Marcos Cámara, el que con permiso de su padre, José María Cámara, es el rey Midas del teatro musical lo ha vuelto a hacer. Ha buscado en el panorama internacional la obra con la que reventar las tablas madrileñas, y no hablo solo en el plano económico. Si hace dos años lo logró con unos maravillosos mormones que siguen alegrándonos el alma, ahora, son dos brujas, las del Mago de Oz, las que nos hacen desafiar la gravedad en más de un sentido. Y es que Wicked es más que un musical, es una obra que con sencillez, y con una calidad abrumadora, nos ponen sobre la mesa temas tan espinosos y por desgracia de actualidad como son las dictaduras, el racismo o el bullying.
Cámara, CEO de ATG entertaiment, se ha rodeado de los sospechosos habituales para repetir en algo tan complicado como es acertar el dardo en el centro de la diana. Junto a él, esa mente privilegiada llamada David Serrano, responsable no solo de mi amada The Book of Mormon (no se la pueden perder), sino también de otros musicales de la antigua SOM Produce como son Matilda o Billy Elliot.
Y si Cámara y Serrano han obrado la magia ha sido gracias a ese ojo clínico para escoger el mejor casting posible. No es fácil encontrar a Glinda y a Elphaba. Y es que cualquiera que sepa algo de musicales se habrá puesto alguna vez en YouTube a las brutales e inolvidables Idina Menzel y Kristin Chenoweth. Pues saben qué les digo…que Cristina Picos y Cristina Llorente no tienen nada que envidiarles. Ambas están perfectas, si bien el corazoncito de quien suscribe estas líneas se derrite con la actuación de Llorente como Glinda. Si es que llevo días haciendo “chas, chas” cuando nadie me mira (ya lo entenderán cuando la vean su maravillosa interpretación de 'Popular').
Son dos papeles, el de Glinda y Elphaba, más que complicados pues requieren de un instrumento, la voz, que muy pocas actrices de musicales tienen para interpretar temas como 'Defying Gravity'. Y ambas se coronan en sus papeles. La una de verde, dos horas de maquillaje diario, y la otra de rosa, en un papel que interpretativamente hablando es muy complejo, ya que tiene que pasar de la pija odiosa, a la amiga y a la que sufre en silencio.
Un musical complejo
Pero es que Wicked es un musical muy complejo pese a su sencillez aparente. Es una obra que nos explica, para todos los públicos, lo que es una dictadura y el dolor de las minorías represaliadas por esa dictadura. No quiero hacer ningún spoiler, pues su creador Stephen Schwartz siempre dice que cuanto menos se sepa al ir a verla, mejor. Un Schwartz que, libreta y bolígrafo en mano, no perdió nota del estreno desde su butaca en el Nuevo teatro Alcalá. Un Schwartz que, junto con el elenco, recibió un merecidísimo aplauso por parte del respetable.
Por último les voy a decir que si van a verla, que deberían, hagan un pequeño ejercicio y cambien ustedes los animales por los gazatíes, o los propios judíos en la Segunda Guerra Mundial, y verán que sorpresa se llevan. También habla del bullyng, estén ustedes atentos a cómo tratan a Elphaba en la universidad por el hecho de ser verde, es decir, diferente. Fíjense en lo fácil que es conseguir cambiar la opinión de un pueblo con fake news. Miren más allá, lean ente líneas. Y si alguien viene a acusar al musical de ‘Woke’, le recuerdan ustedes que se estrenó en 2003, pero es que el libro en el que está basado el musical es de 1.995.
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