tenían que ser “femeninas y no feministas”. En 1942 escribía textos en los que proclamaba que “las mujeres nunca descubren nada; les falta, desde luego, el talento creador, reservado por Dios a inteligencias varoniles; nosotras no podemos hacer nada más que interpretar mejor o peor, lo que los hombres nos dan hecho”.

La Sección Femenina presumía de tomar como modelo “a Isabel La Católica, la cual supo conciliar perfectamente sus capacidades de mujer de buen gobierno, de gran preocupación social y de fuerte formación religiosa y moral, con la del ama de casa que cuida de su marido, de sus hijos y criados imitando, por tanto, a la ‘mujer fuerte’ del Evangelio”. El modelo bien podría ser suscrito por el partido de Santiago Abascal, jinete nostálgico de la Reconquista.

Contra lo que muchos puedan pensar, la Sección Femenina no denostaba a la mujer. Tenían claro que “nada grande se ha hecho en el mundo sin su  participación”. Por ello, consideraba que “el deber social es educarla para hacerla digna de los grandes destinos que la Providencia le ha reservado”.

Eso sí, su papel estaba claro.  “A través de toda la vida, la misión de la mujer es servir. Cuando Dios hizo el primer hombre, pensó: ‘No es bueno que el hombre esté solo’. Y formó a la mujer, para su ayuda y compañía, y para que sirviera de madre. La primera idea de Dios fue ‘el hombre’. Pensó en la mujer después, como un complemento necesario, esto es, como algo útil”. Esto es lo que se podía escuchar en un aula de primero de Bachillerato en el año 1962 bajo títulos como ‘Unidas en el sentimiento ardiente del servicio a la Patria… y al marido’.

En el discurso de los integrantes de Vox son muchos los mensajes que se lanzan a favor de la familia tradicional y del papel de la mujer en casa. A su juicio, “el feminismo pretende demonizar el modelo de familia tradicional y meterse con miles de mujeres que han elegido libremente quedarse en casa cuidando de sus hijos, que es de las ocupaciones más maravillosas que puede haber”. Así lo ha manifestado Rocío Monasteriopresidenta de Vox en Madrid, a la que se considera ya musa del partido contra el “negocio de la ideología de género”.

Para Monasterio “deberíamos reivindicar el espíritu de la mujer no solo en la familia, sino en la sociedad, de dar mucho a cambio de nada”.  

Paradójicamente Monasterio considera el movimiento 8 de marzo rancio, tristón y puritano”, tres adjetivos que podrían servir a la perfección para definir el ideario de su partido.

Vox asegura que son la formación que defiende la “igualdad”, una idea que ha contribuido a desarrollar Alicia Rubio, la vicesecretaria de Movilización, que recalca: “Somos mujeres que amamos a los hombres que están en nuestras vidas y no queremos tener más privilegios sobre ellos".