El pasado mes de marzo, José Luis Moreno volvía a acaparar los titulares de la prensa española al presentarse ante la Audiencia Nacional. Acusado de fraude fiscal por más de 3,4 millones de euros, el productor y ventrílocuo negó todas las imputaciones y aseguró que era víctima de una operación injusta. Lo más llamativo no fue tanto su declaración judicial, sino las palabras que pronunció después ante los medios: “Estoy aquí por culpa del jefe de la UDEF, el responsable absoluto de mi imputación”. Con estas palabras, Moreno apuntaba directamente al comisario de la unidad policial —detenido por otra causa— como el origen de su desgracia judicial. Sin embargo, el verdadero escándalo que vuelve a rodearlo no se reduce a lo que los jueces tengan que decir. Cada vez resulta más evidente que buena parte del prestigio que construyó a lo largo de su carrera se basó en mentiras descaradas, una biografía ficticia que durante años fue aceptada sin apenas cuestionamientos.

Los reportajes de medios como laSexta y La Vanguardia han desempolvado y confirmado lo que ya se sospechaba desde hace dos décadas: el currículum de José Luis Moreno fue una operación de marketing más que una descripción honesta de su trayectoria. Según sus propias declaraciones en entrevistas a lo largo de los años, afirmaba ser neurocirujano, licenciado en Filosofía y Letras y en Música, hablar todos los idiomas europeos, además de árabe y japonés, haber debutado como tenor a los 17 años en el Covent Garden de Londres, escrito 26 libros y, por si fuera poco, haber sido campeón europeo de patinaje artístico. Ninguna de estas afirmaciones ha sido nunca respaldada por documentación o fuentes fiables. De hecho, muchas han sido desmentidas de forma rotunda.

Ya en 2005, un artículo publicado en La Vanguardia desmontaba varias de estas fabulaciones. No existía constancia de que hubiera cursado estudios universitarios ni de que dominara los idiomas que decía hablar. Tampoco había rastro de su debut operístico ni de sus libros publicados. Más recientemente, en marzo de 2025, laSexta Clave volvió a recoger esta colección de falsedades, recordando que el productor se había fabricado un currículum de fantasía, probablemente diseñado para impresionar a inversores y cadenas de televisión internacionales.

Estas invenciones personales no serían tan relevantes si no vinieran acompañadas de una trayectoria profesional plagada de escándalos. Moreno arrastra un historial de episodios turbios que va mucho más allá de los casos judiciales recientes. Apareció en los famosos 'Papeles de Bárcenas' como moroso con Hacienda. Ha sido acusado por antiguos empleados de acoso, amenazas y tratos vejatorios. Fue investigado en el caso Palma Arena por un presunto soborno al expresidente balear Jaume Matas. Y más allá de la ley, muchos trabajadores del sector audiovisual han denunciado su tendencia a dejar deudas impagadas, proyectos sin pagar y salarios adeudados.

'Operación Titella' y frente judicial

El golpe más duro a su reputación llegó en 2021, cuando fue detenido en la 'Operación Titella'. Las autoridades descubrieron un entramado de más de 700 sociedades pantalla presuntamente utilizadas para defraudar a bancos e inversores. La Fiscalía lo acusó de pertenencia a organización criminal, estafa continuada, blanqueo de capitales y falsedad documental. Según los informes judiciales, el entramado habría conseguido desviar más de 50 millones de euros. En julio de ese mismo año, Moreno quedó en libertad bajo fianza de tres millones. Desde entonces, ha comparecido en varias ocasiones ante el juez, defendiendo siempre su inocencia, aunque los indicios en su contra no han hecho más que acumularse.

En 2025, la situación judicial de Moreno se ha reactivado. En su comparecencia más reciente ante la Audiencia Nacional, intentó justificar los pagos investigados como simples reembolsos de gastos sin beneficio personal. Fuera del juzgado, mantuvo un tono combativo, señalando a terceros como los verdaderos culpables y anunciando que pronto dará una rueda de prensa para contar “toda la verdad”. Pero lejos de calmar los ánimos, sus declaraciones han alimentado aún más el fuego. En una entrevista reciente, incluso llegó a insinuar que su antiguo socio, el empresario argentino Alejandro Roemmers, estaría vinculado al tráfico de menores y drogas, citando supuestas informaciones periodísticas de su país natal. La estrategia de Moreno parece clara: desviar la atención y atacar la credibilidad de quienes lo acusan.

Además de sus declaraciones, han seguido apareciendo filtraciones comprometedoras. La Vanguardia reveló que, durante la presentación de uno de sus últimos proyectos fallidos, Moreno llegó a subir a 54 empleados de su productora en un autobús para hacerlos pasar por periodistas en una rueda de prensa ficticia. El musical que presentaba, sobre la vida de San Francisco de Asís, nunca llegó a materializarse. Ni siquiera existían capítulos grabados de la supuesta serie que anunciaba como un gran estreno. Más inquietante aún fue la publicación de apuntes manuscritos encontrados en sus agendas, donde aparecían nombres de políticos y posibles gestiones con RTVE a través de contactos del PSOE. Una de las anotaciones mencionaba a Cristina Narbona y un intento de concertar una reunión con Federico Montero, director corporativo de la televisión pública.

Todo parece apuntar a una constante en la figura de José Luis Moreno: la construcción de una imagen pública mediante el engaño, la exageración y, según la justicia, el fraude. Mientras la causa judicial sigue su curso y se esperan nuevas decisiones de la Audiencia Nacional, el relato del exitoso productor internacional y artista multilingüe se desmorona, revelando una historia menos brillante y mucho más turbia de lo que él mismo quiso contar.

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