La polémica ha sacudido a Málaga en las últimas dos semanas. La razón: el derribo de 'Villa Maya' a manos de las piquetas ansiosas por construir ladrillo nuevo con cemento fresco.
Esta casa tenía un enorme  valor histórico y simbólico, porque fue, desde el inicio de la guerra civil, -que en Málaga fue especialmente trágica-  la casa de Porfirio Smerdou, cónsul de México en España, en la que en solo 100 metros cuadrados se dio refugio a casi 600 perseguidos, tanto del bando republicano como del “nacional”. A muchos se les salvó de una muerte segura.

Ahora, en Málaga, todo son lamentos por el hecho de que el Ayuntamiento del PP otorgara licencia para su derribo, pese al valor histórico del inmueble. No se encuentra explicación a que la casa no tuviese ningún tipo de protección especial. Colectivos memorialistas, historiadores y la oposición de izquierdas critican que el alcalde Francisco de la Torre (PP) fuera informado del derribo de Villa Maya y sin embargo no lo impidiese. Ahora, en un gesto que contiene cierta frivolidad política, el primer edil popular, una vez consumado el atentado histórico del derribo de la casa y cuando ya no hay remedio, ha propuesto que se conceda la Medalla de la Ciudad de Málaga a título póstumo a Porfirio Smerdou por su heroicidad en el salvamento de 580 personas de dos bandos de la contienda fratricida. Eso ahora, semanas antes concedió la licencia de derribo y hace unos días se demolió el histórico emblema.

Se trataba de una chalet en el coqueto barrio de El Limonar, en la calle República Argentina. Lo grave es que su demolición fue conocida por el alcalde Francisco de la Torre sin que este hiciera absolutamente nada para evitarlo.

¿Ignorancia de su valor histórico o mala fe?


El 23 de enero, el gerente de Urbanismo dio cuenta en el consejo rector de la Gerencia municipal de Urbanismo de la concesión de la licencia de demolición de Villa Maya. Ante ello un edil del PSOE advirtió del hecho y propuso pedir a la Junta de Andalucía su declaración como Lugar de Memoria de Andalucía.
También alertó de lo que iba a suceder la marca blanca de Podemos, cuya portavoz remitió el 31 de enero un escrito al alcalde, avisándole de la demolición. No obtuvo respuesta. Se le solicitaba que suspendiera la licencia de demolición y que incluyera el chalé en el Catálogo de Edificios Protegidos del PGOU y, al igual que  pedían los socialistas, se tramitara su declaración como lugar de la memoria para la ciudad, todo ello considerando su doble valor histórico y arquitectónico.
La marca blanca de IU también intentó sin éxito parar el derribo, con una solicitud formal de protección enviada al alcalde por el portavoz de Málaga Ahora, Eduardo Zorrilla. Tras su demolición el concejal de Urbanismo (PP), Francisco Pomares, contestó a las críticas de la oposición que el derribo se había ajustado a la ley. Desde Urbanismo alegan que Villa Maya era "un edificio privado".

El “Schindler de la Guerra Civil”


¿Pero quien fue Porfirio Smerdou? ¿Cuáles fueron las acciones que le llevaron a ser recordado como el “Schindler de la Guerra Civil”? Smerdou habría caído en el olvido si no hubiera sido por el gran periodista y escritor Diego Carcedo, quien escribió un libro sobre el cónsul en 2003. Hasta entonces poco se sabía de él. La historia fue curiosa. Fueron las casualidades de la vida las que hicieron que Carcedo se interesara por el personaje.
Un día, el periodista hablaba en la radio de su libro sobre Ángel Sanz Briz, el diplomático español que ayudó y salvó a miles de judíos del asesinato por los nazis en Hungría, y Porfirio, que falleció en 2002 a los 97 años, le escuchó. Llamó a Diego Carcedo y le narró su historia. A partir de ahí surge el libro (El 'Schindler' de la Guerra Civil en Ediciones B) y tras su publicación, su reconocimiento, al menos parcial, porque, como dijo un hijo del cónsul: “Grandeza sin premio, honor sin fama, dignidad sin brillo, ésa fue su vida”. O como comentó su nieta, que siempre he pensado que su abuelo fue más allá de la figura de Schindler, “no porque salvase a más gente sino porque Schindler empezó por un motivo económico, pero mi abuelo puso lo que tenía para alimentarlos a todos. No solo no sacó ningún beneficio, sino que dio todo su dinero”.

su sobrino en una charla del periodista Diego Carcedo sobre su libro 'El Schindler de la Guerra Civil'

El sobrino de Porfirio Smerdou en una charla del periodista Diego Carcedo sobre su libro 'El Schindler de la Guerra Civil'


Inicio de la guerra y llegada de Queipo de Llano


Pero volvamos a la historia. El terror y el caos era tremendo el 18 de julio de 1936. De julio del 36 a febrero del 37 con el dominio republicano en Málaga y siendo Smerdou el cónsul de México, refugió en Villa Maya a malagueños de derechas, así como a numerosos religiosos, aún a riesgo de su propia persona, La situación  era caótica a comienzos de la sublevación fascista. Carcedo lo describe así en su libro:"Partidos como el PSOE o, incluso, el PCE intentaron colaborar con las autoridades para frenar esto, pero no hubo manera".

Luego, tras la  llegada de las tropas de Franco al mando del genocida sanguinario y cruel, Queipo de Llano, refugió a perseguidos republicanos y militantes de izquierdas. Utilizó sus contactos e, in,cluso pagó de su bolsillo para lograr sacarlos de Málaga en coches y barcos.

Hay que destacar la osadía de Smerdou para lograr salvar a centenares de malagueños, refugiando hasta 70 personas al día en una casa con solo dos dormitorios, un comedor, un cuarto de estar, pasillo, cocina y baño,  no mucho más de 120 metros cuadrados.

 El “Schindler de la Guerra Civil”  salvó a casi 600 perseguidos sin mirar su condición e ideas políticas y convirtió Villa Maya, ese pequeño espacio de tierra mexicana en suelo malagueño, en refugio de españoles perseguidos, españoles de derechas e izquierdas.

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Sospechoso para el Franquismo


El cónsul valiente utilizó todo tipo de tretas para conseguir evacuar  a “sus refugiados”, posibilitando su salida de la ciudad hacia Gibraltar. Empleó, incluso, ambulancias y viajó a la Santa Sede para interceder por masones condenados a muerte en España. Al finalizar la guerra civil se nacionalizó español y el franquismo lo juzgó por pertenecer a la masonería, por lo que estuvo a punto de sufrir una condena de 12,5 años de cárcel. Gracias a  malagueños del bando nacional, a los que refugió en su casa al inicio de la guerra, se libró de la pena.


Según Diego Carcedo en su libro “Las listas de nombres que se conservan muestran que más de 500 personas salvaron su vida gracias a la intervención directa del cónsul. Smerdou utilizó su condición de diplomático, su buena relación con las autoridades, sobornos y ardides de todo tipo para salvar a estas personas. A los que querían marcharse los embarcaba tras recurrir a sobornos. Sacó a gente hacia Gibraltar, Tánger y Orán. Ya no cabía nadie más en su casa y los metía en casas de amigos extranjeros".

Ayuda a los republicanos


Como el cónsul no discriminó entre ayudas a republicanos y franquistas, con la llegada de las tropas nacionales prosiguió su heroicidad a cambio de nada, solo de poner su vida en peligro. Así lo describe Diego Carcedo en su libro:"Tras la entrada de los franquistas en Málaga, algunos republicanos le pidieron protección. Y Smerdou los metió en el consulado de Argentina. Al final, seis republicanos se salvaron tras esconderlos en una clínica. Smerdou fue sometido a un expediente de depuración por los franquistas, que sospechaban de connivencia con los republicanos. Le salvó la reacción de sus protegidos

'Smerdou vivió sus últimos años en El Escorial. Murió en 2001, próximo a cumplir los 97 años. Hoy el Ayuntamiento de Málaga 'reconoce' su gran obra y su generosidad derribando su casa, Villa Maya', la casa de la concordia.