María Dueñas (Puertollano, 1964) revolucionó casi sin darse cuenta su vida hace diez años, con la publicación de El Tiempo entre Costuras (Planeta), una novela ambientada en Tetúan durante la época del Protectorado español con la que quiso rescatar la historia sentimental de su familia. Su madre había nacido allí y se vio obligada a abandona lo que consideraba su tierra y su hogar cuando España reconoció la independencia de Marruecos en 1956. Diez años después ese legado familiar se ha covnertido en uno de los más grandes fenómenos editoriales de los últimos tiempos, con cinco millones de libros vendidos y 40 traducciones, entre ellas al árabe.

Hemos recorrido con María Dueñas el Tetuán que relata en su novela y la hemos entrevistado con motivo del 10º aniversario de la publicación de 'El Tiempo entre Costuras', una novela que, por cierto, nos confiesa no haber leído en los últimos 8 años, no vaya a ser que quiera hacer alguna corrección. Entre otras cosas, nos ha contado que no se plantea escribir una segunda parte con Sira Quiroga como protagonista.

Relacionado De turismo con María Dueñas por el Tetuán de ‘El Tiempo entre costuras’

P- ¿Cómo se gestó esta novela? ¿Cuáles son las claves?
R-
Yo era una profesora de universidad y no había tenido nunca el objetivo de convertirme en escritora, pero decidí lanzarme a escribir una novela. Antes de tener trama, personajes o idea del tono narrativo, antes de tener nada, mi única certeza era que quería situarla en Tetuán, por mi vinculación familiar. Mi madre vivió en el antiguo Protectorado español y se vio obligada a abandonar Tetuán cuando en 1956 cuando España reconoció la independencia de Marruecos. Tenía la memoria sentimental y, además quería recuperar una parte de nuestra historia, que, siendo tan cercana a España, era muy desconocida. Como territorio narrativo, más todavía. Existían algunas novelas centradas en Marruecos, pero más bien eran de guerra, ubicadas Tánger. Sobre Tetuán en sí no había nada contemporáneo.

P- ¿Fue muy complicado reconstruir ese pequeño trozo de la historia?
R-
Fue intenso, pero un placer absoluto y apasionante. Yo conocía la pequeña historia del Protectorado, la más costumbrista: a qué colegios iban, dónde trabajaba la gente, como se divertían…, en fin, cómo era la vida social. Pero desconocía la historia oficial de que fue aquel Protectorado y cuál era la función de los españoles. La documentación me llevó tiempo y muchos viajes, pero creo que fue la mejor época y que me permitió componer la historia.

P- ¿Te imaginabas la repercusión y el éxito que iba a tener la novela?
R-
No sabía ni siquiera si iba a encontrar a alguien que me quisiera publicar la novela. Tampoco me lo planteaba, no tenía una proyección hecha de encontrar un éxito, esa palabra jamás apareció en mi horizonte. Yo lo que quería era terminarla, que fue mi objetivo número uno y el número dos, conseguir que me la publicaran.

P- ¿Quién fue la primera persona que leyó la novela?
R-
Pequé un poco de la ingenuidad del novato y del que no tiene nada que perder, -yo no arriesgaba nada, tenía mi trabajo y mi vida-, fui dejando trozos de la novela a amigos, familia…, siempre a gente con un criterio de meros lectores de andar por casa, nadie de profesionales ni micho menos. Yo vengo del mundo académico, no del mundo editorial y no tuve ningún criterio profesional hasta que no decidieron quedarse con la novela en una agencia literaria y posteriormente en una editorial. [El Tiempo entre Costuras llegó a manos de Lola Gulias, de la agencia de Antonia Kerrigan, quien quedó fascinada por la historia. El siguiente peldaño fue Raquel Gisbert, que la publicó bajo el sello 'Temas de hoy', del Grupo Planeta, en un momento en el que quería abrirse a la ficción]

P- ¿Para la preparación de la novela en algún momento visitaste Tetuán con tu familia o amigos?
R-
Sí, lo hice muchas veces: sola, con mis padres, con mis hijos, con mi marido, con mi hermana… Estuve viniendo constantemente, durante la preparación y, a partir de entonces, sigo viniendo constantemente.

P- La protagonista del libro es un personaje de ficción, ¿hay algo de ti en ese personaje?
R-
Cero, no tiene nada que ver conmigo, es una chica de otro tiempo de otro lugar, pero ni siquiera de carácter de personalidad. Quizá, que ella adquiere un compromiso y lo cumple y ese sentido de la responsabilidad quizá lo tenga yo, pero no es nada propio mío. Le pasa a mucha gente.

P- Es una historia muy de mujeres.
R-
Sí, madres, hijas, amigas… Son mujeres que representan lo que somos, cada una con sus luces, sus sombras y su manera de ver la vida.

P- ¿Te planteas continuar seguir dando vida a Sira Quiroga en alguna otra novela y seguir con sus aventuras a través de una saga?
R-
No. Cuando se publicó la novela y después la serie me lo pidieron mucho, pero decidí que no, por varias razones. Una, porque acabas un poco saturada, con ese éxito sobrevenido, y necesitaba salir de la novela, de ese territorio. Y luego, sinceramente, porque tampoco tenía nada más que contar interesante en aquel momento. Creo que no la voy a continuar nunca, al menos voluntariamente. Pero también es verdad que a mí me falta mucha información sobre muchos personajes históricos como Beigbeder y, si algún día me cruzo con algo apasionante, podría novelar sobre eso. Pero de momento no entra en mis planes, en absoluto.

P- ¿Sigues investigando en esa época y esos personajes?
R-
No investigo, pero se me van cruzando cosas, me cuentan y me entero. Sé por dónde esta dispersa la información, no la busco, pero si me la voy tropezando la rescato y archivo.

P.- Al final las cosas nos buscan…
R.- Sí, muchas veces. Y hay cosas que crees que son episodios diferentes y luego ves que tienen una conexión. Pero, de momento, no está en mis planes hacer una segunda parte.

P- El que fuera Alto Comisariado Juan Luis Beigbeder y su amante, la inglesa Rosalinda Fox, te dieron la primera pista para esta novela. Según has comentado sentías una tremenda fascinación hacía estos dos personajes históricos que conviven con Sira Quiroga, la protagonista. ¿Resultó complicado integrarlos en la vida de la protagonista?
R-
Complicado no, pero hay que hacerlo como con tacto. Yo desde luego intento hacerlo con mucho respeto, porque son dos seres que tienen familiares y que los conoce mucha gente. Además, ellos vivieron hasta hace nada relativamente, Rosalinda murió hace diez o doce años. Fui muy escrupulosa con esto. Todo lo que cuento es verídico, rigurosa en dibujar sus personalidades y su trayectoria vital pública y privada, en todos los sentidos. Pero más allá de tener ese cuidado, fue una delicia. Eran unos personajes que daban un juego magnífico. Y es que ellos ya traían una novela debajo del brazo.

P- ¿Alguno de sus familiares o allegados se ha puesto en contacto contigo?
R-
Rosalinda tuvo un hijo, y a este hijo le perdimos la pista. Sí se puso en contacto conmigo una sobrina suya, que vive en Canarias, y estuve en contacto con ella un tiempo y luego ya no volví a saber más de ella. Rosalinda vivió los últimos años en Gudarranque (Cádiz), al lado de La Línea, y de aquel periodo he coincidido con gente que la conoció. Me invitaron a unas charlas y me llevaron a las casas donde vivió, me enseñaron fotografías, a gente que trabajó para ella y que la conocieron. Y gente relacionada con Beigbeder también, pero familia periférica. Él tuvo una hija que murió soltera sin hijos y no tiene descendientes directos.  

Nadie me ha venido a decir ‘oye tú porque osas escribir esto’. Todo el mundo ha visto un tratamiento serio y nunca he tenido ningún problema de ese tipo.

P- La historia del Protectorado te fascinó por algo muy personal, relacionado con tus orígenes familiares, algo que se ha repetido en el resto de tus novelas, en las que recuperas pequeños trozos de nuestra historia reciente muy desconocidos. ¿Por qué te resultan tan atrayentes estos episodios?
R-
Son como espacios que quedan vacíos dentro de la historia, para luego considerarlos como territorios narrativos. No me apetece trabajar sobre territorios que ya han sido muy trillados. Seguro que tienen mil historias que contar, como por ejemplo la guerra civil, pero bueno ya está más vistos, más revisitados. Prefiero meterme en jardines que han sido menos pisados, porque considero que puedes encontrar cosas más interesantes. Disfruto y aprendo mucho con la documentación, que considero forma parte del proyecto entero y quiero que me enriquezca personalmente. Me enriquece mucho más desbrozar un territorio poco conocido, que no ir por el camino fácil que ya está trabajado.

P- ¿En los últimos diez años has vuelto a releer la novela?
R-
No. Al principio he picoteado para sacar algún extracto, pero en los últimos ocho años, no. Nunca releo nada de lo que escribo. No suelo volver. Soy muy puntillosa y muy perfeccionista así que, para no mortificarme, prefiero no hacerlo.

P- ¿Echas de menos la universidad?
R-
No mucho. Fueron unos años estupendos y enriquecedores, pero un ciclo ya cerrado. En este nuevo mundo en el que me muevo estoy muy a gusto, me encuentro realizada y es muy gratificante para mí todo lo que hago.

P- ¿Cómo recibió tu familia el éxito?
R-
Con mucha naturalidad. Les fui haciendo partícipes en todo momento de lo que iba escribiendo y cuando vino el éxito, pues encantados. Aunque no te creas que se lo tomaron muy enserio y, a día de hoy, siguen sin hacerlo. Me ayudaron a tener los pies en el suelo, encantada por supuesto, pero sin perder la cabeza, con ganas de seguir trabajando y muy agradecida por la acogida que ha tenido la novela.