El cuerpo sin vida de Julen, el niño de dos años que cayó en un pozo el pasado domingo 13 de enero en el municipio malagueño de Totalán ha sido hallado en la madrugada de este sábado.

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El principal impedimento para el rescate de Julen Roselló ha sido, sin duda, “inexplicable” tapón que mantenía al pequeño malagueño a 71 metros bajo tierra.

Un tapón -cuya composición no ha trascendido a la opinión pública y que investiga desde el primer día la Guardia Civil-, que se convirtió en el principal impedimento para rescatar y sacar a la superficie al niño de dos años.

Una vez rescatado Julen, el tapón será estudiado en profundidad para dirimir responsabilidades y determinar qué pasó en Totalán.

Miembros del equipo de rescate deslizaban -antes de confirmar la muerte del menor y pidiendo absoluta confidencialidad-, que la existencia del tapón era difícilmente explicable.

"Para empezar, porque no es razonable que el crío cuando cae, probablemente golpeando las paredes, provoque desprendimientos en el interior de la cavidad como para generar tanto material que luego se coloca sobre sí mismo y obtura el hueco al completo, de forma tan fuerte".

Tal y como informaba el periodista Quico Alsedo, no se trata sólo del material en sí, sino del volumen: pese a que en los primeros días se extrajo tierra con un potente equipo de succión y se rebajó entre 30 y 60 centímetros su grosor, el tapón siguió impidiendo el acceso al niño y desconcertando tanto a los investigadores como, más importante, a los rescatadores que al principio tenían la esperanza de que el niño pudiera seguir con vida en el subsuelo -hipótesis lamentablemente menos firme conforme pasaban las horas y los días-.