Los juegos de colores, luces y sombras son tan solo algunas de las pinceladas que caracterizan el legado pictórico del padre del movimiento impresionista, Claude Monet, y que, ahora, podrán verse 50 obras como nunca antes se han visto en Madrid, bajo una perspectiva intimista, inédita y que atrapa al espectador. “El color es mi obsesión diaria, la alegría y el tormento”.

El Musée Marmottan Monet de París, que alberga el conjunto más preciado de las obras del pintor, estrecha lazos con el Ayuntamiento de Madrid y Arthemisa –por tercera vez, tras las exposiciones de Vasili Kandinsky en 2015 y de Fernando Botero en 2020- para dar vida a una de las citas culturales más importantes del año. De este modo, se da vida a una exposición que abarca desde la etapa normanda del parisino hasta su obra cumbre, los nenúfares de su propiedad privada en Giverny, todo ello sin dejar atrás sus viajes a Noruega o Londres, donde curtió sus técnicas pictóricas por las que logró encumbrarse en el mundo artístico.

Pero, ¿a qué se debe la expectación? Lo cierto es que esta cita cultural no sólo está enmarcada por la relevancia del propio autor, sino que resulta más que excepcional debido a que los cuadros que en ella se exponen son los que Monet guardó en su estudio, en la casa familiar de Giverny, hasta su muerte en 1962.

A partir de este jueves 21 de septiembre y hasta el 25 de febrero de 2024, todo aquel amante del arte y de la pintura podrá acercarse al corazón de la capital, en el Palacio de Cibeles, en el espacio CentroCentro, para disfrutar de una experiencia inmersiva con la exposición antológica ‘Monet: obras maestras del Musée Marmottan Monet, París’. La entrada general tiene un coste de 16 euros; la reducida, de 14 euros.

Un viaje por el impresionismo

Con aires de expectación y ansias más que sanas por ver qué deparaba la última novedad artística madrileña, los periodistas nos agolpamos este miércoles a la entrada de la sala en la que dio comienzo la rueda de prensa que, de la mano de comisarios e historiadores del arte procedentes de París, se dieron algunas pistas de lo que encontrará el público: desde la inmersión casi por completo en la paleta de colores de Monet a la oportunidad de poder presenciar de cerca algunos de sus títulos más conocidos, entre ellos, ‘Nenúfares’ (1916-1919) o ‘El tren en la nieve. La locomotora’ (1875).

'El tren en la nieve. La locomotora', de Monet. Musée Marmottan.

'El tren en la nieve. La locomotora', (Claude Monet, 1875). Musée Marmottan Monet, París.

Sumergiéndose en un recorrido estudiado al milímetro, las distintas salas que componen la exposición conducen al espectador hacia un viaje por los años de mayor esplendor de Monet, dando muestra así de algunos de sus cuadros más reseñables de finales del siglo XIX hasta bien entrado el siglo XX, como el ‘Retrato de Michel Monet con gorro de pompón’ (1880), ‘Paseando cerca de Argenteuil’ (1875), ‘El velero, efecto del atardecer’ (1185) o ‘Glicinas’ (1919-1920).

'Paseando cerca de Argenteuil' (Claude Monet, 1875). Musée Marmottan Monet, París.

'Paseando cerca de Argenteuil' (Claude Monet, 1875). Musée Marmottan Monet, París.

Entrelazando sus obras, también puede encontrarse conceptos que combinan el arte de ayer con la innovación de hoy: cuadros explicativos que marcan en profundidad la técnica y el estilo del autor parisino, abarcando desde el uso magistral del color o las distintas tonalidades de luz en sus cuadros para evocar a diversas sensaciones a ojos del público. Además, también pueden encontrarse fotografías antiguas, en blanco y negro, incluyendo imágenes y vídeos inéditos, del artista trabajando o recorriendo el jardín de los nenúfares.

Es conocido por todos que la obra al completo de Monet no se basó en las figuras humanas, sino por la captación del paisaje, especialmente en los colores, luces y reflejos, es decir, la impresión que las propias escenas emanaban a ojos del pintor.

'El velero, efecto del atardecer' (Claude Monet, 1885). Musée Marmottan Monet, París.

'El velero, efecto del atardecer' (Claude Monet, 1885). Musée Marmottan Monet, París.

“El jardín secreto" de Monet

“Al principio de la exposición, todo se presenta como si fuera un salón. Estas obras nunca han salido del taller de Monet y no se presentaron al público cuando estaba vivo. Penetramos así en el jardín secreto de Monet”, explicó en rueda de prensa Marienne Mathieu, historiadora del arte, detallando así que la primera vez que dichos cuadros vieron la luz fue en el año 1966. Ahora, de la mano de CentroCentro, los amantes del arte, y más aún de Monet, podrán descubrir un universo que hasta ahora permanecía “cerrado”.

La comisaria general y conservadora del Musée Marmottan Monet, Sylvie Carlier, por su parte, subrayó que el único fin del proyecto es la vinculación que mantiene su mensaje final con “la intimidad” del artista y, a la par, la relación artística que mantuvo con Renoir o Rodin.

Experiencia inmersiva en la exposición de Monet. CentroCentro.

Experiencia inmersiva en la exposición de Monet. CentroCentro.

En voz de la asistente de conservación del museo parisino y co-comisaria de la exposición de CentroCentro, Aurélie Gavoille, los presentes pudimos conocer que Monet, ya de bien pequeño, “comenzó a dibujar en los márgenes de los cuadernos” durante las clases en el colegio, retratando tanto a sus profesores como a sus compañeros y tal fue la maestría que mostró en sus primeros trazos que, con estas caricaturas, ya comenzó a hacerse un hueco en el mundo artístico.

De forma posterior a sus etapas en Noruega y Londres, llegó su periodo más querido por la crítica y más recordado: la época de esplendor en Giverny, con los nenúfares y los colores de sus jardines, pueblo francés en el que se instaló en 1883 y donde pasó veinte años. “Tal vez me debo haber convertido en un pintor de flores”, dijo.