El uso de videntes o brujos en la política es más habitual de lo que pensamos. Son muchos los altos cargos que han tenido su rasputin particular. Por ejemplo, Ronald Reagan recurrió a Carroll Righter, el astrólogo de su mujer Nancy, para preguntarle si Mijail Gorbachov, recién nombrado primer secretario del Partido Comunista de la antigua Unión Soviética, era una persona en la que poder confiar y negociar. François Mitterrand frecuentó los consejos de Elizabeth Teissier, su pitonisa de cabecera y, al mismo tiempo, su amante. Al parecer el rey Juan Carlos también recurrió a sus dotes adivinatorias.

Estas anécdotas se comentaron en el transcurso un coloquio en Madrid organizado por La Tienda de las Palabras en colaboración con BeMore sobre “Lo oculto detrás del poder” en el que hice de moderadora. Los escritores Gervasio Posadas y David Placer junto al mentalista Pablo Raijenstein desmenbraron algunos aspectos de la atracción por lo oculto que han sentido las élites del poder ante cerca de un centenar de personas.

 

De izquierda a derecha, David Placer, Gervasio Posadas, Marisu Moreno y Pablo Raijenstein. 

Gervasio Posadas es autor de ‘El mentalista de Hitler’ (Suma), una novela histórica que recrea la relación del líder nazi con Erik Jan Hanussen, un conocido mentalista de la época, durante el año anterior a su ascenso al poder. Hanussen predijo, contra todo pronóstico,que ganaría las elecciones y ello le llevó hasta el propio Hitler con quien mantuvo varios encuentros. “La astrología tuvo gran influencia en el nazismo”, subraya Posadas. Sin embargo, no cree que Hitler confiara ciegamente en la astrología.

“Era una persona con enorme seguridad en sí mismo que tenía muy claro que estaba destinado a cambiar el poder en Alemania y  estaba convencido de que con su voluntad podía conseguir lo que se había propuesto. En aquella época el horóscopo tenía mucha fuerza pero para él, la idea de compartir destino con alguien nacido el mismo día le parecía repugnante. Podría ser un negro o un judío. Él se acerca a Hanussen porque tenía la premonición de que iba a morir joven  y siente gran inquietud sobre ello”.

Una premonición marcó también el destino de Hugo Chavez. La bruja, Cristina Maksman, predijo su muerte antes de los 60 años. Así lo relata el periodista David Placer en su libro ‘Los brujos de Chávez. La magia como prolongación de la política’ (Economía Digital), que surgió de un reportaje de investigación sobre las relaciones del chavismo con la santería cubana. Placer subrayó que la superstición es en Chavez algo cultural. Nacido en Los Llanos, apuntó, creía en la brujería desde muy pequeño y ello “influyó de forma notoria en su personalidad”. Al mismo tiempo, utilizó estas creencias para manipular:

“Estando en la cárcel, tras el fracaso del golpe, organizaron una reunión para decidir quién iba a ser el líder del futuro movimiento político. Tenían que decidir entre él o Cárdenas. Chavez propuso que invocara a un espíritu para decidirlo e invocaron a Maisanta, el espíritu de su abuelo, que lo designó a él. Entró en el propio Chávez y dijo que era él el elegido y así fue”.

Placer está convencido de que Chávez creía firmemente en esas cosas y que, al mismo tiempo “supo utilizarlas en provecho propio”.

El mentalismo: poder o simulación

¿Existen personas con poderes extraordinarios? ¿Se puede predecir el futuro? Pablo Raijenstein que lleva cuatro temporadas en Madrid sorprendiendo al público con su espectáculo ‘El mentalista y el cine’, quiso aclarar qué es un mentalista.

“Varía mucho dependiendo de la zona geográfica donde estemos, en América Latina tiene más connotaciones paranormales. Aquí está más vinculado con el ilusionismo. Una posible definición es un ilusionista que emplea sus cinco sentidos en busca de un sexto sentido o para crear la ilusión de un sexto sentido”.

¿Escépticos o creyentes?

Dicho esto, Raijentein añade que él mismo, en algunos aspectos es muy escéptico. “Puedo creer en todo, y al mismo tiempo no creer en nada”, comentó para aclarar que “los nuevos mentalistas y las antiguas brujas pueden ser psicólogos, una persona con la que poder comunicarte”.

En la actualidad, subrayó, es frecuente que tanto políticos como empresarios recurran a los servicios de un mentalista, pero lo que buscan es “influir” a través de la comunicación no verbal.

“En el caso de Hitler, no es que él dijera directamente que tenía poderes, pero sí emplea unos recursos para que la gente crea que tiene una visión y una capacidad especial”, dijo Posadas que destacó la “mirada hiponotizadora” y las puesta en escena de sus mítines como herramientas para crear esas sensación de ser el elegido.

Hugo Chavez sí se presentó directamente como alguien con poderes extraordinarios. “El caudillismo es algo consustancial en América Latina”, recuerda Placer. Él se declara como escéptico pero reconoce que le ha impresionado la “creencia rotunda” entre los jerarcas del chavismo de que estas cosas funcionan:

“Uno de ellos me dijo que estaban muy contentos cuando la oposición creía que estas cosas eran chupercherías. Me dijo ‘ojalá que sigan así porque así creeran que todo lo malo que les pasa es por mala suerte’”.

Una exhibición "increíble"

Por su parte, Posadas recurrió a la ironía para aclarar su posición. “Me gustaría que existieran estas cosas y hubiera algo de magia, pero la realidad es más prosaica. A los políticos también les gustaría, sobre todo para librarse de algunos de sus enemigos”.

El encuentro acabó con una exhibición de las habilidades de Pablo Raijensten que dejó tanto a los ponentes como al público, fascinados. “Es increíble”, fue el comentario más repetido entre los asistentes. Él insistió en que nunca utiliza ni actores ni compinches en sus espectáculos y me consta que todo se hizo sin trampa ni cartón.

Su extraordinaria capacidad por empatizar con los demás, le permitió trazar el perfil psicológico de la persona del público que iba a acertar un número del uno al 100 escrito en un sobre previamente. Ese perfil lo había escrito previamente al juego y estaba metido dentro de un sobre que no pudo haber manipulado durante el mismo. La elegida se sintió identificada con la descripción psicológica que hizo de ella Raijenstein. Lo mejor llegó cuando leyó que solía vestir de negro, le gustaba el verde y resaltaba su cuello con collares de perlas. Iba vestida con pantalón negro, camisa negra con pequeños detalles verdes y un vistoso collar de perlas en el cuello. La mujer, que había confesado sentir "miedo" ante este tipo de predicciones se quedó sin habla.

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Posteriormente Raijenstein hizo varios ejercicios de hipnosis con los que cautivó a todo el público.