El drama de la España vaciada aún pesa sobre localidades del país. No sólo por la despoblación, sino en ocasiones también por la falta de recursos especialmente en materia de comunicaciones. Es precisamente este punto el que denuncian desde el pequeño municipio de Sotoca de Tajo, dependiente de la localidad de Cifuentes, en Guadalajara, y a escasos tres kilómetros de la central nuclear de Trillo. Su alcalde pedáneo, José María Utrilla, ha advertido del riesgo de residir en el pueblo alcarreño, ante la “nula” cobertura móvil que incluso les impide comunicarse con los servicios de Emergencia en caso de necesidad.

La realidad de la España vaciada golpea con virulencia a infinidad de pueblos y localidades a lo largo y ancho del territorio. Sus esperanzas de recuperar la vida de antaño, con los recursos necesarios para adaptarse a la modernidad de unos tiempos que les han relegado al olvido se desvanecen de la misma forma que lo hacen las promesas de avances y la solidaridad que airean los partidos políticos desde la comodidad de las grandes urbes. Una situación dramática, que empuja a los cada vez más escasos habitantes de municipios cuasi fantasma a la angustia y al pesimismo, entre gritos sordos que se golpean de bruces contra la tapia de una sociedad presa de la liquidez de los tiempos.

Así es la existencia de los escasos 20 habitantes del municipio alcarreño de Sotoca de Tajo en invierno. Una población que ‘se dispara’ hasta los 200 al llegar el periodo estival, aunque muchos de ellos ya se replantean quedarse en un pueblo, a una hora de Guadalajara, que ya forma parte de una España desconectada. “No es normal que a un pueblo pequeñito como este se le deje morir así. Ya no quieren venir ni los chicos porque no pueden hablar por WhatsApp con sus amiguitos”, protesta el hastiado alcalde pedáneo de la diminuta localidad, José maría Utrilla. El regidor radiografía la realidad de su rutina en un poblado que ni tan siquiera da oportunidades para el teletrabajo ante la nulidad de las telecomunicaciones. “Se abandonan los pueblos y se hacen más pequeños”, relata el principal edil, mientras narra que los vecinos tienen que marcharse a Cifuentes para disfrutar de los privilegios del mundo online.

Indignación en Sotoca del Tajo: "Se llenaron la boca con eso de la España vaciada, pero no le importamos a nadie"

Utrilla afirma con pesar a Europa Press que “así no se acaba con la España despoblada”, tal y como pretenden -o vociferan- desde la comodidad de la capital del país, centro neurálgico de la acción legislativa y política. “Consiguen todo lo contrario”, continúa el alcalde, que incluso denuncia que sus convecinos ni tan siquiera pueden llamar al 112 en casos de emergencia. Elude repartir responsabilidades, pero sí exige soluciones inmediatas: “Se llenaron la boca con eso de la España vaciada, pero no le importamos a nadie”, exhorta con visible indignación mientras enumera las “lagunas tecnológicas” que son el día a día de pequeños municipios. “Mientras tanto, están soltando satélites arriba. No hay nadie que se ocupe de nosotros”, remata.

La situación se empapa de drama al comprobar que los escasos teléfonos públicos fijos que había en el municipio se están retirando. El Centro Social ya no tiene y, en caso de necesidad, los habitantes tienen que caminar un kilómetro o subirse a alguna colina para, así, captar la señal de otro receptor y sentir el privilegio de hablar por el móvil. “Hace años llegaron a tener un hilo de cobertura, pero en cuanto viene la gente, ya nada de nada”, subraya Utrilla, quien recuerda las promesas que hoy no son sino castillos en el aire en un territorio offline. De hecho, explica que este verano les juraron y perjuraron que disfrutarían de una cobertura que aún no ha llegado. “Es muy triste”, lamenta mientras ahoga el reparto de culpa entre súplicas.

Sin embargo, lo peor no es que la desconexión impida conversaciones con “amiguetes o familiares”, sino que ésta ni tan siquiera soporta una llamada de auxilio en caso de “fuego, accidente o urgencia sanitaria”. “Es que no podemos llamara  nadie”, reitera con un tono que se encoge al recordar el incidente del pasado año; cuando un niño se cayó del escenario y se cortó. Ni tan siquiera pudieron llamar a una ambulancia. La solución de los vecinos de Sotoca del Tajo pasaba por transformar a duras penas un coche particular en un vehículo de emergencias para trasladar al pequeño al hospital o centro sanitario más cercano.

Lo peor no es que la desconexión impida conversaciones con “amiguetes o familiares”, sino que ni tan siquiera soporta una llamada de "fuego, accidente o urgencia"

La otra arista del problema viene desde el ámbito doméstico. Vecinos de Sotoca del Tajo se niegan a dejar a sus padres mayores solos en el pueblo ante la cuarentena telefónica de la localidad, que impide la rápida actuación en caso de emergencia. “Esto es indignante”, afirman mientras reconocen que la situación les “quema” y multiplica el “miedo” a pesar de estar en el siglo XXI. El alcalde pedáneo se pregunta por qué un pueblo cuanto más pequeño sea más abandonado a su suerte está. “Nos han dejado ahí por pequeños”, lamenta, mientras subraya que las localidades colindantes sí disponen de cobertura.

¿Solución a la vista o promesas huecas?

El compromiso de llegar al verano decayó, pero en el pueblo aún tienen cierta esperanza de que el problema se solucione antes del invierno. Al menos así lo ha verbalizado el delegado de la Junta en Guadalajara, José Luis Escudero, quien tiraba de calendario para aplacar la furia de los habitantes de Sotoca de Tajo. Espera que antes de fin de año se haya llegado al fondo de la cuestión y presenciar in situ la entrada de la localidad en el siglo XXI. En diferido, claro.

En declaraciones a Europa Press, aseguró que se pusieron en contacto con una operadora cuando ocupaba la Consejería de Desarrollo Sostenible, deslizando que ya existe el “compromiso” para acometer la inversión. Asimismo, resaltó el interés tanto del Ayuntamiento dependiente de la pedanía (Cifuentes) como del Ejecutivo regional para que Sotoca del Tajo solucione este problema. “Vamos a darle al pueblo esa cobertura móvil y espero que sea este mismo año, ya que se están adquiriendo los equipos necesarios para hacerlo”, aventuraba. ¿Papel mojado o desenlace del conflicto? Sólo el tiempo lo dirá. Por el momento, los vecinos, a pesar del hastío, mantienen viva la llama de la esperanza.