España se ha puesto en marcha y, poco a poco, va recobrando su vida. La actividad vuelve a los comercios y hacerse con un hueco en una terraza de un bar es harto complicado. Sin embargo, y a pesar de que este alivio invita a continuar la desescalada, cabe recodar que el ejemplo de Japón nos advierte de que debemos seguir prestando especial atención a las normas de higiene en los bares, pues son el principal foco de contagio del coronavirus.

El país nipón, que ha levantado esta semana el estado de emergencia en todo el país, contuvo la propagación de la pandemia con un modelo bien distinto al aplicado mayoritariamente en otros países. Mientras lo habitual era una temprana reacción, test masivos y restricciones y medidas de distanciamiento, en Japón discurrieron por otra senda.

A diferencia de, por ejemplo, sus vecinos de Corea del Sur, su receta se basó en la identificación de los focos de contagio para practicar en ese punto los tests y realizar las cuarentenas necesarias

Este modelo fue muy criticado, pero a día de hoy, el líder del Ejecutivo, Shinzo Abe, celebra su éxito.

Lo llamativo fue que, según se ha revelado, los focos de contagio no eran los medios de transporte. Y es que, son famosas las escenas de las aglomeraciones en los metros. Los verdaderos focos de contagio que suponían un riesgo (y lo siguen suponiendo) son los bares.

Los medios de transportes, cerrados y con aglomeraciones, podrían suponer un foco importante, pero el estudio de los focos de Japón no les ha dirigido hacia al red de Metro.

Según los expertos, aunque exista poca distancia entre las personas, cada uno va mirando su teléfono, sin hablar con nadie y, como la mayoría lleva mascarillas, la transmisión se reduce. Además, la ocupación ha descendido levemente.

Cabe destacar que no todos los expertos coinciden en este extremo, pero lo cierto es que en Japón al menos, los focos de contagio han sido en realidad los gimnasios, los pubs, los locales de música, los bares y los karaokes. En definitiva, lugares donde se reúnen las personas para beber, charlar durante periodos relativamente largos. Son espacios cerrados, abarrotados y de continuo contacto.