Desde que la reina Isabel llegó a Londres y hasta el funeral de Estado, fechado para el próximo lunes 26 de septiembre, se han producido largas colas para ir a despedirla. El ataúd, hasta el momento del entierro, se encuentra asentado en una capilla ardiente en el Palacio de Westminster, donde los ciudadanos británicos tienen la oportunidad acercarse para despedirse de la que fuese su jefa de Estado durante más de 70 años.

Entre tantos desplazamientos, visitas, homenajes y actos protocolarios, han surgido otros temas al debate, como por ejemplo, qué joyas de su interminable colección se llevará a la tumba Isabel II. Según pudo informar Lisa Levison, jefa de comunicación del Natural Diamond Council, a Metro.co.uk, “es poco probable” que porte demasiadas joyas, y apostó por que la monarca portará su “simple anillo de bodas de oro galés y un par de pendientes de perlas para descansar”.

El ”simple anillo”, tal y como lo califica Levison, fue fabricado con oro galés de la mina de Clogau St. David, y no es el único de la familia real que posee esas mismas características. Las princesas Margarita (1960), Ana (1973) y Diana (1981) también los tuvieron antes de que se agotaran las reservas. El anillo de bodas de la duquesa de Cambridge fue fabricado más tarde a partir de una pieza de oro galés regalada por Isabel II.

Sin embargo, Levison apuntó que el anillo que tiene verdadero valor es la sortija de compromiso de la reina, que contiene diamantes tomados de una tiara propiedad de la madre del príncipe Felipe, Alicia de Battenberg. Además, añadió que ese anillo, de mayor valor sentimental que el propio anillo de bodas, lo tenga probablemente la princesa Ana, quien ha sido la encargada de acompañarla en cada uno de los desplazamientos de sus últimos días. De ser así, la pieza se quedaría en el Reino Unido y pasaría a formar parte de la Corona británica.

La reina nunca se quitó esta pieza, que además, según declaran varios expertos, contenía un mensaje secreto que solo conocía la pareja y, ahora, su hija Ana. En ese anillo, además de la incógnita a la que acabamos de hacer referencia, también se encontraba otra joya de una tiara de regalo del zar Nicolás II, según la revista Diners.

Un joyero de 120 millones de euros

Isabel II poseía una colección de joyas con más de 300 piezas, incluidos 98 broches, 46 collares, 34 pares de pendientes, 15 anillos, 14 relojes y cinco colgantes, de distintos orígenes. Según algunas estimaciones, es probable que dicha colección supere los 120 millones de euros, pero resulta muy complicado cifrar su valor con exactitud.

Con respecto a quién heredará las joyas, se desconoce quién será el destinatario de cada una de ellas, pero sí sabemos que la reina modificó su testamento, tal y como informó la revista ¡Hola!, con el fin de dejar una gran parte de sus posesiones a la actual reina consorte, Camilla Parker Bowles, a la princesa de Gales, Kate Middleton, y a su hija Charlotte.