“Me encontraba bien, pero una noche, al apoyarme lateralmente en la cama, me puse la mano bajo del pecho y noté un pequeño bulto. Me hicieron varias pruebas y a los pocos días me confirmaron la noticia”. Montse es una de las supervivientes de cáncer de mama en España. Hace justo diez años, en 2014, recibió el diagnóstico: carcinoma ductal infiltrante G2 en la mama izquierda y un largo periodo de tiempo en el que su vida se iba a paralizar. Pese a ello, hoy está aquí, al otro lado del teléfono atendiendo a este periódico, como prueba y reflejo de que la investigación avanza y de que las posibilidades de supervivencia son cada vez más elevadas.
Según apuntan los datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), en 2023 se detectaron en España 35.312 casos de cáncer de mama y se prevé un aumento del 2,9% para este año, con una aproximación de 36.395 nuevos casos. Actualmente, este cáncer es el que predomina por encima del resto, situándose en primer lugar por delante del cáncer de pulmón, con una previsión de 32.768 casos para este año, y por delante también del cáncer de próstata, para el que se estiman 30.316 casos.
Mi vida se acaba, ya tiene fecha
Pese a que la ciencia avanza y el ritmo al que lo hace pueda invitar a una cierta esperanza, la tasa de mortalidad, todavía elevada, obliga a no bajar la guardia en materia de investigación, diagnóstico y prevención. Según el Observatorio del Cáncer de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), en España murieron 6.759 mujeres en 2023 por esta causa. “Cuando me lo confirmaron, lo primero que sentí fue miedo. Piensas que te vas a morir. Pensé: ‘mi vida se acaba, ya tiene fecha’”.
Sin embargo, que su testimonio siga aquí y datos como que la tasa de supervivencia a 5 años también sea elevada, concretamente del 82,8% de forma global y superior al 99% en las pacientes con enfermedad localizada exclusivamente en la mama, animan a trabajar en la idea de que sí hay salida.
Aumento de investigaciones
Por esta misma razón, las investigaciones, tanto en materia de tratamiento de la enfermedad como en prevención, no cesan. En este sentido, el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) es una de las instituciones del país que trabaja a diario para desarrollar técnicas que contribuyan a reducir la incidencia y ofrecer un número cada vez mayor de tratamientos contra el cáncer. Recientemente, la Unidad de Investigación Clínica de Cáncer de Mama del CNIO ha publicado un estudio que concluye que la presencia de fibrosis en tumores de mama HER-2 negativo -que representan el 85% de los tumores- se asocian a un pronóstico adverso. Sin embargo, gracias a esta investigación, se abren nuevas vías de eficacia en el tratamiento, ya que combinando la quimioterapia con un medicamento utilizado contra la fibrosis pulmonar -el nintedanib- se podría mejorar el proceso.
En la misma línea de investigación, en 2022 la Unidad de Investigación Clínica de Cáncer de Mama del CNIO descubrió una nueva técnica que permitía predecir la eficacia del paclitaxel, uno de los fármacos más utilizados para tratar diferentes cánceres. El estudio se hizo con muestras de cáncer de mama HER-2 negativo, analizando marcadores proteómicos, es decir, aquellos relacionados con las proteínas. En este sentido, el equipo, liderado por el oncólogo Miguel Ángel Quintela, concluyó que un alto nivel de las proteínas CDK4 y filamina supone una respuesta positiva al tratamiento en la gran parte de los casos. “El estudio identifica los primeros factores predictivos específicos para un tratamiento de quimioterapia convencional, para la que hasta ahora no existen marcadores predictivos o solo los hay de manera indirecta o imperfecta. Hallamos que los dos marcadores, la CDK4 y la filamina, están asociados a la actividad del paclitaxel de manera muy precisa”, señaló Quintela.
El cribado, fundamental en la lucha
Al margen de todas estas investigaciones, el trabajo contra el cáncer de mama adopta un carácter transversal. Por ello, no son solo suficientes los estudios en materia de investigación, sino también los esfuerzos en prevención. Desde AECC divulgan conocimiento acerca de ello y comparten información sobre los programas de cribado existentes. Según señala la Asociación, estos programas están dirigidos a mujeres entre 50 y 69 años, a las que se somete a una mamografía, con un intervalo de dos años entre pruebas.
En este sentido, añaden que las posibilidades de curación de los cánceres de mama que se detectan en su etapa más precoz son prácticamente del 100%. Ahora bien, ¿en qué consisten estas pruebas? El cribado se basa en una radiografía en doble proyección de la mama, para detectar posibles lesiones dos años antes de que sean palpables. Si se da la detección, el siguiente paso es una biopsia para confirmar el diagnóstico y poder entonces iniciar el tratamiento.
Es lo que me iba a curar aunque me estuviese matando
Mientras Montse recuerda las primeras sensaciones que tuvo al recibir el diagnóstico, reconoce que no le faltó el apoyo en ningún momento, algo que considera como un factor base en el proceso de curación. “Afortunadamente encuentras a gente maravillosa que te apoya a nivel psicológico, médico, a nivel familiar. Y justo en este ámbito es muy duro, porque eres consciente del sufrimiento que generas en los más próximos a ti. Mis hijas y mi marido estaban fatal a pesar de que siempre me ponían la sonrisa, pero es cierto que con el tiempo han salido cosas de traumas y cosas que han tenido que vivir”.
Sobre el proceso de curación, detalla que cada fase es importante, aunque parezca que las sesiones de quimioterapia sean lo más difícil. “Me tomaba la quimio como una cosa buena que me estaban dando porque eso es lo que me iba a curar, aunque me estuviera matando al mismo tiempo, era un poco contradictorio”. Recuerda asimismo el tiempo posterior a la última sesión, cuando las visitas al oncólogo se van separando. “Cuando dejas de recibir la quimio y te van distanciando las visitas a la oncóloga, te sientes desamparada porque piensas ‘¿Y si ahora que es cada tres meses me sale otra vez y ahora que me ven menos se convierte en algo grave?’ Pero poco a poco te vas acostumbrando a vivir con esa duda”.
En líneas similares, destaca la importancia de las asociaciones que trabajan por prestar atención y apoyo a las pacientes de cáncer de mama. “Me sentí apoyada pese a todo. Tras recibir el diagnóstico, enseguida me ofrecieron ayuda psicológica gratuita en el mismo hospital, que por supuesto acepté”.
Cáncer de mama y fertilidad
Cuando hay un diagnóstico de cáncer de mama, el cuerpo de la mujer se ve afectado en múltiples áreas. Desde hace años, la fertilidad constituye una de las principales preocupaciones por parte de los profesionales. Desde la clínica de reproducción asistida Juana Crespo trabajan a diario para garantizar que la mujer diagnosticada con cáncer de mama y con voluntad de tener hijos, vea afectada lo mínimo posible esta opción.
En conversación con este periódico, la doctora Alejandra Aguilar, con especialidad en Ginecología y Obstetricia, señala la manera en la que este tema ha pasado a ser prioritario en los últimos años. "Nosotros trabajamos coordinados con el oncólogo en cuestión. Hace años la mayor preocupación del oncólogo era erradicar la enfermedad. En la actualidad, los oncólogos y todos los profesionales médicos están concienciados de la importancia y el impacto sobre la fertilidad de manera que la paciente es tratada por unidades especializadas y multidisciplinares".
En cuanto al tratamiento para preservar la fertilidad, Aguilar comenta que este se debe hacer previo al tratamiento oncológico. "En función de las circunstancias personales de la paciente, trazamos una estrategia que puede ser vitrificar óvulos, embriones o incluso tejido ovárico".
Los tratamientos gonadotóxicos afectan a ovarios, útero y trompas
Ahora bien, ¿qué es exactamente lo que sucede acerca de la fertilidad cuando hay diagnóstico de cáncer? Como comenta Aguilar "los tratamiento gonadotóxicos como son la radioterapia y la quimioterapia, pueden afectar al funcionamiento tanto del ovario como de útero y trompas". Y sobre los condicionantes, destaca la edad en la que la paciente comienza el tratamiento oncológico. "La mayoría de las pacientes son diagnosticas con más de 35 años, edad en la que comienza la disminución natural de la fertilidad. Esto unido al efecto de los tratamientos antineoplásicos, hace que se acelere la pérdida de fertilidad".
La existencia de estas técnicas refleja, una vez más, que el cáncer de mama es una enfermedad que supone la implicación de diferentes áreas, más allá de la quimioterapia. El apoyo personal, la atención psicológica, las investigaciones en prevención y eficacia de los tratamientos, conforman un inseparable equipo de trabajo al que el tiempo y el progreso -confirmado por datos y expertos- ya le dan su resultado.
Con la grabadora apagada y agradeciéndole el tiempo prestado a esta conversación telefónica, Montse corta la despedida de golpe porque algo se le ha venido a la mente. “Mira, justo en un mes, habrán pasado diez años del diagnóstico. Así que, en breves, recibiré el alta definitiva”. Hay salida.