Este miércoles, Espejo Público tuvo acceso a la declaración ante el juez de Gabriel, el padre de los niños asesinados presuntamente por su madre María Gombau, en la localidad de Godella (Valencia) el pasado marzo. Durante su testimonio, el hombre aseguró que "María ni yo tomamos la decisión de acabar con su vida, y no lo hicimos conjuntamente como forma de reencarnación". Además, afirmó que su pareja "me dijo que teníamos que hacer el amor antes de que saliera el sol y se pusiera la Luna". 

Por otra parte, aseguró que "me llevó primero hasta un arbusto, pero los niños no estaban allí. Y luego hasta el cementerio del Rocafort. Allí me dijo que teníamos que hacer el amor antes de que saliera el sol y se pusiera la Luna. Yo entré en shock. Estaba amaneciendo, así que opté por tranquilizarla y regresar a casa".

Por otra parte, este jueves, el programa Cuatro al Día ha publicado en exclusiva una de las cartas que María Gombau envía a su marido, también en prisión:  “Perdóname por no haber sabido cuidar de nuestra familia sagrada y protegeros como os merecíais vosotros. Yo solita traje esta desgracia y la oscuridad a nuestras vidas. Perdóname por cómo fui, por el amor que nos mataron. Yo estaba más implicada en entender el mal de este mundo. TE AMARÉ HASTA EL INFINITO. TU ROSA CON ESPINAS”.

María apareció desnuda, escondida en un bidón

Escondida, casi atrapada, dentro de un bidón de plástico y desnuda. Así encontró la Guardia Civil a María, la madre que asesinó en Godella a sus dos hijos: Amiel, de tres años y medio, e Ixchel, de cinco meses. La mujer fue localizada el jueves, cuando los cuerpos de seguridad se movilizaron por la desaparición de los niños, gracias al trabajo de Scot, un pastor belga de la Benemérita especializado en la búsqueda de personas vivas.

Cuando los agentes la encontraron, la mujer tenía arañazos y heridas por el cuerpo, tartamudeaba y se mostraba desorientada, hasta el punto de que sus explicaciones carecían de toda coherencia y lo único entendible que dijo es que su marido le había pegado: ni una palabra sobre sus hijos.

Tras varias horas hablando de sectas y persecuciones, María consiguió aparcar su paranoia y confesar que había enterrado a los dos niños. Afirmó que los había encontrado ya muertos y que decidió sepultarlos, asustada, porque "pensé que me iban a acusar a mí de haberlos matado".