Mucho se ha escrito sobre los leones de Madrid. El carro de Cibeles o los leones del Congreso han sido objeto de todo tipo de debates, desde que si son leonas con peluca, hasta los simbolismos más disparatados. En el fondo, todo se debe a la ausencia de testículos en uno de ellos. Se dice que se quedaron sin bronce en la fundición donde los realizaron, pero dejando esto al margen hoy nos ocuparemos de otro león bien distinto. Y este si tenía testículos ya que al menos tuvo una hija.

Pese al éxito que está teniendo el musical en la Gran Vía madrileña, tampoco vamos a hablar de Simba y su linaje si no otro rey León muy diferente y que fue dueño de Madrid en plena Edad Media. León V de Armenia.

Daoiz y Velarde como fueron bautizados los leones del congreso no están exentos de polémicas, incluida la de porqué a uno de ellos le faltan los genitales

Madrid, muy en contra de lo que han dicho diversos escritores, no era un poblachón manchego antes de que se estableciese la Corte. Al contrario, tenía unas leyes propias desde 1202, además, era una de las villas predilectas por los monarcas castellanos. En resumen, una de las ciudades principales de Castilla.

Fue precisamente en esa época medieval cuando surge la historia que hoy nos ocupa. Hablamos del año 1382. Por aquel entonces Castilla ya extendía sus fronteras por el sur de Andalucía, sin embargo, mucho más allá, en plenas tierras del Cairo, un desvalido rey escribía cartas de auxilio desde su cautiverio a manos del sultán de Egipto.

Le ayudaba a redactarlas el franciscano Jean Darnel que gracias a su contacto con peregrinos de Tierra Santa y a sus dotes como diplomático supo hacer llegar las cartas al monarca más acertado de Europa. Juan I de Castilla.

Juan I de Castilla, estableció el nacimiento de Cristo como fecha desde la que contar el tiempo y fue el verdadero artífice de que Madrid fuese gobernado por el rey León

Según lo que decían esas cartas y que el rey pudo leer en Medina del Campo, el sultán tampoco pedía mucho, se conformaría con escarlatas, “falcones gerifaltes” y “peñasveras e grieses” o lo que es lo mismo, piedras preciosas, halcones y lujosas pieles parecidas al armiño.

Dicho y hecho, los regalos llegaron a Egipto y León V pudo ser liberado de sus captores mamelucos, produciéndose el encuentro entre el monarca armenio y el castellano en Badajoz donde este último se estaba casando con Beatriz de Portugal y donde ya de paso hizo de testigo. 

Firma de León V de Armenia

¿Ahora bien? ¿Qué hacer con un rey extranjero? No le iban a poner a trabajar y menos a él que descendía del linaje de los Lusignan y por lo tanto del hada Melusina.

Creencias mágicas aparte, lo que decidió Juan I fue darle varias villas de realengo cuyos impuestos en lugar de ir a parar a los bolsillos del rey de Castilla formarían parte de los mermados fondos del rey León.

De este modo en las cortes que se hicieron en Segovia en 1383 se le adjudicó al rey armenio, una pensión vitalicia de ciento cincuenta mil maravedís al año y los tributos de las ciudades de Andújar, Villareal (yo Ciudad Real) y Madrid.

Los madrileños temerosos de que la villa perdiese el título de realengo mostraron ciertos recelos hacia el nuevo rey y como en Castilla nunca había habido un rey con tan felino nombre unas coplillas que decían: “si la villa fuera selva la guardaría el León. Mas es tierra castellana, no queremos tal señor”.

Aunque el monarca armenio estuvo muy pocos años en Madrid es cierto que su estancia fue un interesantísimo caso diplomático en el que surgen numerosas dudas ¿Fue Madrid capital temporal de Armenia? ¿Se convirtieron Madrid, Andújar y Ciudad Real en parte de un reino independiente de Castilla? Lo más seguro es que no, pero es otro claro ejemplo de cómo si queremos hasta la teoría política más disparatada tiene su justificación en un episodio de la historia.  

Escultura yacente de León V en la basílica de Saint-Denís de París donde está enterrado