Las guerras, cruentas todas, inhumanas todas, se sienten como más trágicas y más desprovistas de sinrazón cuando alcanzan las Navidad. Mucho más duras se hacen para los soldados y familias que las sufren cuando estas se desarrollan durante varios años y se viven varios periodos navideños en su transcurso. Esto, ocupar varias navidades dentro de un conflicto bélico fue lo que ocurrió en durante nuestra contienda y guerra civil del 36 al 39. Se vivieron tres navidades, la de 1936, 1937 y 1938.

Dicen que es al llegar la Nochebuena, la considerada como Noche de Paz, cuando la inhumanidad se muestra con el rostro más duro.

Pero cabría preguntarse en la fecha de hoy, el día de la Lotería Nacional, dos días antes de la Nochebuena, si algo tan entrañable, simbólico y tradicional como la Lotería de Navidad, se vio interrumpido durante los años de la contienda fratricida.

Aparentar normalidad

Inicialmente, la República intentó aparentar una situación de normalidad celebrando el sorteo del 22 de diciembre de 1936 en Madrid. Sin embargo, ese sorteo y el siguiente de Navidad (1936-1937) se realizaron en Valencia por ser esta capital el lugar donde se había autoexiliado el gobierno de Madrid ante el riesgo de una posible toma de la capital por el bando franquista. Así pues en el periodo de la guerra se celebraron “dos loterías nacionales” ya que cada bando, en un intento por patrimonializar el juego de azar por excelencia como es el de la Lotería Nacional, lo puso en marcha. Bien es cierto que Franco no organizó el Sorteo de Navidad hasta 1938 en Burgos. En ese año la República lo hizo en Barcelona. Hay que reconocer que el realizado por los republicanos en el 38 fue caótico y sin ninguna garantías, dada la situación de la guerra, ya nadie estaba para comprar lotería o para celebrar ninguna fiesta

Cabe concluir que cuando el 18 de julio de 1936 España se sume en la guerra civil y se divide en dos, la Lotería también se partió en dos bandos y ambos la pusieron en marcha como mecanismo de propaganda pero también de recaudación de fondos.

En el sorteo celebrado por la España franquista el 23 de diciembre de 1938 contaba el ABC que los «tres Gordos habían caído en Andalucía».

La Lotería había funcionado en Madrid con toda normalidad hasta el inicio de la guerra. En noviembre de 1936, ante el temor de que la capital cayera en manos de los franquistas, el Gobierno de la República trasladó el sorteo y a todo su personal a V

Cuentan las crónicas que en noviembre de 1936, ante el temor de que la capital cayera en manos de los franquistas, el Gobierno de la República trasladó el sorteo y a todo su personal a Valencia. Para el sorteo de Navidad del 22 de diciembre de ese mismo año, se confeccionó un dosel con una enseña roja, flanqueada por la bandera republicana y valenciana. A partir de enero de 1937, la Lotería Nacional se fue celebrando en diversas capitales según los frentes iban avanzando o retrocediendo. En la zona republicana, después de Madrid y Valencia, aún dio tiempo a que se trasladase a Barcelona. En la zona nacional, primero fue en Sevilla y, después, en Burgos.

Sin embargo, el único sorteo extraordinario de Navidad que se celebró en aquellos tres traumáticos años fue el de 1938: el del bando nacional tuvo lugar en Burgos y el del republicano, en la Ciudad Condal. Ambos, con el mismo objetivo que tuvo su impulsor original a principios del siglo XIX, el ministro del Consejo y Cámara de Indias, Ciriaco González Carvajal: «Aumentar los ingresos del erario público sin quebranto de los contribuyentes».

Un lotería más caótica

La historia de la Lotería Nacional en las provincias conquistadas por Franco fue más caótica. De hecho, hasta el 13 de diciembre de 1937 no se tomó la decisión de restablecerla oficialmente, aunque no celebraron el primer sorteo hasta el 1 de abril de 1938, en Burgos. Por lo tanto, el del 22 de diciembre de ese año fue el único Gordo que se repartió en el zona franquista.

En diciembre de 1937 fue cuando el sorteo republicano llegó a Barcelona, empujado por el avance del enemigo. En la Ciudad Condal se estuvo celebrando hasta que, el 21 de enero de 1939, se celebró el último sorteo de la guerra, tan sólo cinco días antes de la entrada de las tropas de Franco. Su lista de premios ni siquiera llegó a publicarse.