Tras casi dos años fuera de España, el rey emérito volvía a pisar territorio español este jueves. En concreto, Juan Carlos I aterrizaba pasadas las 19.00 horas en el aeropuerto de Vigo, desde donde puso rumbo a Sanxenxo (Pontevedra), donde pasa el fin de semana junto a su hija, la infanta Elena, con motivo de la Copa de España de Vela de 6 metros.

Su retorno ha supuesto un auténtico ciclón en la ya apretada actualidad informativa, llegando incluso a eclipsar otros eventos importantes como el Congreso del PP de Madrid. No obstante, pese a la expectación generada, el rey emérito ha optado por no realizar ninguna declaración pública.

Sin embargo, pese a no pronunciar palabra alguna, Juan Carlos I ha lanzado varios mensajes en su retorno a España. O por lo menos eso es lo que sostiene José Luis Martín Ovejero, experto en comunicación no verbal, profesor del Centro de Estudios Financieros y autor del libro ‘Miénteme… si te atreves’ (editorial Aguilar). “Es evidente que si quiere que no se le vea no tendríamos ni una imagen", comienza señalando. “Habría descendido del avión fuera de la vista de los medios gráficos, entraría en un coche con las lunas tintadas y así hasta dentro del garaje de la residencia donde se alojaría. Vamos… ni una foto”, añade.

Los “cuatro mensajes sin palabras” de Juan Carlos I

En este sentido, Ovejero destaca hasta “cuatro mensajes sin palabras” que el rey emérito dejó en su retorno a España para “trasladar a la opinión pública”. En primer lugar, dejarse ver: “No se ha ocultado lo más mínimo, más bien al contrario: le hemos visto bajar del avión, meterse en el coche, una vez dentro bajar la ventanilla y que se le vea mejor, saludar…”.

El segundo mensaje no verbal que Juan Carlos I ha querido lanzar es que, pese a la edad (84 años) y las operaciones (cadera y rodilla, entre otras), “lo cierto es que no se le ve en un mal estado de salud”. “Aunque donde más inseguro le he notado ha sido bajar la escalinata del avión, haciéndolo agarrado a las dos barandillas laterales”, precisa Ovejero.

La tercera idea que el monarca ha querido trasladar es que no se siente avergonzado por las diferentes polémicas que han ido surgiendo a lo largo de los últimos años entorno a su figura. “Si regresara avergonzado evitaría tanta exposición pública, sus miradas serían descendentes o evitando las cámaras […] e incluso se ha marcado el lujo de lanzar un gesto emblemático (con significado propio) con su pulgar que, en nuestra cultura transmite que todo está bien”, apunta el experto.

Por último, en su llegada a España el rey emérito habría intentado lanzar un mensaje para acallar todas esas voces que hablan de una ruptura total con su familia. “A los pies de la escalinata del avión le esperaba su hija la Infanta Elena, quien se ha fundido en un estrecho abrazo con su padre. Un abrazo cargado de cariño: a dos brazos, bien unidos y parece que acompañado de un beso”, subraya Ovejero. “En conclusión, no ha querido que en España se guardara de él la imagen de un rey alejado de su país, con miedo de volver o vergüenza por hacerlo”, sentencia este.