Varios ayuntamientos de distintos países, incluido el Ayuntamiento de Madrid (que lo ha aplicado en el CEIP Valle Inclán de San Blas-Canillejas; el CEIP Juan Sebastián Elcano de Usera, y el CEIP Daniel Vázquez Díaz de Moncloa-Aravaca) han puesto en marcha un proyecto piloto que persigue como objetivo convertir los patios escolares en lugares que fomenten la convivencia, contribuyendo así a la regeneración social del barrio en el que se integren.

Convivencia, salud, seguridad

El recreo se reinventa, así, como algo más que un momento para jugar y desconectar de las clases. Sin darse cuenta, sin pensar mucho, los escolares integrarán valores a partir de juegos cooperativos e inclusivos. Juegos enfocados a evitar la disgregación por género, a inculcar hábitos y estilos de vida saludables, mejorar la seguridad y accesibilidad en los centros escolares y sus entornos, e incorporar medidas de protección que reduzcan los conflictos entre vehículos y peatones.

También se interviene el espacio físico

Todo ello pasa por empezar cambiando el entorno físico del patio escolar, con tanta frecuencia diseñado casi exclusivamente como cancha deportiva o cementado. La arena puede recobrar protagonismo, con actividades más inclusivas sin perder el componente físico, que ayude a combatir la obesidad infantil y mejorar la salud ósea o las habilidades motoras. Un cóctel que, claro, colabora en el bienestar psicológico de los chavales. También se procurará conjugar las posibilidades del patio con las de su entorno más cercano (200 metros), aprovechando espacios como pistas deportivas o zonas verdes. Con todo, el proyecto no tiene un diseño cerrado, sino que partirá de una investigación, que desarrollará entre septiembre y diciembre, adaptada a cada centro y que sirva para liderar proyectos de mejora de los recreos. Se aplicará en la horquilla de edad de 3 a 5 años, creando un”modelo” de patios de recreo en la ciudad.