Cuando pensamos en alergias, nuestra mente siempre se va a la primavera, con sus campos floridos y sus calles alfombradas de polen. Sin embargo, el otoño también es tiempo de alergias, aunque nos pueda parecer paradójico. Y es que en esta época del año también hay plantas que polinizan, además de que el cambio climático también trastoca las etapas tradicionales hasta ahora. A esto se suma la aparición de otros alérgenos, como cierto tipo de hongos, y el retorno de uno de los alérgenos que afecta a más porcentaje de población: los ácaros.

Pese a lo que pensamos, el otoño puede ser también una época complicada para los alérgicos, porque también coincide con el momento del año en que repuntan enfermedades estacionales de tipo respiratorio, como la gripe o el resfriado. Por una parte, las alergias son difíciles de combatir desde un punto de vista preventivo, pero en el caso de esporas y polen, ayuda no ventilar en exceso el hogar, lo que, a su vez, no es lo más recomendable para luchar contra los virus que provocan las enfermedades respiratorias. Y, por otra parte, los síntomas tan conocidos de estas dolencias pueden llevarnos a confundir una alergia con un resfriado. 

Cambio climático y alergias

La incidencia de las alergias está en un aumento vertiginoso desde hace años y el cambio climático es una de sus principales causas, como nos explica el doctor Joaquín Sastre, jefe del Servicio de Alergología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz: “Las consecuencias del cambio climático ya las observamos, sobre todo en la cantidad de polen y en la prolongación de las estaciones de polinización”.

El cambio climático afecta de varias maneras a la relación de las plantas con las alergias. Por una parte, el aumento de la temperatura media del planeta provoca que la floración se adelante y dure más tiempo. El ambiente hostil en las ciudades, con las partículas producidas en la combustión de motores y calefacciones, provoca que las plantas produzcan proteínas de estrés que hacen más agresivos a los pólenes. 

Además, el descenso de las lluvias provoca que el polen tarde más en ser barrido por la naturaleza y que las especies de plantas más débiles desaparezcan en algunas zonas y sean sustituidas por otras con pólenes más potentes y duraderos. Por último, el aumento del CO2 actúa como un fertilizante que estimula la fotosíntesis y aumenta la producción de polen en el olivo y los cereales, dos de los alérgenos más potentes y comunes.

“La alergia tiene un componente genético y, por tanto, heredable, junto con un componente de exposición ambiental. Ambos factores son determinantes”, nos explica el doctor Sastre. Es decir, además de la herencia familiar, cuanto más tiempo pasemos expuestos a alérgenos, más fácil es que contraigamos una alergia. Y los factores antes mencionados están corroborados por estudios científicos, como el de 2021 que comprobó que en los últimos 30 años la temporada de polen empieza 20 días antes, dura ocho días más y las plantas producen un 21% más de polen.

Las alergias más típicas de otoño

En otoño, uno de los principales desencadenantes de alergias en España es el hongo de la alternaria, que produce rinitis y asma, especialmente en niños y jóvenes. Y hay zonas de España, especialmente en el área mediterránea, donde puede aparecer polen de cupresáceas (cipreses y arizónicas) que producen rinoconjuntivitis. Además, con el aumento de la humedad y la menor ventilación del hogar debido a la bajada de las temperaturas, aumentan los ácaros en casa, que pueden haberse acumulado durante el verano en la ropa de abrigo que ahora sacamos del armario con el cambio de estación.

Una de las dificultades, a la hora de detectar las alergias, es que en esta época del año se pueden confundir con enfermedades como los catarros o la gripe y distinguirlas es complicado. “A veces es difícil, pero la alergia nasal o conjuntival produce picor, además de estornudos, obstrucción o secreción nasal. Por lo tanto, el picor en nariz y/o en los ojos es el factor más distintivo de la alergia”, explica el doctor del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz.

Prevenir las alergias no es sencillo y los métodos más efectivos son las mascarillas y las gafas de protección. Pero se pueden llevar a cabo algunas prácticas para reducir su incidencia, como “reducir la ventilación de casas si la alergia es producida por pólenes o esporas de hongos”, resalta el doctor Sastre, que subraya que “los llamados purificadores de aire se usan poco por los altos costes tanto del aparato como de la electricidad que consume, pero tampoco los estudios con estos filtros han dado resultados muy buenos”.

En el caso de la alergia a los ácaros, que en algunas zonas de España afecta a más del 30% de la población y al 90% de los pacientes asmáticos, la ventilación recurrente del hogar es beneficiosa, así como “el uso de acaricidas y fundas especiales en las camas, que pueden reducir la exposición a los ácaros, así como pasar vapor de agua a alta temperatura sobre tapicerías, alfombras o la ropa de cama”. 

Tratamientos e inmunoterapia

En el caso de sufrir una alergia o detectar sus primeros síntomas, es fundamental ponerse en manos de los especialistas, como nos explica el jefe del Servicio de Alergología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. “España es uno de los países europeos con más especialistas en Alergología y prácticamente todos los hospitales tienen un servicio de Alergología. Aun así, en algunas comunidades hay cierto déficit de especialistas”, señala el doctor Sastre.

El primer paso es recibir un tratamiento sintomático que frene las molestias derivadas de la alergia, “pero después debería ser evaluado por un especialista para un diagnóstico y tratamiento más preciso”. Muchas de las alergias pueden ser prevenidas con inmunoterapia como la que se realiza con alérgenos ambientales y venenos de abejas y avispas. “Su eficacia depende de varios factores, pero en general son de utilidad. Su ventaja es que tras tres o cinco años de tratamiento y, tras suspenderlo, su efecto dura casi toda la vida”, señala el responsable de Alergología de la Fundación Jiménez Díaz. 

Y, con vistas al futuro, la Ciencia sigue haciendo avances para enfrentar las alergias. “Hay investigaciones prometedoras en el campo de las vacunas y de cómo modificar el sistema inmune para que el paciente deje de ser alérgico a largo plazo. También algunos tratamientos biológicos para disminuir los síntomas en los pacientes más graves”, apunta el doctor Sastre.