El cáncer de cuello uterino, también llamado cáncer de cérvix es un tipo de tumor que se forma, por lo general, de manera lenta en el tiempo. La inmensa mayoría de los casos están causados por una infección prolongada por el virus del papiloma humano (VPH), la enfermedad de transmisión sexual más frecuente, especialmente entre las mujeres.

La mayoría de las personas sexualmente activas se infectarán con el VPH al menos una vez en la vida. Por lo general, tal y como señala la Organización Mundial de la Salud (OMS), estas infecciones remiten por si solas, pero hay un porcentaje que, si no se tratan a tiempo, pueden desarrollar un cáncer de cuello uterino. La tasa de supervivencia de esta enfermedad diagnosticada en estadios tempranos es del 92% a cinco años. Sin embargo, baja al 58% si se ha extendido a tejidos u órganos cercanos.

El VPH puede provocar verrugas en los genitales, no siempre visibles. Se puede detectar de forma fácil y precisa a través de una citología ginecológica o prueba de Papanicolaou, una prueba rutinaria que forma parte de las revisiones ginecológicas anuales. El ginecólogo extrae de forma indolora células vaginales y del cuello del útero para analizarlas. Si los datos evidencian un resultado anormal el ginecólogo puede realizar una colposcopia, un procedimiento para analizar en profundidad del cuello del útero, la vagina y la vulva. De esta manera, los especialistas pueden detectar tejido precanceroso de forma precoz e iniciar un tratamiento para eliminarlo antes de que pueda desarrollar un tumor.

Según la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), la edad recomendable para la realización de citologías ginecológicas es a partir de los 25 años de edad y se deben repetir cada tres años entre las edades de entre 25-30 años y cada cinco entre las mujeres cuyas edades estén comprendidas entre los 30-65 años. Desde SEGO sostienen que ante el repunte de casos de las infecciones por el VPH en mujeres de 45 años es primordial el mantenimiento de las citologías hasta esa edad e incluso más adelante.

Además, la vacuna del VPH está incluida en el calendario de todas las comunidades autónomas desde hace 15 años para las niñas y se ha extendido a finales de 2022 también a los niños. Los varones, obviamente no pueden desarrollar un cáncer de cérvix, pero sí otro tipo de tumore, y transmitir la enfermedad sin saberlo a sus parejas.

El Hospital Universitario Infanta Elena, integrado en la red pública madrileña, organizó recientemente su "IX Jornada de Actualización en Ginecología y Obstetricia", dirigida a médicos, matronas y personal de Enfermería de Atención Primaria, con el objetivo de revisar los criterios de derivación de pacientes a consultas monográficas desde el primer nivel asistencial al hospitalario y analizar las últimas novedades de la especialidad. A lo largo de las jornadas los especialistas destacaron las novedades en el cribado del cáncer de cérvix y en los criterios de derivación a la consulta especializada, destacando la importancia de tipificar el VPH (ver exactamente el tipo de papilomavirus que es), para evitar colposcopias innecesarias en pacientes de bajo riesgo. El jefe de su Servicio de Obstetricia y Ginecología, el Dr. Juan Rodríguez Candia, y la especialista del mismo departamento, la Dra. Tamara Pradillo Aramendi, dos de los ponentes, consideraron "imprescindibles este tipo de talleres para favorecer el diálogo entre Atención Primaria y Atención Especializada, hacer el trabajo más eficiente y, sobre todo, mejorar la calidad en la asistencia a nuestras pacientes". Asimismo, valoraron la continuidad asistencial entre los dos niveles asistenciales en el seguimiento de pacientes de cáncer de mama y los criterios de derivación a consulta de mama.

En las jornadas también hablaron de los nuevos proyectos recientemente puestos en marcha en el Servicio de Ginecología y Obstetricia del hospital madrileño, especialmente en la consulta con la matrona, centrados en el plan de parto, la lactancia, la preparación al parto, el protocolo de alta temprana y la cesárea humanizada.

Cesáreas humanizadas

El programa de cesáreas humanizadas o de baja intervención es un sistema pionero que procura facilitar el máximo bienestar del bebé y permite, entre otras cosas, que el padre pueda entrar al quirófano y asistir al nacimiento. Se intenta que todo sea lo menos traumático posible y lo más parecido a un parto vaginal. En lugar de sacar al bebé rápidamente, se le permite salir solo, mejorando la estimulación y la expulsión por sí mismo de las secreciones en su vía aérea, y acaba, normalmente, llorando espontáneamente. Además, se intenta realizar el clamplaje del cordón umbilical lo más tarde posible.

El contacto entre madre y bebé es una parte muy importante del programa por lo que, en lugar de separarlos después de la intervención, se favorece el contacto piel con piel y, por tanto, el apego y la lactancia materna.

Durante las jornadas también se habló de los criterios de derivación a consulta de Reproducción Asistida de mujeres mayores de 40 años, una vez que se han ampliado en la Comunidad de Madrid. En este sentido, el Dr. Rodríguez Candia enfatizó en la "necesaria prudencia" que deben tener los facultativos a la hora de informar a las pacientes, "teniendo en cuenta su pronóstico reproductivo". Además, se revisaron las indicaciones de métodos anticonceptivos como el DIU y los protocolos de atención a víctimas de violencia sexual en Madrid (Código VISEM).

En referencia a la derivación de pacientes desde Ginecología a otros servicios, la Dra. Pradillo explicó el proceso: "cuando una mujer acude a nuestra consulta y confirmamos la necesidad de la colaboración de otras especialidades, desde Ginecología se le pide directamente una primera cita en ese otro servicio, y automáticamente accedemos a un listado de motivos de derivación asociados a unas pruebas que se prescriben a la paciente para su realización antes de llegar a esa consulta", con el objetivo de agilizar y optimizar la eficacia de ese proceso.