Hace cinco años este mes de septiembre. El Athletic Club de Bilbao levantó un nuevo estadio con los objetivos de una mayor seguridad, confortabilidad y rentabilidad económica y notoriedad; una nueva “Catedral”, como se conoce al campo athlético, que mirase cara a cara al Museo Guggenheim y el Palacio de Congresos Euskalduna. Lo festejó con una larga serie de actividades desde el adiós nostálgico al viejo estadio hasta la inauguración del nuevo. Se fue extendiendo así la idea de que el campo estaba terminado, aunque solo lo fuera en 3/4 partes: el resto permanecía unido como hermanos siameses al viejo estadio hasta que terminaron las obras. El equipo jugó y todo se dio por bueno.

ElPlural.com contactó con el club para saber si este quinto aniversario (con todo el edificio al completo) tendría su correspondiente celebración. En el Athletic no son muy dados a la relación con los medios, salvo en lo deportivo, donde juegan en casa y eso les ayuda a salvar las lagunas. El silencio fue la respuesta a la pregunta, que les sorprendió. Un “no, no hay nada previsto” fue el final de la escueta conversación. De su presidente, Josu Urrutia, se conoce esa peculiar forma de entender la información y su bronca reciente con un reconocido periodista forofo de ese equipo. La calificación de “presidente mediocre” que Iñaki López hizo del máximo directivo rojiblanco la comparten otros medios y grupos de socios. Más allá de su fe religiosa en la marca “Athletic”, los socios critican la labor de Urrutia, que no hace honor a su historia como centrocampista del equipo y juega a no continuar mientras Clemente va removiéndole la silla con grupos de socios para las elecciones de abril próximo.

Solo faltaban dos zarpazos: un nuevo cese del entrenador en una comparecencia deshonrosa y que el gobierno de Urkullu retirase su intención de financiar las instalaciones para atletismo que formaban parte complementaria del proyecto original de la nueva “catedral”. Esos 55 millones de euros que no llegarán a San Mamés son un agujero en la financiación futura de la obra, porque esa era la aportación comprometida en su día por el gobierno de Euskadi y parte de la filosofía que justificaron. las nuevas instalaciones y el endeudamiento del club.

Los vericuetos del coste

Desde aquella inauguración formal (la deportiva) ha desaparecido de los medios cualquiera de las muchas preguntas que entonces se hicieron sobre el coste final del traslado hasta el solar inmenso de la antigua Feria de Muestras. Tan grande es la explanada abierta delante de la Catedral como las ventajas que la Sociedad del Athletic de Bilbao anunció sobre acuerdos comerciales para rentabilizar las inversiones aportadas por las instituciones vascas: Ayuntamiento, Gobierno vasco y BBK. Ningún obstáculo entonces. Se estudió la posibilidad de subir las plazas hasta 58.000, pero las sucesivas modificaciones del anteproyecto y motivos económicos principalmente, las dejaron en 53.332, ampliables en 2.000 más, según indica el arquitecto, César Azcárate. El campo iba a aumentar en 6.000 los nuevos socios con plaza asegurada, un argumento social importante en Bilbao, pero también económico.

Finalmente, el Gobierno vasco del PNV renunció construir la pista de atletismo en San Mamés, que fue el argumento de la inversión de 55 millones anunciada por el entonces lehendakari socialista Patxi López.

Estadio San Mamés.

Como indicaba Josep María Gay, profesor de Economía Financiera de la Universidad de Barcelona, el nuevo San Mamés se convirtió también en el principal valor patrimonial del Athletic de Bilbao, siguiendo así la senda de cuantos convirtieron el campo, más allá de un símbolo, en una inversión; como esa decena de equipos de primera y segunda división que, entre 2003 y 2008, ingresaron en sus arcas más de 1.000 millones de euros con el cambio de usos del suelo.

En realidad, cuesta ver el estado de las cuentas cinco años después. Desde que el Tribunal de Cuentas Públicas del País Vasco hiciese su informe de 2015, la cifra que se maneja es una inversión de 186,5 millones de euros, incluidos todos los conceptos, sobre una previsión inicial cercana a los 240 millones. Más recientemente, la Sociedad creada para la construcción del complejo ya ha dado por finalizadas sus inversiones y, según se ha hecho público, han dejado en manos del Club las obras pendientes, que correrán a su cargo. Para saber sobre al edificio anexo pendiente de construir, remiten a la UPV (Universidad Pública del País Vasco).

Los socios ya no hablan de fútbol, como dice Javier Clemente (Baracaldo, 1950), que aspira a ser el sucesor de Josu Urrutia. La preocupación entre los grupos de socios más jóvenes con los que Clemente se ve es la situación económica del Club pero también ya hay quien hace juegos malabares con los fichajes y las salidas de miembros del equipo para conseguir la propiedad exclusiva del estadio dentro de décadas. Una manera de resignarse a mantener problemas financieros a muy largo plazo. En todo caso, es público el deseo que se manifiesta por hacerse con la propiedad del complejo deportivo.

San Mamés, un estadio de prestigio

Pero al margen de las críticas que se hicieron y se hacen en las redes a la gestión de los sucesivos y poco duraderos presidentes del Club, la “Catedral” camina con éxito por el mundo de los estadios nuevos, unas veces nacidos de las previsiones deportivas internacionales, y otras de objetivos urbanísticos, comerciales y de imagen local, como el propio San Mamés. El estadio de del Athletic Club de Bilbao fue designado en el World Architecture Festival celebrado en Singapur como la mejor instalación deportiva del mundo de nueva construcción, imponiéndose al Mercedes-Benz Stadium de Atlanta (EEUU). En octubre de 2017 recibió el premio “Venue of the Year”, que se otorga dentro del congreso global sobre la industria del fútbol, World Football Summit, celebrado en Madrid.

Los arquitectos y las constructoras van llevado el proyecto allí donde mejores valoraciones recibe. El Club corre un velo sobre los aniversarios, ni siquiera el quinto, con el mismo poco entusiasmo con que se levantó la emblemática fuente de la Plaza de Moyúa para comenzar las obras del Metro que cambiaron la faz de todo el Gran Bilbao, incluida la capital.