Como cada otoño, llega el momento de ajustar los relojes. Esta noche del 25 al 26 de octubre, España retrasará una hora su reloj para adaptarse al horario de invierno. Sin embargo, este gesto tan cotidiano podría tener los días contados: el Gobierno de Pedro Sánchez ha pedido a la Unión Europea que ponga fin a los cambios horarios estacionales, una medida que podría aplicarse definitivamente a partir de 2026.
Por ahora, el cambio sigue en vigor. Esta madrugada, a las tres serán las dos, lo que significa que ganaremos una hora de sueño —o de ocio— antes de amanecer el domingo. Desde mañana, los días serán perceptiblemente más cortos: amanece antes y anochece más temprano, marcando el inicio del horario invernal.
Aunque la mayoría de los dispositivos electrónicos se ajustan automáticamente, conviene revisar los relojes analógicos o despertadores para evitar confusiones y no presentarse una hora antes de lo previsto.
Un ajuste que divide a Europa
El cambio de hora sigue siendo una práctica común en buena parte del continente europeo, pero no todos los países la mantienen. Rusia, Bielorrusia o Turquía dejaron de hacerlo hace años, igual que China, Japón o casi todo el continente africano, con la excepción de Egipto.
La medida nació con la idea de aprovechar mejor las horas de luz y reducir el consumo energético, pero cada vez son más las voces que cuestionan su eficacia. El debate sobre si mantener o eliminar el cambio horario ha vuelto con fuerza a Bruselas, impulsado por España.
Sánchez lidera la iniciativa en la UE
El Gobierno español ha tomado la iniciativa en este asunto. El presidente Pedro Sánchez ha defendido ante las instituciones europeas la necesidad de eliminar los cambios de hora semestrales por su escaso impacto energético y sus posibles efectos negativos sobre la salud y el ritmo biológico.
La Comisión Europea ha respondido favorablemente a esta propuesta. Durante una reunión reciente de los ministros de Energía y Vivienda, el comisario europeo Dan Jørgensen reconoció que, aunque no se trate de un tema prioritario en la agenda política, “millones de ciudadanos reclaman una solución definitiva”.
El comisario añadió que Bruselas está dispuesta a trabajar con los Estados miembro para alcanzar un consenso:
“Pueden contar con la Comisión para apoyar la búsqueda de una posición común en la UE. Vamos a fomentar el diálogo y el consenso entre los países europeos”, afirmó.
Jørgensen también anunció que la Comisión llevará a cabo un nuevo estudio de impacto para analizar las consecuencias económicas, energéticas y sociales de suprimir el cambio horario, con vistas a tomar una decisión definitiva en los próximos meses.
Un debate que viene de lejos
No es la primera vez que la Unión Europea aborda esta cuestión. En 2018, ya se abrió un proceso de consulta pública en el que participaron millones de europeos y en el que quedó patente un “fuerte deseo de cambio”. Sin embargo, en aquel momento la Comisión dejó en manos de los Estados miembro la decisión final.
España, entonces, encargó un informe a un comité de expertos para evaluar las implicaciones de mantener un horario fijo —ya fuera el de verano o el de invierno—. Aquella propuesta quedó aparcada, pero ahora ha vuelto con más fuerza.
Con el respaldo de países como Finlandia o Polonia, la iniciativa ha recuperado impulso en el seno del Consejo Europeo. El objetivo: acordar una posición común que permita a cada país decidir si mantiene el horario de verano todo el año o si se fija definitivamente en el de invierno.
¿El último cambio de hora?
Si el proceso avanza según lo previsto, el cambio de hora de esta noche podría ser uno de los últimos en España. La Comisión Europea espera presentar sus conclusiones a lo largo de 2026, y de prosperar la propuesta, el país dejaría de adelantar y retrasar los relojes dos veces al año.
Mientras tanto, toca seguir la tradición. Esta madrugada, cuando el reloj marque las tres, volverán a ser las dos. Una hora más para descansar… o para despedir, quizá, una costumbre con los días contados.