Suele decirse que “el fútbol es lo más importante de las cosas menos importantes”. Atribuida en ocasiones a Arrigo Sacchi y en otras a Jorge Valdano, todo feligrés de la redonda que se precie se aferra a ella como clavo ardiendo. El tsunami emocional que provoca eclipsa a todo. Incluso a unas elecciones. El timing no ha acompañado a los partidos políticos en Euskadi. La carrera electoral a la lehendakaritza ha arrancado con el freno de mano echado en una región que posa sus ojos sobre la que este fin de semana será la capital del balompié patrio. Vizcaya no está para mítines. La final de Copa del Rey que enfrentará el sábado en Sevilla a Athletic y Mallorca colapsa las mentes de los bilbaínos al mismo ritmo que vacía todo Bilbao.

Ni tan siquiera un tablero político de lo más apretado es capaz de mermar la pasión por el fútbol. Menos aún con un gran título en juego y altas posibilidades de conseguirlo tras más de cuatro décadas. En la madrugada del jueves al viernes, Euskadi se sumergió en una campaña no apta para corazones sensibles. La hegemonía del Partido Nacionalista Vasco (PNV) está amenaza por EH Bildu, mientras el Partido Socialista se consolida como bisagra de la puerta del Lehendakari. Todo está más apretado que nunca y nadie se atreve a exponer un pronóstico, pero Euskadi no está para la cosa política. Al menos una parte de su territorio.

Bilbao no está para promesas ni para mítines. Bilbao sólo piensa en Sevilla, en pasar a la historia y en que los Williams recojan el testigo de los Salinas y capitaneen la Gabarra -por fin- 40 años después. Fe compartida por toda la afición de San Mamés, pero que supone un quebranto, aun compartiendo deseos, para la terna de candidatos que se batirán el cobre en plazas y calles de Euskadi por un puesto de privilegio en la lucha por gobernar el territorio los próximos cuatro años. Avenidas que estarán vacías. Problema que se añade a un prólogo marcado por la Semana Santa y que los candidatos deberán sortear.

Mensajes que sólo encontrarán la réplica del eco en un Bilbao en éxodo hacia el sur, pero no sólo hasta el sábado. Todo dependerá del resultado. Si la moneda sale cara para los Leones, las propuestas no arraigarán en una ciudad aún extasiada por un éxito esquivo durante décadas en una plaza crucial para la resolución del conflicto electoral, casi a la par que Álava.

En stand by

Pese a que todas las encuestas dibujan un escenario comprimido, al menos entre los dos principales partidos independentistas, lo normal en estos días en Vizcaya es hablar de Sevilla. Y es que se esperan que más de 70.000 fieles rojiblancos colapsen las calles de la capital hispalense, ávidos de ver a sus leones devorar al diablo bermellón. Casi 100.000 ciudadanos vascos que no están pendientes de las arengas políticas de los últimos días y probablemente de los siguientes.

Los partidos asumen esta desbandada y saben que la mayoría de los votos se van a disputar en un espacio más comprimido aún de tiempo. Una campaña atípica que contará con apenas diez días efectivos para cautivar las diferentes sensibilidades del pueblo vasco. Al menos cuatro de los candidatos bien saben que la Copa del Rey este fin de semana es devoción.

Las dos principales espadas que luchan por la lehendakaritza, Peio Otxandiano (EH Bildu) e Imanol Pradales (PNV), son vizcaínos y uno de ellos, el segundo, es aficionado del Athletic, aunque no socio. De igual modo ocurre a la izquierda del PSOE, con dos oriundas de Vizcaya como Miren Gorrotxatxegi (Podemos) como Alba García (Sumar). No ocurre así con el candidato socialista, Eneko Andueza, fiel asiduo de Ipurúa (estadio del Eibar) o los alaveses Javier de Andrés (PP) y Amaia Martínez (Vox).

En el mundo real, lejos del plano onírico en el que pernoctan los athleticzales, se libra una dura batalla que ya se refleja en los sondeos. La amalgama de encuestas coincide, en su mayoría, en un escenario con el PNV como primera fuerza política en el Parlamento vasco. Sin embargo, un duro y relativamente nuevo competidor quiere romper la tiranía jeltzale, como hiciera el Barça arrebatándole el título de Rey de Copas al Athletic, y partir de una posición de privilegio en las negociaciones para la investidura. Conversaciones que, salvo sorpresa mayúscula, contarán con la presencia del PSE, instalado en una tercera plaza que le consolida como copiloto del Gobierno vasco.

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