Cada verano, miles de personas acuden a urgencias o consultan a su médico por quemaduras solares, muchas veces evitables. La mayoría se deben a una exposición prolongada sin protección adecuada o al uso incorrecto del fotoprotector. Aunque no siempre revisten gravedad, pueden causar molestias importantes, ampollas, infecciones e incluso dejar cicatrices si no se tratan bien.
Además, más allá del daño inmediato, estas lesiones dejan una huella duradera: la piel no olvida. Acumular quemaduras solares —especialmente en edades tempranas— aumenta el riesgo de padecer cáncer de piel en la vida adulta. Por eso, saber cómo actuar desde el primer momento es fundamental.
Aprovechando la llegada del verano, es conveniente establecer una guía clara y accesible para tratar las quemaduras solares leves en casa, advertir sobre los errores más comunes que pueden empeorar la situación y destacar la importancia de prevenir daños cutáneos desde la infancia.
Cómo identificar el grado de la quemadura solar
"Las quemaduras solares se dividen en leves, moderadas y graves. Las leves corresponden al clásico enrojecimiento asociado a aumento de sensibilidad de la piel con el simple roce. En las moderadas el daño es más profundo y pueden formarse ampollas entre unas horas y hasta 2-3 días después de la exposición. En algunas ocasiones se producen quemaduras graves, que además de estos signos en la piel, se acompañan de síntomas generales, fiebre, cefalea, náuseas, vómitos", explica la doctora Inmaculada Alcaraz, jefa asociada del Servicio de Dermatología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, centro integrado en la red sanitaria pública de la Comunidad de Madrid (SERMAS).
La diferencia entre una piel enrojecida y una quemadura de segundo grado radica en la aparición de ampollas. "La piel enrojecida, asociada a sensibilidad, o dolor quemante al roce, se corresponde con una quemadura leve; cuando el daño es más profundo se producen ampollas en la superficie, que reflejan un despegamiento entre las dos capas más superficiales de la piel, la epidermis y la dermis", explica la experta.
El contexto también influye: factores como la hora del día, el índice UV, el tiempo de exposición, la presencia de arena o superficies reflectantes, e incluso algunos fármacos o condiciones médicas pueden aumentar la vulnerabilidad a estas quemaduras. "Existen factores que dependen del paciente, como edades extremas de la vida, y especialmente los niños, pieles más sensibles, con enfermedades que predisponen a la fotosensibilidad, o la presencia de algunos fármacos", añade la dermatóloga de la Fundación Jiménez Díaz.
Primeros auxilios en casa: lo que sí debes hacer
"Tan importante es lo que debemos hacer como lo que no debemos hacer", advierte la especialista. En caso de quemaduras leves, la doctora Alcaraz recomienda "el uso de cremas hidratantes frías (se pueden enfriar en la nevera) varias veces al día. En algunos casos se puede mezclar la crema hidratante con una crema de corticoides tópico, que añadirá una función antiinflamatoria local, y nos ayudará a agilizar la recuperación".
Para aliviar el dolor, "en caso de dolor importante y si no hay contraindicación, se puede añadir un antiinflamatorio tipo ibuprofeno por vía oral". Además, la especialista recuerda que "la quemadura solar supone un estado que predispone a la deshidratación, por lo que también se recomienda beber mucha agua". Y, por supuesto, "hay que evitar la reexposición al sol, o si fuera inevitable hacerlo con fotoprotección".
Es recomendable revisar la evolución de la quemadura con frecuencia, evitar la fricción sobre la zona afectada y vestir con ropa holgada y de tejidos naturales. Estos pequeños gestos contribuyen significativamente a una recuperación más rápida y cómoda.
Lo que nunca debes aplicar sobre una quemadura solar
Existen múltiples remedios caseros que, lejos de ayudar, pueden empeorar la situación. "No se deben emplear remedios caseros, tipo pepino, dentífrico, etc. que pueden perjudicar la evolución o añadir complicaciones, como la infección de la zona quemada", advierte la doctora Alcaraz.
Otro error frecuente es la manipulación de las ampollas. "Si se han formado ampollas, tampoco se debe eliminar el techo, ya que el líquido seroso que contienen actúa como lubricante y regenerador en la capa inferior. Si se retira el techo de la ampolla se puede retrasar la curación y favorecer la aparición de cicatrices definitivas".
Además, productos que contengan alcohol, perfumes o ingredientes irritantes deben evitarse, ya que pueden agravar la inflamación y provocar una reacción adversa en la piel lesionada.
Cuándo acudir al médico
Aunque muchas quemaduras solares pueden manejarse en casa, hay situaciones que requieren valoración profesional. La doctora Alcaraz advierte que, en los casos graves, "además de los signos en la piel, se acompañan de síntomas generales, fiebre, cefalea, náuseas, vómitos". Ante cualquiera de estos signos, es fundamental acudir a un centro sanitario.
También es recomendable consultar a un dermatólogo si las quemaduras afectan a grandes zonas del cuerpo, si el dolor es intenso y persistente, o si hay antecedentes de sensibilidad solar o enfermedades cutáneas crónicas.
“La piel tiene memoria”: el legado invisible del sol en la infancia
Proteger la piel desde la niñez no es solo una medida estética: es una inversión en salud a largo plazo. "Como habréis leído muchas veces, la piel tiene memoria, y la mayoría de ella proviene de las exposiciones solares repetidas y excesivas que acumulamos antes de los 20 años de vida", subraya la Dra. Alcaraz.
Las consecuencias de esas exposiciones son múltiples. "Además de las manchas solares fruto de bronceados aberrantes, hay aparición de pecas, llamadas efélides. Y el exceso de sol promueve el fotoenvejecimiento y es responsable del daño mutacional que puede derivar en cáncer de piel en la vida adulta, que es sin duda su efecto más peligroso".
Esto refuerza la necesidad de adoptar hábitos responsables desde edades tempranas. Evitar la exposición en las horas centrales del día, usar ropa protectora, aplicar fotoprotector de amplio espectro (mínimo FPS 50) y reaplicarlo cada tres horas o tras el baño o sudoración son medidas fundamentales.
También existen complementos orales de fotoprotección, aunque deben utilizarse solo bajo recomendación médica o farmacéutica. "Desde hace unos años se habla de complementos de fotoprotección oral que mejoran la capacidad de nuestras células para gestionar la sobreexposición, sin embargo siempre hay que tener en cuenta que no sustituye a las cremas, sino que las complementa", puntualiza la especialista.
Conocer los riesgos, actuar con responsabilidad y educar desde la infancia son las claves para cuidar de la piel, no solo en verano, sino durante todo el año. Porque una piel bien protegida hoy puede evitar enfermedades graves mañana.