Son distintas las teorías sobre de quien partió la orden directa de la detención de Federico García Lorca en la casa de la familia de su amigo, el poeta Luis Rosales, así como de su posterior fusilamiento. 

La militancia falangista de los hermanos Rosales hizo pensar al poeta de Fuente Vaqueros que, refugiándose en este lugar, estaría seguro. No fue así, pues en la tarde del 16 de agosto, un grupo liderado por el exdiputado de la CEDA, Ramón Ruiz Alonso, se presentó en la casa junto a otros fascistas y procedió a su arresto y traslado. El diputado derechista había acusado a Federico de actuar como espía ruso, de ser secretario de Fernando de los Ríos, de homosexual o de hacer “más daño con la pluma que otros con las pistolas”.

El poeta era una persona incómoda para los golpistas por sus versos libres, sus labores pedagógicas y su palabra. A eso se añadía que Lorca era odiado por distintas familias adineradas de Granada. Él mismo reiteró en ocasiones que “la burguesía de Granada era la peor de España”.

Queipo, desde Sevilla, controlaba todo lo que ocurría en Andalucía

Desde Sevilla, el general Queipo de Llano, como máximo responsable de la sublevación en Andalucía, lo controlaba absolutamente todo y, lógicamente, nada de lo que pasaba en Granada le era ajeno. El general estaba al corriente de lo que pasaba con Lorca. Para distintos investigadores, la intervención del militar genocida se da por descontada, siendo, como era, el máximo responsable militar del golpe en Andalucía y poseyendo la enorme autoridad que le daba la Capitanía General en Sevilla. Por pura lógica se entiende que Granada, comandancia militar dependiente de Sevilla, tuvo que informar y consultar al gran jefe qué hacer con el poeta. Se entiende también que Queipo dio su aceptación tanto a la detención del poeta como a su fusilamiento. El hispanista Ian Gibson defiende que “no podían hacerlo sin su permiso”.

Comunicación entre Granada y Sevilla en la noche del 16 al 17 de agosto

Es imposible pensar que el máximo responsable golpista en el Sur no estuviera al tanto e informado en cada momento sobre el devenir del poeta. Se sabe que la línea telefónica entre el Gobierno Militar de Granada y la Capitanía General en Sevilla estuvo activa en la noche del 16 al 17 de agosto de 1936. Gibson avala esta tesis de la responsabilidad del genocida que pronto saldrá de la Basílica de La Macarena, que consultaron a Queipo para cubrirse las espaldas, ya que Lorca era muy conocido y famoso. Es lógico, por tanto, suponer que la orden en forma de la tétrica frase falangista “Café, darle mucho café”, saliera de la voz trufada de oído y trufada con alcohol del golpista de Tordesillas.

“Café, darle mucho café”

Hay quien concreta la escena de la firma de la muerte de Federico. Habría sido el comandante Valdés, el dirigente de la sublevación militar en Granada, quien pidió la autorización a Queipo de Llano, que se encontraba en Sevilla: ¿Qué hacemos con Lorca? La respuesta del general fue “Café, que le den café, mucho café”. El acrónimo que se traducía como “camarada, arriba, Falange Española”, era el usado por los falangistas como consigna pocos días antes del llamado Alzamiento, el golpe de Estado. El propio Gibson en la edición revisada de su libro ´El asesinato de García Lorca´ defiende que cabe creer con certeza que el general pronunciara la tétrica frase.

Fusilado entre Víznar y Alfacar

Pocos días después, esa consigna falangista se tradujo en la madrugada del 18 de agosto de 1936, en la carretera entre las localidades de Víznar y Alfacar, de Granada, en forma de fusilamiento del poeta de Fuente Vaqueros. Junto a él también fueron asesinados el maestro Dióscoro Galindo y los banderilleros anarquistas Francisco Galadí y Juan Arcollas. 86 años después, la fosa común donde yacen sus restos siguen en paradero desconocido.

Nos queda la esperanza de que, tras la próxima exhumación del genocida del lugar preeminente que okupa ignominiosamente en La Macarena, lo próximo sea encontrar los restos de Federico y sus acompañantes en tan triste y atroz destino. Sería justicia divina.